La derecha contra los derechos

Cuando era un adolescente me entristecía y enfadaba ver a gente durmiendo o pidiendo dinero por las calles de Barcelona. Entonces creía que el responsable de que estuvieran malviviendo en estas condiciones era culpa del franquismo. Pero Franco murió, llegó la democracia y cincuenta años después sigue habiendo gente durmiendo en la calle y pidiendo limosna tirada por el suelo. El último recuento del que tengo noticia situaba en 1.400 las personas que no tenían un techo bajo el que cobijarse para pasar la noche.

Muchos estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) proponían hacer reportajes sobre los sin techo cuando, como profesor que fui de ella, les pedía que eligieran un tema para hacer un trabajo periodístico. A ellos también les choca, medio siglo después de que me impactara a mí, que tantos hombres y mujeres tengan que dormir en la calle.

Los estudiantes querían hacer el reportaje para entender las razones de esta injusticia y yo les decía que tenían que buscar una vertiente original, creativa, que no hicieran todos el mismo trabajo, que se esforzaran en buscar algún enfoque original del tema. Jesús Martínez, con quien coincidimos como docentes en la UAB, lo ha hecho. Ha escrito el libro «El peso» (Editorial Comba), en el que describe su relación con dos hombres que vivieron mucho tiempo en la calle, dos sintecho. Vivieron, he dicho. Ambos están muertos. Uno de ellos asesinado por el compañero con el que dormía una noche en la calle. Ambos murieron más jóvenes que yo. Uno escribía poesías. Una de estas poesías da título al libro de Martínez, que os recomiendo y recomendaría a mis alumnos si aún fuese profesor.

Lídia Pitarch, doctora en Derecho Global y Seguridad Humana, es sargento de la Guardia Urbana de Barcelona. Su trabajo como policía local la llevó a conocer de cerca el mundo de los sin hogar y la exclusión social en el distrito de Ciutat Vella. En el libro «Entre portales» (Icaria editorial) explica la historia de supervivencia de mujeres que viven en la calle. Lógicamente, también os lo recomiendo.

Pero si el franquismo está muerto, ¿por qué hay mujeres y hombres durmiendo en la calle?, se preguntaría el joven Siscu Baiges. El adulto Siscu Baiges ha ido este fin de semana a ver algunas películas que se han proyectado en los cines Girona en el marco del Festival de Cine y Derechos Humanos de Cataluña «Impacte». El lema de la edición de este año, la quinta, es «La derecha contra los derechos». En el cartel de promoción del festival aparecían los rostros de Donald Trump, Elon Musk, Víktor Orbán, Javier Milei, Marine Le Pen, Giorgia Meloni, Santiago Abascal y Sílvia Orriols. ¿Son ellos los culpables de que se vulneren los derechos de las personas que viven en las calles de Barcelona, Budapest, París, Roma, Madrid o Ripoll? La respuesta es, evidentemente, que no. Hay algo más de fondo que falla. El sistema capitalista es la respuesta que rápidamente me viene a la cabeza. E inmediatamente pienso que, como cambiar el sistema capitalista por otro parece misión imposible, por lo que habría que apostar es por recortar sus efectos más agresivos, más inhumanos, más injustos.

¿Un capitalismo de ‘rostro amable’ encontraría techo para todo el mundo que lo necesita? La pregunta llega, además, en un momento en que la problemática de la vivienda afecta a gran parte de la población de nuestras sociedades. ¿Se puede encontrar techo para las personas que no tienen al mismo tiempo que se ponen a un nivel asequible los precios de los alquileres y las hipotecas? Debería ser posible. Y sigo creyendo que son las opciones de izquierdas las que pueden o deberían poder encontrar la fórmula que lo permita.

La asistencia a las proyecciones del festival «Impacte» me generó dos reacciones. Una, la de la frustración de ver cómo en Irán matan a mujeres por quitarse el velo, en Hungría ganan elecciones los que prohíben la fiesta del orgullo gay y se acercan a Putin porque así dicen que su país vivirá en paz, o en Rusia impera un asesino. La otra, la constatación de que en Irán, en Hungría, en Rusia y en todas partes hay gente que lucha contra las injusticias y en defensa de los derechos humanos.

Frustración contra esperanza; extrema derecha, populismo y nacionalismo contra la voluntad de vivir en paz y respetándonos los unos a los otros. En una escena de la película «My Stolen Planet», de la directora iraní Farahnaz Sharifi, que ha obendio el premio al mejor largometraje del festival ‘Impacte’, un grupo de mujeres cantan la canción Imagine de John Lennon. Al músico británico lo asesinaron el 8 de diciembre de 1980, cuando Franco hacía cinco años que estaba muerto y yo ya sabía que los sintecho seguían en las calles de mi ciudad tras la desaparición de la dictadura.

Cuesta, pero no quiero que la frustración se imponga a la esperanza y la ilusión por el mundo que Lennon imaginaba.

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