Rahola y Puigdemont fuerzan cambio de guión en Ripoll y Orriols gana

Jordi Turull ha dicho en la rueda de prensa que Junts ha celebrado esta tarde en Ripoll para justificar su giro de guión, rechazando sumarse a la moción de censura a Sílvia Orriols que, como dice la dicha «hay mil momentos para debatir, pero solo hay uno para decidir». Yo no creo que este argumento sirva para explicar lo que ha hecho de nuevo Junts en Ripoll tras marear la perdiz durante tres semanas haciendo pensar que se sumaría a un gobierno de coalición fuerte con el apoyo de once concejales para desbancar a Sílvia Orriols de la alcaldía, que gobernaba en minoría con solo seis de los diecisiete concejales del consistorio. Digo que ha mareado la perdiz de nuevo para acabar haciendo lo contrario de lo que anunciaba ya que eso mismo pasó hace veinte meses desde la noche de las elecciones municipales hasta el día que se constituyó el ayuntamiento.

Tengo claro que ayer lunes al mediodía los concejales de Junts de Ripoll se decantaban, al menos de puertas a fuera, por sumarse a la moción de censura que los 11 concejales de la oposición iban a registrar esta misma semana para echar de la alcaldía a Sílvia Orriols y formar un gobierno de Junts, ERC, PSC y quizá con el independiente ex convergente, Joaquim Colomer. Gobierno que tendría desde fuera el apoyo de los dos concejales de la CUP que votarían en favor de la moción pero que no exigían entrar en el gobierno para no volver a ser ellos la excusa con la que sectores empresariales de El Ripollès presionaron a Junts en junio de 2023 para que no se sumara ni apoyara un gobierno cuatripartito alternativo al de Sílvia Orriols.

Si una capacidad tiene Orriols es que como otros líderes de la ultraderecha saben marcar los tiempos de la agenda y el debate político, consiguiendo estar siempre en el centro de la polémica, lo que electoralmente les beneficia. Si Junts no hubiera mareado la perdiz entre la noche del domingo 27 de mayo de 2023 y el sábado 17 de junio, cuando se constituyeron los nuevos consistorios que escogían los alcaldes, dejando clara días antes su postura, el acceso de Orriols a la alcaldía de la capital del Ripollès no hubiera generado tanta expectación ni tensión mediática similar al de aquel thriller que hasta la última escena el espectador no conocerá el desenlace. Y si Junts, a quien el resto de partidos le daban ahora la alcaldía, hubiera dejado claro a qué jugaba desde hacía un mes, Orriols no hubiera acabado sintiéndose tan victoriosa como se siente ahora después de acaparar durante semanas titulares y opiniones de todo tipo.

La posibilidad de presentar hasta el próximo lunes una moción de censura para desbancar a Sílvia Orriols había sido provocada legalmente por la alcaldesa de Aliança Catalana que ejerció un mecanismo que la ley da a los ayuntamientos para gozar de estabilidad cuando, estando en minoría, les tumban los presupuestos. Orriols hubiera podido prorrogar de nuevo los presupuestos de 2023 pero decidió someterse a una cuestión de confianza vinculada a los mismos que si ganaba significaba que, como dice la ley, se aprobaban las cuentas. Pero si la perdía, como pasó, estos quedarían aprobados en treinta días si la oposición no conseguía ponerse de acuerdo con un candidato alternativo que con el apoyo de la mayoría absoluta encabezara una moción de censura. Y sencillamente no entiendo como si Junts no quería hacer más fuerte y tampoco quería echarla de la alcaldía al creer que podía ser contraproducente, no le aprobó los presupuestos el pasado 20 de enero. Me consta que en enero, precisamente para evitar que Orriols quedara reforzada con toda la polémica que hemos vivido de una posible moción de censura que podía fracasar como así ha sido, o que saliera victimizada y beneficiada si prosperaba, Junts valoró que a cambio de alguna pequeña modificación de los presupuestos, votaría a favor y que Esquerra se abstendría. Voto positivo y abstención que se justificarían con el argumento de que Ripoll no podía continuar eternamente sin presupuestos, prorrogando año tras año los de 2023.

Si Junts las tres semanas y media que llevamos no hubiera dado casi como seguro que lideraría la moción de censura si se daba a la número tres de la lista, Maria Bofarull, la alcaldía -los números uno y dos renunciaron hace meses- formando un gobierno en el que estarían ERC, PSC, quizá el independiente Joaquim Colomer, con la CUP apoyando pero quedándose en la oposición para no espantar al empresariado convergente, ahora Orriols no se sentiría tan fuerte. Pero haciendo esta marcha atrás cuando todo parecía encarrilado con el PSC que había confirmado que también entraría el gobierno para corresponsabilizarse del posible desgaste, que Junts anuncie que se echa atrás, lo que ha provocado es reforzar Sílvia Orriols.

Aunque quizás tardaremos días en saber cómo fueron exactamente las cosas ayer por la noche para hacer el cambio de guión anunciado este mediodía, lo que es cierto es que después de semanas con Pilar Rahola clamando desde las redes contra la pretensión de hacer caer a Orriols y de hacer una encuesta entre vecinos de Ripoll, ayer por la noche hubo una reunión en Ripoll a la que asistió Jordi Turull, los concejales actuales y el ex alacalde Jordi Munell, y donde probablemente intervino telemáticamente Carles Puigdemont, en la que Turull notificó a los tres concejales de Junts de Ripoll que no debían sumarse a la moción.

Hoy el joven concejal Ferran Raigon y Jordi Turull han explicado la decisión en rueda de prensa y ya se ha insinuado que probablemente alguna de las dos concejalas, quizá Montsina Llimós, sexta de la lista, quizá la tres, Maria Bofarull dimitirán, como también dimitirá dentro de unos días el cabeza de lista de la CUP, Dani Vilaseca, mientras Orriols quizá tararea de nuevo la canción «Deu pometes té el pomer, de deu una de deu una van caient«.

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