Injusta inseguridad vial

La lentitud judicial con la que se resuelven muchos casos en España es un hecho preocupante que genera dolor, angustia e indignación. Sentimos que la justicia nos falla. La burocracia, las dilaciones, los intereses y la carga excesiva de trabajo en los juzgados por falta de recursos provocan que los procesos se alarguen durante años, dejando a las víctimas atrapadas en un largo período de vulnerabilidad emocional y con sentencias a menudo injustas.

Susana Alonso

Es necesario hablar de ello por todos los medios posibles. Debemos ser conscientes de que vivimos en un estado de derecho —o al menos eso nos dicen— y, por tanto, es una obligación moral reclamar que se modifiquen leyes y artículos del Código Penal sobre el homicidio imprudente y que se tomen más medidas cautelares para que la justicia sea realmente justa. Son muchos los casos que evidencian que esto no es una opinión, sino un hecho. Y quiero hablar de un caso en concreto… De una maravillosa persona, de Josep Boan.

Un joven de 20 años con toda la vida por delante, sueños, ilusiones y un futuro prometedor que le arrebataron. Josep no solo fue una víctima de un accidente de tráfico, aunque los hechos ocurrieron mientras circulaba por una carretera. Por encima de todo, fue víctima de homicidio imprudente, y así lo indica la misma sentencia.

Hablamos de un chico con un camino lleno de potencial que no pudo concretarse por culpa de un monstruo al volante, con nombre y apellidos, que conducía un coche de forma extremadamente imprudente… El monstruo del 116. Cuando se hace tan poca justicia a un daño irreparable de esta magnitud, no solo se falla a la víctima, sino también a toda la sociedad.

¿Cómo es posible que, cometiendo una imprudencia tan grave como circular a más de 116 km/h en una carretera de Galicia llena de curvas donde el límite de velocidad era de 70 km/h, nunca entrara en una comisaría y nunca haya ido a prisión ni siquiera de forma preventiva? Debemos tener en cuenta que en todo momento el perito de la acusación indicó que el monstruo circulaba a 130 km/h… Así que no, no se trata de un accidente de tráfico, se trata de un acto extremadamente temerario donde un monstruo al volante nunca pidió disculpas a su familia, sino que prefirió lucir en las redes sociales el tatuaje «116» en el brazo, de forma pública y orgullosa, lejos de mostrar cualquier signo de culpabilidad o empatía.

Josep no solo tuvo mala suerte al encontrarse con un coche conducido por un temerario homicida. Fue víctima de la inseguridad vial y posteriormente de la injusticia judicial para él, sus padres, hermana, seres queridos… La justicia, lejos de reparar mínimamente un dolor que no tiene precio ni solución, pero sí con la obligación de castigar hechos como estos de forma contundente, evidenció la falta de humanidad y rigor. Una muestra del fallido y negligente sistema es que solo un 2% de los delincuentes viales acaban ingresando en prisión.

Son muchos los casos donde la pena no se ajusta ni de lejos a la gravedad de la vida perdida o de la familia rota por cualquier acto injusto, como puede ser un homicidio imprudente en la carretera en este mismo caso en el que, además, su padre lo presenció todo a tan solo 15 metros. Igual que sabemos que la justicia no es solo una cuestión de castigo, también debe equilibrarse el desequilibrio creado por un sistema fallido que deja en libertad a monstruos que deberían estar en prisión. Cuando el culpable no recibe una condena severa, se envía un mensaje de impunidad a aquellos que, por imprudencia o negligencia, pueden llegar a causar daños graves o incluso la muerte de otras personas. El sentimiento de las víctimas es el de ser tratadas como ciudadanos de segunda, ya que el sistema parece no entender la profundidad del mal que causan también muchas sentencias judiciales, donde a veces parece que se mire más por la parte acusada que por la víctima. ¿Es de extrañar que la gente tenga miedo de denunciar o directamente renuncie?

La responsabilidad civil y penal es vital, también en las carreteras, y la DGT no hace lo suficiente en términos pedagógicos. El marketing puede ser una herramienta, pero cuando hacen campañas populistas o incluso incoherentes, generan el efecto contrario al que buscan. Tener monstruos como el del 116 sin haber pisado ni siquiera un segundo la prisión es una muestra más de la falta de respeto de la justicia y del sistema en sí hacia las víctimas, la verdad, el honor y también hacia la prevención para todos los que circulamos correctamente por las carreteras, como siempre hizo el propio Josep.

Que nadie te diga «descansa en paz Josep», porque no te tocaba descansar ni lo querías. Que tu testimonio sirva para mostrar el engranaje nefasto del sistema, empezando por el monstruo del 116 y terminando por la misma justicia negligente.

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