Los movimientos preelectorales alrededor del FC Barcelona se siguen sucediendo porque, entre otros factores, la reciente presentación del candidato de la oposición, Víctor Font, puede considerarse como el pistoletazo de salida de una carrera probablemente demasiado larga.
Esta misma semana, el entorno de Juan Rosell, el expresidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), no ha negado su intención de promover una candidatura ahora que, a sus 62 años, dispone de tiempo y energía para este proyecto.
Aunque Rosell había querido participar en otras aventuras electorales tiempo atrás, el peso de su cargo al frente de la principal patronal española le había impedido finalmente dar el paso. Su grupo, lógicamente, representaría al sector más potente del empresariado catalán y la opción más sólida desde el punto de vista económico y financiero ante la exigencia de avalar casi 150 millones de euros.
Los que también buscan un candidato para plantar batalla es un colectivo nuñista con la intención de proyectar el ideario y el estilo de gestión que tan revolucionario fue en su momento desde que, hace poco más de cuarenta años, Josep Lluís Núñez barrió del palco del Camp Nou aquella élite de la sociedad civil catalana heredera de la industria del textil y propietaria del entorno del club desde la década de los años cincuenta.
El expresidente Enric Reyna está capitaneando un sondeo con la idea de recuperar activos del pasado con predisposición, imagen y reservas patrimoniales suficientemente potentes para revivir la buena imagen del nuñismo al poco de su muerte de Núñez, también como reconocimiento y homenaje a quien presidió el FC Barcelona entre 1978 y 2000.
Reyna, que no quiere ser el candidato de esta iniciativa, asumió la presidencia del club en un momento muy delicado de la historia azulgrana, como solución de emergencia a la dimisión de Joan Gaspart (2003) después de un breve, ruinoso y agitado mini-mandato de apenas tres años y unas pérdidas de 100 millones de euros. En ningún caso Gaspart sería admitido en este neonuñismo que se mueve para presentar un viejo ideario del barcelonismo que, con todo, ha seguido latiendo en candidatos como Sandro Rosell o Josep Maria Bartomeu, los dos últimos presidentes, que proclamaron siempre y abiertamente su respeto, admiración y agradecimiento a la figura de Núñez y su potente legado.