Un socio del Barça impugna la asamblea de Nike, que niega pagarle nada a Darren Dein

Abogado y compromisario, alega que el socio votó a ciegas por falta de información en una asamblea irregular porque el formato telemático no ofrece las garantías estatutarias democráticas imprescindibles y porque el decreto Covid no ampara la celebración de una asamblea extraordinaria

Joan Laporta i Rafael Yuste - Foto: FC Barcelona

La directiva azulgrana ya tiene sobre la mesa un escrito de impugnación de la asamblea extraordinaria celebrada el pasado 21 de diciembre, en la que se sometió a la aprobación de los socios la mejora del contrato vigente de Nike hasta 2028 y otro que abarca el periodo entre 2028 y 2038, calificado por Joan Laporta en su conjunto como el mejor de la industria de fútbol en materia de patrocinio técnico de la camiseta, extremo que no fue acreditado por la junta, sino votado como un acto de fe y de plena confianza en la gestión.

El escrito de impugnación, en el que básicamente se solicita una repetición de la asamblea por la falta de información, transparencia y de participación a causa del formato telemático, lo suscribe el abogado Pepe Oriola, socio compromisario actualmente y defensor legal de dos de los ciudadanos que, en el ámbito de la jurisprudencia penal, han presentado querellas por estafa agravada contra el presidente del FC Barcelona, relacionadas con actividades de su etapa vinculada al Reus.

Aunque habrá quien quiera relacionar ambas dimensiones, la profesional y la de socio del FC Barcelona del denunciante, en el sentido que ambas reclamaciones vienen a arrojar sombras y desprestigio sobre la figura de Joan Laporta, parece evidente que como barcelonista le asiste el pleno derecho y la legitimidad indiscutible de disentir sobre la gestión de la actual directiva.

El escrito elevado a la comisión de ética y transparencia del club esta semana es la continuación lógica de un primer escrito previo a la asamblea en el que ya planeaba “la suspensión de la asamblea general extraordinaria telemática y, al objeto de cumplir con los Estatutos y la legalidad vigente y favorecer el derecho de información, buen gobierno y transparencia, solicito que sea convocada una nueva asamblea general que sea celebrada de forma presencial para someter a votación el contrato con Nike, haciéndolos saber que subsidiariamente se interpondrán las reclamaciones adecuadas ante los órganos administrativos y /o judiciales en defensa del buen gobierno del Club”.

Pepe Oriola basa su argumentación en tres claves. Por un lado, la falta de información sobre el contrato de Nike y de garantías para posibilitar las intervenciones de los socios. Por otro lado, en que los estatutos sociales club no amparen la celebración telemática de las asambleas. Y, finalmente, sostiene que «el artículo 31-bis de la Ley del Deporte solo prevé (por el covid) la celebración telemática de las asambleas ordinarias.

Ahora, tras la experiencia vivida el 21 de diciembre pasado, ha añadido que el formato impidió a los socios plantear dudas razonables, así como «entrar en un debate que, ante la situación tan precaria en la que se encuentra el club actualmente, es del todo necesario». Oriola estima también que las asambleas telemáticas «comportan una regresión de los derechos de los socios y la criminalización por parte de la Junta Directiva respecto a la protesta, desacuerdo, disensión o cuestionamiento del contenido de los puntos del día que se tratan en la asamblea», y lamenta que los socios «votasen a ciegas».

De aquella asamblea, uno de los aspectos más llamativos fue la admisión por parte de Laporta de que se iba a recompensar la intermediación de un agente de futbolistas amigo suyo, Darren Dein, que, por el volumen y las estimaciones aproximadas del contrato, se puede llevar un pellizco de 50 millones.

La revelación, anticipada por diversos medios, causó a los pocos días la dimisión del vicepresidente de Marketing, Juli Guiu, que, si bien se excusó como todos los fugados del laportismo aludiendo a causas personales y profesionales, nunca comulgó ni aprobó el descaro y la desfachatez del presidente de enviar a Darren Dein a hacer de florero en algunas reuniones para justificar ese regalo millonario que, además, se paga contra los incrementos del contrato a favor del Barça.

Aunque en el fragor de la asamblea y luego en rueda de prensa Laporta ha asegurado que esa comisión la pagan entre el Barça i Nike -dos tercios el club y el resto la marca-, diferentes medios que posteriormente han realizado consultas a la marca han desmentido que el patrocinador se haga carga de un solo euro de esa comisión. Sí es cierto que para camuflarla y disimularla, Laporta propuso que, aunque se descontara del beneficio del nuevo acuerdo, formalmente aparentara que la mediación la pagase Nike, propuesta que fue rechazada de plano con la misma sorpresa y recelo por su parte causada por la presencia inesperada de última hora de Darren Dein en las negociaciones como enviado personal del presidente. Más o menos la misma reacción de Juli Guiu, que ya hubo de pasar por esa misma insólita y particularmente incómoda situación en la formalización del contrato de patrocinio con Spotify.

Este tipo de bravatas y de embustes mediáticos del presidente, su reincidencia y gravedad, es la causa de que haya que poner en duda si afirmaciones como las referidas al nuevo contrato de Nike como el mejor del mundo forman parte del relato laportista solo de cara a la galería y a su conveniencia, o son verdaderamente ciertas.

En la asamblea, Laporta se escudó en la confidencialidad acordada con Nike y tampoco comparó cifras en este ámbito de otros clubs competidores que sí son conocidas.

Otro dato relevante apunta a que Laporta hubo de convocar y dar por bueno el acuerdo con Nike deprisa y corriendo antes de fin de año porque LaLiga le exigía el visto bueno asambleario si quería validar para esta misma temporada 2024-25 la lluvia de millones incluida en el presupuesto gracias al nuevo acuerdo. Algunas filtraciones desde la junta apuntaban a un incremento anual superior a los 40 millones gracias al nuevo acuerdo, una cifra que, no obstante, no cuadra demasiado con el presupuesto de beneficios previsto y aprobado en la asamblea ordinaria de octubre pasado de solo 5 millones.

Tampoco se cumplió, como había predicho altivamente Laporta, que con el contrato de Nike se dejaba atrás el margen salarial negativo y el club volvía a la regla 1:1.

Para eso, y para poder inscribir a Dani Olmo y Pau Víctor con urgencia y a la desesperada, Laporta hubo de inventarse un negocio anónimo por la venta anticipada de la comercialización de asientos VIP por 30 años a cambio de 100 millones. O al menos eso es lo que le ha explicado a LaLiga sin poder presentar, como se le pedía, un certificado de solvencia del pagador enigmático de Dubai. Antes que eso, prefirió aportar 28 millones provenientes de no se sabe dónde.

Todo, como siempre sucede en el entorno financiero de las actuaciones de Laporta, muy extraño, complicado, opaco y al final con una versión diferente del primer relato oficialista.

¿Por qué no repetir la asamblea de Nike, esta vez con todas las cartas boca arriba para acallar las sospechas y las incertidumbres?

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