Escándalos económicos, escándalos sexuales y escándalos políticos. Al Consell de la República no le falta de nada para ser carne de informativos de sucesos. El hasta ahora vicepresidente, Toni Comín, que opta a la presidencia en las elecciones que se celebran entre el 8 y el 12 de febrero, acapara todos los titulares relacionados con el Consell desde hace meses, empezando por más de 15.000 euros en gastos presuntamente indebidos hasta la última denuncia por acoso sexual interpuesta por un exasesor del grupo de Junts en el Parlamento europeo.
Los sucesivos escándalos han provocado un terremoto en los círculos independentistas que habían puesto sus esperanzas en este órgano ideado por Carles Puigdemont en 2017 para crear una fuente de financiación tras su huida. La proximidad de las elecciones internas ha actuado como potenciador del eco de las denuncias. A la presidencia del Consell se presentan seis candidatos, pero Toni Comín salía como favorito. Su rival más fuerte, Jordi Domingo, ya le ha invitado a retirarse de la lucha electoral. El futuro inmediato del Consell promete tensión.
La entidad siempre ha dado mucho de que hablar: nació por ser un ejemplo de transparencia y democracia y ha resultado ser el organismo más opaco y antidemocrático del independentismo. Cuando la Assemblea de Representants comenzó a pedir explicaciones en 2023 –prometidas cien veces por Puigdemont, pero nunca aportadas– sobre la financiación y el cómputo de gastos, el presidente del Consell eliminó por decreto este órgano. Muerto el perro, muerta la rabia: el Consell de Govern –cuyo presidente era Puigdemont, y su vicepresidente, Comín– ya no tenía que rendir cuentas a nadie.
Sus métodos, borrar de un golpe el organismo, por decreto publicado en el fantasmagórico Butlletí Oficial del Consell de la República, fue el detonante para que las bajas de militantes fueran constantes durante meses. Y así siguió hasta ahora, con un órgano desprestigiado, anquilosado y aturdido, incapaz de movilizar a sus propios activistas. La situación se iba pudriendo, pero Puigdemont continuaba asegurando que era un ejemplo de transparencia, mientras los militantes se iban y las donaciones bajaban en picado.
Aun así, por el Consell de la República pasan cada año alrededor de un millón de euros, entre los regalos de determinadas empresas y corporaciones y las aportaciones de activistas convencidos. En el último año, según los rumores internos, esta cifra bajó a menos de la mitad, aunque oficialmente no se han facilitado nunca las cuentas. En su página web figuraba que tenía más de 103.000 inscritos, cuando la verdad, según una fuente crítica que se fue hace años, «esta cifra es mentira. Muchos nos hemos dado de baja, pero sigue apareciendo la misma cantidad de inscritos en su página web. Los militantes actuales no llegan, posiblemente, ni a la cuarta parte».
Guerra sucia
Comín ya había sido denunciado por sus métodos autoritarios y la guerra sucia librada dentro del Consell contra quien le molestaba. Los activistas más perspicaces denunciaban gastos suntuosos en muebles, grandes comidas y autopropaganda. Después, Comín se enfrentó a los gestores de CatGlobal, la entidad que ampara jurídicamente al Consell en Bélgica y la que la nutre de dinero. Mientras los gestores decían que había cobrado dinero indebidamente, Comín aseguraba que todo estaba justificado y que ya estaba aclarado todo. Pero la verdad es que había asumido, sin serlo, las funciones de director financiero y dejó el Consell cerca de la quiebra. Por falta de fondos, sus seis empleados, por ejemplo, fueron enviados al paro, a cobrar de Fogasa.
El 24 de enero pasado, Miquel Verdaguer, presidente de la junta gestora del Consell, emitió un comunicado en el que desmentía las afirmaciones de Comín. «La junta ha podido confirmar, tal y como recoge la auditoría, que en el momento en que se llevó a cabo por parte del exvicepresidente, con funciones de director financiero, del Consell de la República, la disposición de las cuantías previstas en concepto de ayudas al exilio y de los gastos considerados por el auditor como no justificados, lejos de existir un superávit, el endeudamiento del Consell ponía en riesgo su viabilidad financiera». O sea, la quiebra de la entidad estaba muy cerca.
El escrito es muy claro cuando afirma que «el método y el criterio aplicados por la dirección financiera, para poder permitir al Consell el mantenimiento de una masa salarial, asociada a la estructura técnica, sobredimensionada y los gastos descritos, demorar o no pagar a los proveedores» ha provocado que «el acumulado de ingresos sea inferior al gasto y, por tanto, tenga un déficit patrimonial. Este déficit se ha financiado básicamente con el retraso en el pago a proveedores». Este déficit está cifrado en más de 58.000 euros.
Verdaguer recuerda que el último Consell de Govern asumía las conclusiones de la auditoría, incluidos más de 15.000 euros pagados a «un cargo que ya dispone de ingresos propios». O sea, Toni Comín, a quien acusa de ser el único ‘exiliado beneficiario’ de los fondos del Consell. La junta gestora denunció también «presiones y requerimientos verbales» a Miquel Verdaguer para que «modificara, a demanda, el contenido relativo a los gastos del exvicepresidente».
Pero las últimas noticias han dejado a Toni Comín al borde del abismo, no solo por su comportamiento presuntamente lascivo e indecoroso con un trabajador, sino porque los hechos habían sido puestos en conocimiento del presidente de este órgano, Carles Puigdemont, que no hizo nada para repararlos. Tras conocerse el escándalo (del que ya se hablaba en determinados círculos desde hace más de 15 días), Junts se apresuró a abrir una investigación interna por si la conducta de Toni Comín es censurable.
El exasesor del grupo parlamentario acusa al vicepresidente del Consell de excederse acariciándolo, de entrar en su habitación con el pretexto de hacerle un guiño de buena noche, de meterse en el cuarto cuando se estaba vistiendo, de realizar comentarios sexuales de alto voltaje, de hacerle preguntas de abierto signo sexual sobre sus relaciones con su mujer y de proponerle un trío con otro hombre.
Un ambiente irrespirable
Esta denuncia se suma a la que hizo hace pocos días el rapero Valtònyc, que en una carta advertía a Junts que fuera con cuidado con Comín. Afirmaba que cuando trabajaba para el Consell de la República como responsable informático de las donaciones «había descubierto transferencias personales a su cuenta mientras las deudas del Consell con los proveedores crecían o las donaciones disminuían. De hecho, yo mismo era uno de esos proveedores, con facturas pendientes de seis meses. Cuando reclamé el pago, me dijo que los ingresos eran para otros proveedores con más necesidades, como los que eran padres de familia, y que no tenía que ser tan insolidario. (…) Lo que Comín ignoraba es que yo podía ver los movimientos de las cuentas gracias a mi rol informático en CatGlogal».
Otra de las presuntas irregularidades denunciadas por el rapero es «priorizar los pagos de deudas a una empresa de su confianza con las donaciones producidas para el retorno del presidente. Fondos que podrían haber servido para apoyar a los mossos suspendidos de trabajo. Ya pasó que una persona que cuestionó el trato favorable a esta empresa fue despedida injustamente». La empresa a la que se refiere Valtònyc es Iniciatives Events, para la que también trabajaba Betona Comín, hermana del político, que compaginaba algunas colaboraciones con la empresa con su papel en la «cocina» del Consell de la República. En resumen, Valtònyc asegura que Comín es «un peligro potencial si controla herramientas (en declive, pero aún potentes) como lo es el Consell. Durante las negociaciones por la amnistía, vi cómo actuaba de manera egoísta, priorizando sus intereses personales por encima del bien colectivo».
«Toni Comín es la persona más mala y embustera que he conocido en la política. Vivió siempre del apellido de su padre y pasó por todos los partidos: desde el PSUC hasta Ciudadans pel Canvi, pasando por PSC, ERC y ahora, Junts. Ha pasado por todas partes y en todas partes ha dejado enemigos. Nunca ha dejado amigos», explica un antiguo alto cargo de Junts.
Esta fuente conoció de cerca la opulencia de Waterloo. «A Valtònyc le dieron trabajo como informático para que pudiera vivir de algo mientras estaba con ellos, pero le pagaban una miseria y acabó yéndose por sus topadas con Comín. El ambiente en la casa de la República terminó siendo irrespirable».
De manera sorprendente, el Consell de la República ha borrado de su web toda la actividad que se había desplegado hasta ahora, incluyendo el boletín oficial inaugurado por Puigdemont, los comunicados, los estatutos, los vídeos, la composición de los gobiernos que había tenido hasta ahora y cualquier enlace que pudiera llevar al pasado.
Ni siquiera se cita a Puigdemont y solo se alude a que «en la reunión del día 12 de octubre, el presidente del Consell expuso su intención de optar a la presidencia de su partido político, Junts per Catalunya, y que si resultaba escogido por su militancia, consideraba que no podía seguir liderando el Consell de la República». Pero ni una vez se cita a lo largo del extenso texto el nombre de Puigdemont o cualquier otro dirigente. Es una ruptura simbólica con el pasado, una manera de decir que lo que no se escribe, no existe, aunque la opacidad, la manipulación y los errores del proyecto no se podrán borrar de la memoria colectiva de los catalanes.
*Puedes leer el artículo entero en el número 1608 de la edición en papel de EL TRIANGLE.