Zelensky, Putin, el Papa y Trump

Algún día quizá sabremos si Rusia dejó caer al régimen de Bashar al Assad en diciembre pasado porque el régimen sirio y su ejército estaba demasiado podrido y era absurdo intentar salvarlo. O si lo dejó caer porque no podía desplegar su aviación, tropas y armamento pesado como había hecho Rusia ocho años antes para aplastar y expulsar a la oposición islamista y al Estado Islámico, ya que Putin estaba centrado en la guerra de Ucrania y no se podía permitir dividir sus fuerzas. O si quizá también lo hizo como un concesión a Donald Trump y Benyamin Netanyahu, esperando Putin cobrarse en Ucrania el favor, consciente de que la caída de Al Assad rompería como deseaba Trump y Netanyahu el Eje de Resistencia chií que apoyaba a Hamás. Una alianza formada por Hizbulá, los utis del Yemen que aún bloquean el Mar Rojo, las milicias chiíes de Irak y el régimen de los ayatolás de Irán que enviaban hombres y armas hacia el Líbano atravesando Siria.

Sin Al Assad, Hizbulá quedó debilitado al perder no sólo el apoyo de Siria sino también aislado al no poder recibir el avituallamiento de Irán. Gracias a ello Netanyahu con el visto bueno de Trump ha podido aplicar su política de derrota total de Hamás, forzar un cambio político en el Líbano con un nuevo presidente y un gobierno que ya no obedece a Hizbulá, y ampliar la ocupación del Golán sirio. Ahora Israel tiene tropas que se han instalado a pocos kilómetros de Damasco. Gracias a la caída de Al Assad y la debilidad del nuevo régimen islamista sirio ha expandido su mayor ocupación haciendo Israel más grande.

Sea cual sea de estos tres motivos el que más pesó para que Putin dejara caer Al Assad, la consecuencia para Netanyahu es que ha podido aplicar su política de tierra quemada con los palestinos, ocupar más y más tierras en Cisjordania y hacer inhabitable gran parte de Gaza. Unos crímenes de guerra en la franja y en Cisjordania que el papa Francisco denunció hasta su último día sin que Trump escuchara sus ruegos. Francisco también pedía y peleaba por la paz en Ucrania, aunque el presidente americano humilló a Zelensky hace un mes en su visita al despacho oval, culpando a Ucrania, a la víctima, de querer provocar la Tercera Guerra Mundial,

Ahora sin embargo, tras las reticencias de Putin de negociar un alto al fuego, como vimos en las imágenes del Vaticano con Trump y Zelensky hablando sentados no muy lejos de la capilla ardiente del papa Francisco, Trump pone la pelota en el campo de Rusia. Zelensky sin renunciar formalmente a la soberanía de Crimea ni a los territorios que Rusia ocupa en el este y sur del país, está dispuesto a firmar un alto al fuego o armisticio indefinido si le permite recuperar un parte del territorio perdido, como el de la central nuclear de Zaporija y de la prisa Kakhovka en las dos orillas del río Dinipró.

Zelensky acepta firmar un armisticio para poner fin a la pérdida de más vidas humanas de soldados y la evidencia de que si es él quien lo rechaza, le será difícil continuar la guerra ya que perderá el apoyo de Estados Unidos. Pero dudo que Putin pueda permitirse poner fin a la guerra más allá de que podría presentarlo como una victoria ya que ha devuelto a la madre patria y la Gran Rusia el Donbás y toda la orilla del Mar de Azov. Putin tiene miedo a la paz de la misma manera que la rechaza Netanyahu. Con la paz, sin el ruido de las bombas y los drones y la demonización del enemigo a Putin y Netanyahu les resultaría más difícil continuar con el recorte de libertades y la voluntad de eternizarse en el poder.

Siendo China la única potencia que está saliendo beneficada del descalabro que ha provocado Trump, ahora toca esperar si Putin acepta este alto el fuego en Ucrania haciendo las pequeñas concesiones que pide Ucrania y acepta Trump en relación a devolver algunas áreas y centros energéticos estratégicos que quedarían tutelados por Estados Unidos o quizás por los europeos. Si las fuerzas de interposición en las actuales líneas del frente serían sólo europeas sin el mando de la OTAN, o si estarían bajo la bandera de una misión de la ONU todavía no lo sabemos. Y quedan flecos lo suficientemente importantes como si una vez descartado el ingreso de Ucrania en la OTAN, en el caso de que el armisticio se consolide, si Putin y Trump intentarían impedir la entrada de Ucrania en la Unión Europea. Una Unión que a pesar del giro atlantista y pro-Bruselas de Giorgia Meloni, cada vez tiene más caballos de Troya organizados en el Parlamento Europeo en el grupo de Patriotas por Europa que lideran Marine Le Pen y Viktor Orbán, y el de las Naciones Soberanas liderado por Alternativa por Alemania.

En este contexto la duda es si Putin contraría a Trump y pone obstáculos al alto el fuego, esta desobediencia será tan importante como para que el presidente de Estados Unidos rompa la sintonía autoritaria y anti Unión Europea que le une a Putin. Pienso que no. Ahora como nunca lo tienen casi todo a favor. Las democracias que retroceden por todas partes, criminales de guerra como Netanyahu que saben que tienen impunidad, amigos en los estados de la Unión Europea y quizás, si el Espíritu Santo lo quiere, un nuevo Santo Padre que pase página a lo que intentó cambiar Francisco y sea parecido a Benedicto XVI, Ratzinger, que velaba por mantener una doctrina inmutable.

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