El ‘boom’ de la economía rusa. ¿Un espejismo?

La economía rusa vivió en 2024 un crecimiento de entre el 3,6 y el 3,9% del PIB, una cifra muy por encima de los crecimientos que registran la mayoría de las economías desarrolladas, mientras que la tasa de paro está sobre sobre el 2,3%. Las sanciones occidentales, que debían vaciar los supermercados de Moscú o San Petersburgo han fracasado. Faltan los perfumes y cosméticos que llegaban de Europa. En cambio, los vinos españoles, franceses o italianos están bien presentes en los escaparates y, si uno busca bien, todavía podrá encontrar alguna lata de Coca Cola. El gas y el petróleo que engordaban la economía alemana, ahora van a parar a la India y China. Los ingresos provenientes de los hidrocarburos ascendieron a 11,1 billones de rublos durante 2024, el segundo más elevado de su historia, sólo superado por los del año 2022, cuando el estallido de la guerra situó el precio del petróleo por encima de los 100 dólares durante unos meses.

Susana Alonso

El secreto del milagro económico vive Rusia es la guerra. Las fábricas de armamento trabajan las 24 horas del día y ocupan una cantidad ingente de mano de obra, lo que ha provocado un incremento de los salarios. La pregunta es, ¿qué pasará si callan las armas en Ucrania? Y a nadie se le escapa que el dinero que hoy alimenta la industria armamentística sale de otras partidas. Programas que debían destinar 400.000 millones de dólares en la mejora de las infraestructuras de transporte y las comunicaciones se han desviado íntegramente a la industria militar.

Este boom es el que genera el principal problema de la economía rusa, una inflación incontrolada que se encarnizó en los alimentos. Mientras el aumento medio de los precios en 2024 se situó en el 9,5%, los productos lácteos treparon hasta el 15,7%, liderados por la mantequilla, que se encareció un 36,2%. El récord lo ostentan, sin embargo, las hortalizas, con un crecimiento de 90,6% del precio de las patatas, provocado por una mala cosecha y las dificultades de encontrar proveedores. Las cebollas son un 46,6% más caras, las coles un 42,6%, la remolacha un 32,3%, la crema agria alcanza un 19%, las manzanas un 20,3 y el cordero un 23,1%.

No hay ningún indicio de que la inflación vaya a disminuir de forma apreciable en los próximos meses y la mayoría de los observadores ven demasiado optimista el objetivo gubernamental de mantenerla en torno al 5% este 2025, más cuando el propio gobierno tiene previsto aumentar las tarifas reguladas de la vivienda y el precio de los servicios comunitarios en un 11,9%.

Sí hay signos de un enfriamiento de la economía a pesar del mantenimiento del esfuerzo bélico en el sector industrial. El Banco Central fijó a finales del año pasado el tipo de interés en el 21%, una decisión que no ha gustado nada a los grandes empresarios del país, empezando por Sergei Chemezov, jefe de conglomerado estatal de defensa y tecnología Rostec, o el magnate del acero Alexei Mordashov.

Esta situación hace patente un desajuste entre las necesidades de mantener la producción necesaria para cubrir las necesidades del frente y garantizar una estabilidad social que puede verse cuestionada si continúan aumentando los precios. El Estado no tiene suficientes recursos para cumplir con los objetivos de crecimiento económico, estabilización de los precios y mantenimiento del gasto militar. De momento las empresas están dejando de solicitar créditos que apuntalen su crecimiento, no se hacen nuevas inversiones y la contratación de mano de obra está bajando.

También se devalúa el rublo, que en noviembre vio como su cambio bajaba más de un 8% en una sola semana. Hoy se cotiza en torno a los 102 rublos por euro, después de haberse llegado a situar en los 117 rublos por euro en diciembre.

Mientras tanto, el FMI prevé que el crecimiento del PIB ruso será este 2025 de sólo el 1,5% y muchos temen que el espejismo de bienestar que genera la industria militar se empiece a desvanecer este año por la retracción de otros sectores económicos. De momento se calcula que más de 200 centros comerciales del país están en riesgo de quiebra por la creciente deuda, casi un tercio de los transportistas temen por su supervivencia y MTS, la principal operadora de telefonía rusa, ha visto como sus beneficios caían un 90% en el tercer trimestre de 2024 por el alto coste de los intereses a los que debe hacer frente.

Algunas voces ya se han alzado para advertir que Rusia podría estar encaminándose hacia un escenario de crecimiento bajo e inflación alta, una estagflación muy similar a lo que vivió la URSS en los primeros años 80.

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