El nuevo auditor de Laporta se somete a su primer examen reputacional

Los 100 millones de New Era Visionary Group del caso Olmo también están bajo la sospecha para Crowe Global, que no ve claro aceptarlos como un ingreso íntegro para esta temporada, sino prorratearlos por los 30 años del contrato, lo que arruinaría el 'fair play' financiero del Barça de cara a LaLiga y la renovación de Lamine Yamal

Joan Laporta i Dani Olmo - Foto: FC Barcelona

También en los despachos Joan Laporta se juega el resultado de la temporada en el ámbito económico y financiero, terreno en el que las expectativas no son, al contrario de las sensaciones que transmite el primer equipo, ni mucho menos alentadoras, pero sí sujetas a corto plazo a dos fechas clave, la de este lunes, 31 de marzo, límite para entregar a LaLiga un primer informe de auditoría sobre el cierre parcial de cuentas del curso, y la de 7 abril, cuando vence el plazo del Consejo Superior de Deportes (CSD) para resolver el futuro de Dani Olmo.

En el centro de interés de ambos desenlaces se cruzan dos situaciones a resolver de un mismo caso, el fichaje de Dani Olmo que Laporta no pudo inscribir ni en agosto del año pasado ni antes del 31 de diciembre por falta de fair play financiero. Solo lo consiguió finalmente bajo la extrema condescendencia del CSD, fruto de una decisión política que revocó la denegación inicial de la licencia del refuerzo estrella de la temporada por parte de LaLiga y de la RFEF.

Una parte del conflicto afecta ahora a la naturaleza de la operación con la que Laporta sedujo y convenció al CSD de que si el 31 de diciembre no había fair play financiero suficiente fue porque una transferencia bancaria de 28 millones se demoró por razones ajenas a la directiva azulgrana, a causa de la celebración del fin de año, y no pudo certificarse hasta el día 3 de enero.

Para ser precisos con el relato, Laporta engañó al jugador, Dani Olmo, a los socios y finalmente a la propia LaLiga, empezando por firmarle un contrato sin disponer del margen salarial suficiente dentro del mercado de verano. Si Olmo pudo jugar una vez iniciada la temporada fue porque se extendió a más de cuatro meses una lesión de Christensen, de manera que pudo colarse por el 80% del salario del jugador danés. Luego, desde agosto a finales de diciembre, Laporta acumuló otra serie de negligencias, torpezas y errores que le llevaron a encontrarse en el límite de la validez provisional de esa licencia, el 31 de diciembre, sin fair play financiero para la inscripción definitiva y legal del internacional azulgrana.

Fue una vergüenza para el club y otra exhibición de improvisación y de soberbia de un presidente incapaz de rehacer las cuentas del club ni de recomponer su fair play para fichar en condiciones como, por otra parte, viene prometiendo desde 2022, cuando pudo reforzarse con Lewandowski, Raphinha y Koundé, entre otros, gracias a una fraudulenta y embustera venta de Barça Studios que la propia patronal ha admitido como un gol de ingeniería y burla financiera del Barça.

De esa operación procede el estado de precariedad y de morosidad mórbida de las cuentas de Laporta, en las que se vio atrapado cuando se inventó la venta desesperada de asientos VIP por 100 millones, una operación que LaLiga no se creyó cuando exigió un certificado de solvencia de la sociedad, New Era Visionary Group, y el Barça no fue capaz de presentarlo, por la sencilla razón de que dicha sociedad, fundada el año pasado y beneficiaria de la exclusiva del nuevo Spotify en el ámbito de las telecomunicaciones, no ha podido acreditar aún una actividad real de negocio.

Laporta hubo de certificar, de urgencia, tarde y mal, un ingreso de 28 millones por el 40% de unos 300 asientos, para ajustar las cuentas a los ojos del Consejo Superior de Deportes y así forzar la cautelarísima que, según diferentes versiones, fue concedida a partes iguales por las presiones de la Moncloa -vía Carles Puigdemont/Pedro Sánchez- y del propio Florentino Pérez, en su caso para demostrarle a Javier Tebas que, si quiere, puede presumir de un poder superior al de la propia Liga.

Fue después de esa jugada de Laporta a toda velocidad, que LaLiga, a la vista de la identidad, origen y rastro de ese dinero, incluyó en sus alegaciones ante el CSD la certeza de que la operación procedía de un proveedor y apestaba a una especie de autofinanciación encubierta y con escasas garantías de cobrar dentro de un año el resto de los 42 millones restantes.

LaLiga busca, de hecho, la forma de dejar en suspenso esa contabilidad de 100 millones íntegra esta temporada y puede que encuentre en el propio auditor del Barça el aliado ideal, pues este mismo lunes debe decidir si se cree el cuento de New Era Visionary Group tal y como lo cuenta el presidente, o bien, como ha planteado de inicio, se inclina por prorratear esos 100 millones por los 30 años de la concesión para comercializar los asientos.

El argumento de Crowe Global, que se estrena con un conflicto tras suceder a Grant Thornton, sostiene que tanto por la temporalidad real del negocio como por la propia naturaleza de un activo que aún no posee de hecho el FC Barcelona, a falta de que Limak termine y entregue la obra de la reforma, junto al hecho de que su explotación estará sujeta desde el primer día del estreno a las directrices y el control de Goldman Sachs, en principio con la intención de retener el 50% de los ingresos de explotación del nuevo estadio, no procede asentar 100 millones de beneficios en el balance de la temporada 2024-25.

Este lunes debería resolverse esta cuestión clave tanto para las cuentas azulgrana de cara a LaLiga como para la imagen y la seriedad del nuevo auditor, que ya pasa un examen de cara al resto del sector tras haber manifestado su reticencia inicial a dar por bueno un primer informe de enero, firmado por una empresa auditora que no era Grant Thornton, sino un pedido de Laporta provisional a una consultora cuya identidad no ha trascendido, ni tampoco Crowe Global.

Si acepta la formulación que le propone Laporta, o no, será la clave de su relación futura, buena o mala, larga o muy corta. En cualquier caso, el desenlace ya dejará sombras de duda y de sospechas sobre si el presidente permite a los profesionales de Crowe Global trabajar con la independencia y el rigor de la que no han disfrutado los dos anteriores, Ernst & Young y Grant Thornton, y ha sido la principal causa de la separación de sus caminos.

La cuestión es que si a Laporta se le cae ahora el fair play financiero de cara al verano volverá a estar excedido y sin margen de maniobra para renovar a Lamine Yamal.

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