8 de marzo. Una situación preocupante

Este 8 de marzo, como cada año, una gran cantidad de mujeres volveremos a salir a la calle para acabar con nuestro papel subalterno en la sociedad, para protestar contra todas las desigualdades y violencias que todavía sufrimos y para seguir luchando por una sociedad más justa, sin guerras, sin marginaciones ni explotaciones.

Como mujer feminista y de izquierdas confieso que estoy muy preocupada, pues tengo la sensación de que en los últimos años estamos retrocediendo en lugar de avanzar.

Susana Alonso

Las agresiones y violencias hacia las mujeres no se acaban de erradicar (47 asesinatos por violencia de género y 36 menores huérfanos por el asesinato de sus madres). Los más jóvenes se están apuntando a las tesis de la extrema derecha (un 54 % de los hombres de entre 16 y 24 considera que el movimiento feminista ha ido demasiado lejos . Un informe del servicio Barnahus (Diario ARA, 6 de febrero de 2025) denuncia que en Cataluña, ocho menores son atendidos cada día por agresiones sexuales. Las redes sociales van llenas de mensajes machistas, aumentan la tiranía de la belleza femenina y facilitan el acoso en el ámbito digital. Por otro lado, las mujeres continúan trabajando en los sectores más precarios y mal remunerados, dedicando más tiempo a los cuidados y teniendo los índices más altos de pobreza.

En medio de este panorama tan preocupante el movimiento feminista cada vez está más dividido, y cada vez se ha desviado más de su enfrentamiento con el patriarcado y el capitalismo y se centra más en cuestiones culturales e identitarias». Como dice Adriana Cavarero, filósofa: » El enemigo de las feministas era el patriarcado. Ahora, por una parte, es la heterosexualidad ( El País. 24 NOV 2024 )». Y es que la Ley Trans, aprobada en 2023 ha sido uno de los detonantes que más han dividido el movimiento feminista y una parte de la izquierda.

El problema es que con la intención de asegurar los derechos de las personas Trans, cuestión en la que estamos totalmente de acuerdo, se han acabado imponiendo las ideas transgeneristas y la teoría Queer, que definen el sexo, no como una realidad biológica, sino como un sentimiento o identidad. La ley regula » la autodeterminación de género» que permite la modificación del sexo legal en el registro civil sin necesidad de presentar ningún informe médico. Esto es muy controvertido, sobre todo en cuanto a los menores: a los 16 años pueden realizar el proceso sin condiciones, entre 14 y 16 años es necesario el consentimiento de los representantes legales, y entre 12 y 14 años es necesario un aval judicial. También permite que a menores se les suministre hormonas sexuales (algunas Comunidades Autónomas ya lo permiten a partir de los 9 años), con efectos secundarios que pueden ser graves y permanentes.

En un momento de turbulencia emocional como es la adolescencia, la medicalización, sin explorar otras alternativas y sin ser del todo consciente de los peligros físicos que conlleva, puede llevar a arrepentimientos y a desviar hacia la transición otras problemáticas. Y, de hecho, ya está pasando, ya que cada vez hay más jóvenes (sobre todo chicas) que quieren transicionar y se están hormonando. Muchas jóvenes no se identifican con el modelo de mujer femenina e hipersexualizada que la sociedad les ofrece y buscan una salida en la autodeterminación, lo que conlleva una nociva respuesta médica a un problema social.

Por todo ello, quizás en lugar de un enfrentamiento dentro del feminismo, sería necesario más debate sobre estas cuestiones, escuchando a profesionales y mirando qué está pasando en otros países que llevan tiempo con leyes similares y ya están rectificando. En todo caso, yo creo que los problemas principales de las mujeres no son estos, que las vivencias, las dificultades y las reivindicaciones de las mujeres no son las mismas que las del colectivo LGTBI+. Quizás sería mejor no mezclarlo todo.

Hay que poner en el centro del debate feminista cómo podemos detener las agresiones, las desigualdades, la pobreza de las mujeres, y el retroceso ideológico de nuestros jóvenes. Hay que fortalecer una educación que ayude a los chicos a resolver sus frustraciones y desengaños sin violencia, y a las chicas que puedan transgredir los roles que la sociedad les adjudica sin tener que mutilarse de por vida.

En definitiva, en momentos tan complicados como el actual, con un aumento de la extrema derecha, con una terrible desigualdad económica, con guerras genocidas en marcha, y un retroceso en la ideología feminista, deberíamos estar más unidas que nunca y luchar por no perder los derechos conquistados y poder seguir avanzando.

Finalmente, no hay que olvidar que el patriarcado es una de las caras del capitalismo, y que no se pueden desvincular las violencias contra las mujeres de un sistema que promueve la mercantilización extrema de la vida y la normalización de la desigualdad, la explotación, la crueldad y la guerra.

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