Cada 6 de julio de cada año se celebra, ininterrumpidamente y de manera poco concebible, el Día Internacional del Beso Robado. La acción, la de robarle un beso a alguien, consiste en el acto de un individuo que planta un beso a otro sin preguntar, pedir o verificar si lo desea previamente, siendo considerada una práctica de acoso y abuso. Así, desconozco, no entiendo y me pregunto por qué se le dedica un día, con toda su pompa, a una vileza de estas especificidades. La efeméride tiene su origen mundial en el año 2006, pero se celebra anualmente en Gran Bretaña desde el siglo XIX, aunque no haya registros exactos que ayuden a conocer quién lo impulsó o cómo interpretar la iniciativa.
En 2023, 45 días después del citado 6 de julio, el entonces presidente de la federación española de fútbol, Luis Rubiales, robaba un beso a la jugadora de la selección española Jenni Hermoso; lo hacía en la entrega de medallas después de que la selección se convirtiera en campeona del mundo y después de que el antediluviano individuo, en el palco vip de Sydney, y en presencia de la reina Letizia y de la infanta Sofía, entre otros, se cogiera los genitales a modo de celebración. Aunque Rubiales jura y perjura que pidió permiso para hacerlo —el ya famoso «piquito»—, Hermoso lo niega, y de las imágenes se desprende que el asalto del ósculo no fue consentido.
El beso de Rubiales a Hermoso recuerda el guiño de la muerte de El Padrino II del mayúsculo Francis Ford Coppola, en el que Michael Corleone, interpretado por el no menos gigantesco Al Pacino, le hace al personaje de John Cazale, en la ficción su hermano Fredo Corleone, atrapándolo por la nuca entre sus dos manos para que no pueda librarse de él. La mítica escena cinematográfica se enmarca en una frase que ha quedado en la historia: «me has roto el corazón», que le dice Michael a Fredo tras besarlo y decirle: «Sé que fuiste tú». Así, y salvando todas las distancias que se tengan que salvar, ya querría Rubiales ser Al Pacino, el despropósito me ha recordado la escena.
En cuanto al beso robado, la ministra de Igualdad de aquel momento, Irene Montero, lo resumía con precisión: «No demos por hecho que dar un beso sin consentimiento es algo ‘que pasa’. Es una forma de violencia sexual que sufrimos las mujeres de manera cotidiana y hasta ahora invisible, y que no podemos normalizar. Es tarea de toda la sociedad. El consentimiento en el centro. Solo sí es sí». Pues eso, que Hermoso no dijo ‘sí’, ergo era un ‘no’, y que por muy día internacional que se celebre, el peso de la justicia tiene que caer sobre Rubiales porque, como decía Michael, sabemos que fue Rubiales.