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Laporta exhibe pasotismo ante la tragedia de la familia Montal

Joan Laporta - Foto: FC Barcelona

Para siempre, constará en el debe institucional del FC Barcelona que no emitió ni expresó la menor reacción ni alusión al trágico e impactante accidente que segó la vida de una familia catalana en Nueva York el jueves día 10 de marzo pasado. El percance afectó al matrimonio formado por Agustín Escobar y su esposa, Mercè Camprubí, así como a sus tres hijos menores, que visitaban la ciudad en viaje de vacaciones.

A las pocas horas, el presidente de los EEUU, Donald Trump, expresó su pesar por el «terrible accidente de helicóptero en el río Hudson». «Parece que seis personas, el piloto, dos adultos y tres niños, ya no están con nosotros. Las imágenes del accidente son horribles. Dios bendiga a las familias y amigos de las víctimas», escribió el mandatario en su cuenta de Truth Social, al mismo mientras que el alcalde de Nueva York, Eric Adams, trasmitía su pesar y se volcaba en una rápida actuación de asistencia a los afectados y a su familia, además de iniciar una investigación con el compromiso de esclarecer las causas y depurar las responsabilidades y posibles negligencias.

A nivel español, el presidente Pedro Sánchez y varios ministros del Gobierno expresaron inmediatamente su pésame en términos parecidos a los del jefe del ejecutivo: «Las noticias que hoy nos llegan del accidente de helicóptero en el río Hudson son devastadoras. Cinco españoles de una misma familia, tres de ellos niños, y el piloto han perdido la vida. Una tragedia inimaginable. Acompaño en el dolor a los allegados de las víctimas en este momento tan desgarrador». Lo mismo hizo el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, expresando su pesar público por un hecho tan sorprendente, imprevisto y de consecuencias mortales para una familia feliz, unida y en lo mejor de la vida.

Transcurridos varios días, el FC Barcelona, en un silencio inaceptable y vergonzoso que solo puede ser achacable a la junta directiva de Joan Laporta, no se ha unido ni participado de este amplio dolor por un accidente que ha golpeado a una familia inequívocamente barcelonista, pues la fallecida y madre de familia Mercè Camprubí Montal, era la nieta de Agustí Montal Costa, presidente del Barcelona desde 1969 hasta 1977, y bisnieta de Agustín Montal Galobart, también presidente del club entre 1946 y 1952. Su hermano, Joan Camprubí, ha promovido la plataforma Som un Clam, de oposición a la actual junta directiva, sin descartar -al menos formaba parte de sus planes antes del accidente- su intención de participar en las próximas elecciones como aspirante a miembro de la junta directiva.

Si Donald Trump, Eric Adams, y ministros y otras autoridades españolas y catalanas no han dudado en lamentar la terrible muerte de esta familia y en dejar escritas sus condolencias, la insensibilidad y pasotismo de la directiva azulgrana actual refuerzan un estilo gobernanza que, cada día más, avanza imparable por la senda del clientelismo, el abandono social y el rechazo a la propia razón de ser del FC Barcelona como un club que, si ha alcanzado los 125 años de vida, ha sido gracias a su identidad social única, su sentimiento de pertenencia e identificación con un modelo basado sobre todo en la transmisión de esos valores de generación a generación.

Joan Laporta y su junta, en cambio, viajan en la dirección contraria, como demuestra la progresiva e implacable supresión de todos los derechos sociales conocidos, estatutarios y democráticos de opinión, expresión, participación, asociación y hasta del voto asambleario, acompañada del exterminio de las peñas y recientemente también de la grada d’animación.

No fue hasta la media tarde del sábado 12 de abril -o sea, casi tres días después del accidente- cunado la directiva ha filtrado a través de la prensa que se guardará un minuto de silencio en memoria de los fallecidos el próximo día 19 en el partido frente al Celta, de Liga. En ningún caso hubo comunicado oficial ni tampoco referencia alguna tampoco en los canales habituales del club. Por tanto, puede ser que sí o que no.

Igualmente, fue una reacción tardía, pobre y cobarde de la directiva de Laporta en respuesta los primeros artículos de opinión justificadamente críticos con una postura de olvido y frialdad incalificable y premeditado frente a un episodio que ha dado la vuelta al mundo y en el que no cabe desconocimiento ni error, solo una evidente y probada actitud de indiferencia y de falta de humanidad.

Seguramente, nadie podrá probar si esta reacción de mirar hacia otro lado tiene algo que ver con el hecho de que la familia afectada, sobre todo la de su hermano Joan Camprubí, que ha sido el obligado protagonista del acto de homenaje a las víctimas de la ciudad de Nueva York junto al alcalde de la ciudad, milita en la disidencia laportista y ha firmado comunicados de abierto desacuerdo con la actual gestión de la directiva.

Sería un elemento aún más ruin y miserable que la propia y descuidad actitud de la junta de Laporta de ignorar alevosamente la afectación directa a una familia barcelonista como la de Joan Camprubí, ni más ni menos barcelonista que cualquier otra, pero desde luego inequívocamente barcelonista, que es lo único que cuenta y que la junta debería haber valorado desde el primer minuto tras conocerse el suceso y su vinculación con la familia azulgrana.

Ni siquiera, pudiendo haberlo hecho, el primer equipo lució un brazalete en señal de duelo en el partido contra el Leganés, el sábado por la noche, como si la directiva quisiera hacer más evidente esta reticencia. Habrá que ver si Joan Camprubí es invitado o no al palco de Montjuic el día 19, y si acepta o no estar presente, tarde y mal, en el único gesto de acompañamiento en el dolor de esta familia promovido desde la junta. Cuando Joan Camprubí hizo pública una sentida nota de agradecimiento el viernes pasado a todas las muestras de cariño recibidas, entre ellas no figuraba la condolencia oficial del FC Barcelona, algo tan insólito como lamentable. No pocos barcelonistas entienden que ganar un triplete no vale nada después de haber perdido como entidad la decencia y la dignidad por culpa de una junta manifiestamente sectaria y vengativa, incluso ante un suceso de esta magnitud.

Fue notorio, en cambio, el esfuerzo de la junta por reaccionar con los más amplios recursos a su alcance tras el fallecimiento del doctor Carles Miñarro en las horas previas al parido de Liga Barça-Osasuna, el 8 de marzo pasado, incluidas la suspensión del partido, una nota oficial de pésame a la familia y guardar un minuto de silencio en el partido siguiente, Barça-Benfica de Champions, donde los jugadores lucieron un brazalete negro en su recuerdo y homenaje. El partido fue reprogramado y antes de disputarse el 27 de marzo se guardó también un minuto de silencio en memoria del doctor Miñarro, y el equipo le dedicó la victoria. Además, en los días posteriores al fallecimiento, el club realizó varios homenajes. El 9 de marzo, durante una sesión de entrenamiento en la Ciudad Deportiva Joan Gamper, jugadores, cuerpo técnico y directivos, incluido el presidente Joan Laporta, guardaron un minuto de silencio en su honor. Asimismo, los equipos del Barça Femenino y el Juvenil A también rindieron homenaje al doctor antes de sus respectivos partidos.

Otro precedente significativo fue la tardanza de esta misma junta de Laporta en reaccionar a las consecuencias de la DANA, en un tono más bien bajo y a base de acciones poco sobresalientes que, finalmente, cristalizaron en más actos para recaudar fondos destinados a rehabilitar instalaciones deportivas de tres pueblos afectados. Las peñas del Barça de la zona criticaron la tardía reacción de la junta y también que se las hubiera ignorado tanto tras las inundaciones, algunas de ellas con víctimas en sus filas, como a la hora de participar, como era su deseo y acabaron haciendo por su cuenta, en las tareas solidarias y de ayuda a los afectados.

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