Querer ignorar o no combatir el auge conservador, reaccionario y de extrema derecha que recorre Europa, Estados Unidos y otros países del mundo como Argentina, no sólo es una torpeza sino también una irresponsabilidad extrema.
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Este fenómeno, que se extiende como una sombra sobre las democracias modernas, amenaza los valores fundamentales de la libertad, la igualdad y la justicia que han sido el pilar de nuestras sociedades.
No hay que olvidar que los movimientos conservadores y reaccionarios se basan, en general, en el miedo y la desinformación para ganar apoyo, explotando las inseguridades de la población ante los cambios sociales y económicos.
Esta estrategia no sólo divide a las comunidades, sino que también erosiona la confianza en las instituciones democráticas y fomenta un clima de polarización y conflicto. La situación que actualmente vivimos en el Estado español es un ejemplo de cómo los movimientos conservadores y reaccionarios pueden influir en los estamentos de poder.
Recientemente, el presidente Pedro Sánchez ha denunciado la «internacional ultraderechista» y la «industria del fango» que difunden odio y desinformación, incluso desde las sedes judiciales.
Esta situación refleja la tensión entre los valores democráticos y los movimientos que buscan limitarlos. Por ello, es vital que la sociedad se mantenga vigilante y solidaria con aquellos que son perseguidos por defender la democracia. La desinformación y los ataques judiciales pueden crear un clima de miedo y desconfianza, haciendo que sea más difícil para los ciudadanos ejercer sus derechos democráticos.
Es necesario que los ciudadanos, los dirigentes políticos y las organizaciones democráticas de la sociedad civil se unan para contrarrestar esta tendencia. Ello implica no sólo denunciar las mentiras y la manipulación, sino también promover una educación crítica e inclusiva que fomente el pensamiento independiente y la comprensión mutua. Sólo así podremos construir una sociedad más justa y equitativa, capaz de resistir los embates del conservadorismo reaccionario y avanzar hacia un futuro más prometedor para todos y todas.
La situación actual es preocupante para muchos demócratas que ven como sus derechos y libertades están siendo amenazados. Hay que actuar contra los que utilizan la difamación y la persecución de los que defienden valores democráticos, ya que sino se pueden derivar consecuencias graves, como la represión de la libertad de expresión, la limitación de la participación política y la intimidación de personas que luchan por la justicia social.
Denunciar, además, la desinformación y los ataques judiciales debe ser una prioridad para todos los demócratas, ya que pueden crear un clima de miedo y desconfianza, hacer que sea más difícil para los ciudadanos ejercer sus derechos democráticos. Es crucial que la sociedad se mantenga vigilante y solidaria con aquellos que son perseguidos por defender la democracia.
Es cierto que estas dinámicas no son exclusivas del Estado español. En muchos países, los movimientos conservadores y reaccionarios están ganando fuerza, a menudo con el apoyo de medios de comunicación y empresas que difunden desinformación para desacreditar a sus oponentes. Esto crea un entorno hostil para los defensores de la democracia y los derechos humanos, que se encuentran bajo una presión creciente.
Por ello, es importante que los sectores populares se mantengan informados y activos en la defensa de los valores democráticos. Esto puede incluir participar en manifestaciones, apoyar a organizaciones que luchan por la justicia social y la libertad de expresión, y utilizar las redes sociales para contrarrestar la desinformación.
Combatir el odio y la desinformación es fundamental para construir una sociedad más justa y solidaria. Es importante que todos nos comprometamos activamente a desenmascarar a aquellos que intentan manipularnos y dividirnos. La solidaridad y el compromiso activo son claves para resistir estas fuerzas negativas y trabajar juntos para desenmascarar a los farsantes, encantadores de serpientes, que nos quieren sumisos y esclavos.
Con nuestro compromiso, nuestra solidaridad y el trabajo conjunto podemos construir una sociedad más justa y equitativa. Es importante que todos y todas nos impliquemos en la lucha contra el odio y la desinformación, y que trabajemos para defender los derechos humanos y promover valores de respeto y empatía para todos.