El insulto y la amenaza vuelven a ser moneda corriente de un sector intransigente del independentismo. En Cataluña, según la concepción de los círculos alineados con la extrema derecha catalanista, todo se vale, siempre que se dirija contra lo que consideran enemigo.
Sólo así se comprende el exabrupto, por ejemplo, del ex de Terra Lliure Fredi Bentanachs contra el nuevo director de la Casa de la Generalitat en Perpiñán. «Este impresentable imbécil de Christopher Daniel Person debe ser fulminado por las buenas o por las malas, un auténtico anticatalán disminuido intelectualmente, una desfachatez humana», bramó. El «pecado» de Chirstopher Daniel Person es haber dicho en el Parlamento que no usaba el término Catalunya Nord porque «el Estado francés solo reconoce la denominación de Pirineos Orientales, y yo, desde la delegación, tengo que conservar la neutralidad institucional; en un territorio que no es España, por respeto, debemos conservar la denominación oficial del Estado».
Por su parte, el inefable Ramón Cotarelo retuiteó un mensaje con la fotografía de un ciudadano. «Este individuo se llama Jorge Conejo, el amo del Café de París, establecimiento en la capital de Cataluña donde te expulsan si hablas catalán. Ya tiene cara de gilipollas», decía el texto. Este restaurante de Barcelona fue denunciado por el exconseller Miquel Buch, que aseguró que cuando habló en catalán a los camareros le negaron mesa y su reserva fue anulada, invitándolo a abandonar el local. La versión del restaurante desmiente el relato vendido por el exconseller.
El cupaire Antonio Baños también atacó: «Jordi Cunill (Jorge Conejo). El culpable. Un provenzal acomplejado. Jefe (chef) del Café de París, anticatalán. Boicot y señalamiento».
A raíz de las últimas sentencias del TSJC rechazando los recursos del Govern catalán contra las sentencias del 25% de castellano, el mallorquín Jaume Sastre, profesor jubilado para más inri, no se contuvo, y publicitó los nombres de los jueces de la sala que firmaban las providencias. «Aquí tenéis los nombres de los jueces racistas, supremacistas y genocidas según los cuales basta que un colonizador español exija la imposición de la lengua invasora en el aula para que el resto de alumnado y de familias se tengan que someter a la tiranía de las fuerzas de ocupación».
*Puedes leer el artículo entero en el número 1615 de la edición en papel de EL TRIANGLE.
