Los 32 trabajadores que quedan en plantilla de la empresa Cre-a, la filial del grupo Godó que se encarga de los trabajos de impresión, están en huelga indefinida desde el día 3 de febrero. Han tomado esta decisión después de que la dirección del grupo haya decidido cerrar y liquidar la planta donde se imprimían, hasta ahora, los diarios La Vanguardia y Mundo Deportivo. Este lunes pasado, los huelguistas han realizado una concentración de protesta contra este cierre empresarial frente a la sede central del grupo, en la plaza Francesc Macià de Barcelona.
El comité de empresa de Cre-a, tras analizar los últimos balances de la sociedad, considera que ésta es viable y culpabilizan a la cúpula del grupo Godó de haber tomado la decisión estratégica de desprenderse de su taller de impresión del polígono de la Zona Franca, que fue inaugurado en el año 2007. La planta de Cre-a es una de las más modernas del sur de Europa, con capacidad para imprimir 85.000 diarios a la vez y requirió una inversión de 110 millones de euros, que ahora se colarán por el fregadero.
En el momento de máxima actividad, en estas rotativas se imprimían, además de las publicaciones propias del grupo Godó, los diarios de Prisa (El País, As y Cinco Días) para Cataluña, L’Ara, 20 minutos, El Punt Avui… Pero la mala política comercial de la dirección de Cre-a, hizo que todos estos trabajos a terceros se acabaran perdiendo y la plantilla, que había llegado a tener 100 trabajadores, se fue apretando, hasta llegar a la extinción total que ahora pretende la empresa.
Ya es fuerte que La Vanguardia, que pasa por ser el diario más importante de Cataluña y el tercero de España, se quede, por primera vez en su historia centenaria, sin planta de impresión. Desde hace unos días, el buque insignia de los Godó imprime sus dos ediciones, en español y catalán, en Zaragoza, en los talleres del diario el Heraldo de Aragón, y en la rotativa industrial Rotimpres, de Girona.
Pero el plan para desmantelar esta instalación industrial ya viene de lejos, según explican los trabajadores a EL TRIANGLE. Por ejemplo, el moderno edificio donde se ubican las rotativas, que fue inaugurado por el expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, fue vendido hace ya dos años a la empresa inmobiliaria Goodman y los terrenos son de alquiler.
A pesar de las copiosas subvenciones e inyecciones publicitarias que recibe de las administraciones públicas, catalanas y españolas, el grupo Godó es, desde hace años, un transatlántico que navega a la deriva. Es con operaciones extraordinarias, como la venta de la inmensa nave que ocupa Cre-a o del 20% que tenía de la Cadena SER por 45 millones de euros, que ha ido trampeando en los últimos ejercicios.
Los principales activos que gestiona el grupo son, además de La Vanguardia y Mundo Deportivo, las emisoras de radio RAC 1 y RAC 105. Según las cuentas del año 2023, el grupo tuvo unos ingresos de 170,5 millones de euros, de los que el 58% procedían de sus publicaciones de prensa y el 13% del negocio de la radio. En este ejercicio declaró unos beneficios de 495.510 de euros, pero en 2022 había tenido unas pérdidas superiores a los 5 millones.
El futuro del grupo Godó no está nada claro. Javier de Godó, conde de Godó y presidente de la compañía, es la cuarta generación de los propietarios de La Vanguardia y quiere mantener el legado recibido. En cambio, su hijo y heredero, Carlos Godó, consejero delegado del grupo, es más pragmático y, según se comenta intensamente, sería partidario de abandonar el negocio mediático familiar y venderlo al mejor postor.
Que La Vanguardia se quede sin imprenta propia es un fracaso empresarial y un síntoma de esta inexorable decadencia.
*Puedes leer el artículo entero en el número 1609 de la edición en papel de EL TRIÁNGULO.