Esta semana, una delegación catalana encabezada por el consejero de Empresa y Trabajo de la Generalitat, Miquel Sàmper, visita China para explorar la atracción de nuevas inversiones y promover los intercambios comerciales con el gigante asiático. En paralelo, la agenda del presidente Salvador Illa continúa llenándose de reuniones de una gran potencia geopolítica que simbolizan el retorno de la Cataluña fraternal, pero, a la vez, ambiciosa y determinada.
El presidente de la Generalitat ha querido estar presente en los congresos que, en los últimos días, han celebrado las federaciones del PSOE de Aragón y Baleares, dos territorios hermanos que la politiquería de baja estofa -de unos y otros- ha intentado envenenar y enfrentar. Rehacer las relaciones con los vecinos de Poniente, muy deterioradas por décadas de incomprensión y de conflictos (trasvase del Ebro, obras de arte religiosas de la Franja, Juegos Olímpicos de invierno…), es un objetivo estratégico que Salvador Illa ha fijado en su viaje a Zaragoza y que ha recibido el pleno apoyo de Pilar Alegría, la nueva secretaria general de los socialistas aragoneses y próxima candidata a la presidencia del gobierno autonómico.
Trabajar conjuntamente con Aragón es inteligente y altamente beneficioso para Cataluña. Este territorio es la placa que conecta el Cantábrico con el Mediterráneo y se ha convertido en una potente plataforma logística ibérica, dada su proximidad con Francia. Además, se ha convertido un gran polo de producción de energías renovables (eólica y solar) que lo hace muy interesante para la ubicación de empresas punteras que demandan un gran consumo eléctrico, como los centros de datos.
Aragón ya no es una tierra empobrecida y condenada a la emigración de sus habitantes, como antes. La agroindustria ha creado una gran riqueza y los puertos de Tarragona y Barcelona son su puerta de conexión con el mundo. El eje Lleida-Zaragoza, unido por AVE y autopista, tiene un enorme potencial de crecimiento si rompemos los atávicos recelos y las falsas fronteras.
En el congreso del PSOE de Baleares, el presidente Illa ha protagonizado un acto conjunto con Francina Armengol, la presidenta del Congreso de los Diputados, y Ximo Puig, el expresidente de la Generalitat valenciana. Los tres han coincidido en reivindicar el federalismo como el instrumento más lógico y práctico para organizar el Estado español y, por extensión, la Unión Europea. Los tres han resaltado también la importancia de mejorar el actual sistema de financiación autonómica para garantizar unos servicios públicos de calidad para todos.
El triángulo Cataluña-Baleares-Comunidad Valenciana es un espacio de prosperidad construido sobre unas raíces muy profundas. La próxima y esperada entrada en servicio del corredor ferroviario del Mediterráneo intensificará, todavía más, los estrechos vínculos entre València y Barcelona, convirtiendo este eje en el necesario contrapeso a la fuerza centrípeta del Gran Madrid.
Desgraciadamente, el pacto de Carlos Mazón (PP) con Vox en el gobierno de la Generalitat valenciana es una grave distorsión a la fluidez y complicidad que tendrían que presidir las relaciones con las instituciones catalanas. Carlos Mazón ha quedado abrasado por su pésima gestión de la catástrofe de la DANA y, en vez de dimitir, se abraza a la extrema derecha para salvar el cargo. Patético.
En este punto de la historia, el auge del populismo faccioso es el gran peligro que confronta la civilización democrática europea y española. En esto, hay que ser claros y contundentes: ningún trato ni ningún acuerdo con aquellos que quieren destruir la convivencia social y estigmatizar a la emigración y a los sectores más débiles.
Alberto Núñez Feijóo se equivoca, dando luz verde al pacto del PP con Vox y abonando el discurso del odio. Tendría que tomar ejemplo de sus correligionarios de Alemania o del Parlamento europeo, que practican el bloqueo implacable de la extrema derecha, ahora alimentada por Donald Trump, en las instituciones democráticas.
Sin la presencia tóxica y perturbadora de Vox, el proyecto de la Euroregión Pirineos-Mediterráneo que, actualmente, formamos Occitania, Cataluña y Baleares, podría ampliarse a Aragón y a la Comunidad Valenciana. El fortalecimiento de este organismo es clave para el desarrollo y el futuro de los 22 millones de personas que habitamos este espacio privilegiado del continente europeo, pero, para que ello sea posible, necesita estar pilotado por europeístas convencidos en los cinco territorios implicados, sin interferencias de la extrema derecha euroescéptica.
El presidente Salvador Illa también ha estado en Madrid, donde ha pronunciado una importante conferencia en el Círculo de Bellas Artes, con la presencia de destacados dirigentes empresariales y políticos. Salvador Illa ha manifestado su voluntad que Cataluña encabece el progreso económico español, con la fórmula de la colaboración público-privada y la receta de la prosperidad compartida.
En el coto de Isabel Díaz Ayuso, el presidente de la Generalitat ha ofrecido una mirada diferente, posible y necesaria de España. Ha denunciado la absurda y perversa carrera por el dumping fiscal entre comunidades, que ejemplifica Madrid y que debilita los principios de solidaridad y de sostenibilidad del Estado del bienestar para todos.
El nuevo sistema de financiación que pregona el presidente catalán tiene uno de sus cimientos en esta anomalía madrileña, que hay que corregir. Los dos años de legislatura que le quedan a Pedro Sánchez tienen que servir para perfilar y aprobar un modelo de recaudación y de redistribución, diferente y mejor, de los recursos a disposición de las comunidades autónomas.
De la Cataluña cerrada y hostil con los vecinos que provocó el proceso independentista -bajo las presidencias de Artur Mas, Carles Puigdemont, Quim Torra y Pere Aragonès-, hemos pasado a una Cataluña abierta a todos los puntos cardinales, con un presidente que es muy bien recibido, tratado con dignidad y escuchado atentamente allá donde va. El presidente Josep Tarradellas tiene, finalmente, un buen heredero de su legado y maestrazgo como presidente de la Generalitat.
Cataluña ha vuelto. ¡Ya estamos aquí!