Junts y la derrota de todos

Hace muchos años, quizá era 2018, Jordi Amat escribió en una reseña sobre uno de mis ensayos que servidor era un anticonvergente de manual. Ahora, pasado el tiempo, lo hemos recordado más de una ocasión entre risas.

Tenía toda la razón. Nunca he soportado al antiguo partido de Jordi Pujol. De pequeño me recordaban a la Democracia Cristiana en cutre, dándome un poco de pánico aquellos hombres uniformados que, supuestamente, eran los responsables de levantar un país que no sé cómo pudo funcionar con un 3% menos de todo, pero claro, ellos eran la superioridad moral i creían hablar en nombre de los catalanes.

Las cosas no han cambiado mucho. Durante el procés escribí muchas columnas de opinión y análisis en las que Artur Mas y sus acólitos, como podéis imaginar, no recibían muchos elogios. Entonces, la cuestión fue intuir como un grupo ajeno a Barcelona se preparaba para tomar el poder.

Así fue como, a partir de 2015, los fanáticos de provincias ocuparon las más altas posiciones del nuevo invento bautizado Junts para lo que fuera. Rull, Turull, Homs y Puigdemont parecían gemelos estéticos y jamás se preocupaban por legislar, pues lo más importante era proseguir con el insoportable ruido y hacer creer a sus fieles que trabajan con mucho esmero en pos de la causa suprema.

Entonces, y aún hoy en día muchos no se le toman nada bien, dije con todas las letras que cierta deriva de la formación no era sólo conservadora, sino de extrema derecha, ejemplificándolo poco después la señora Laura Borrás, de la que no entiendo como no cumple condena en una cárcel, catalana.

Aprobar leyes no era para ellos y la cosa no se modificó mucho una vez se proclamó su sueño y muchos tomaron las de Villadiego porque eran muy valientes y se preocupaban por su pueblo, al que nunca llaman ciudadanía porque no quieren pensamiento crítico, sólo masa a explotar, masa rocosa porque en las eleccions Junts nunca muere, baja, pero jamás desaparece.

Un ingenuo podría afirmar sin temor a equivocarse que con la negación del decreto omnibús ha arribat l’hora segadors, ara és l’hora d’estar alerta. No sé si Miriam Nogueras lo ve así, al menos ese miércoles reía mucho, feliz por joder a tantos españoles, entre los que hay muchos catalanes.

La diputada continuó con su sempiterna desfachatez en múltiples medios de comunicación, en los que mintió en torno al IVA de lo que tumbaron, inexistente, como inexistente es la posibilidad que la banda del passatge Bofill, donde su lema es pequeñito porque deben tener conciencia de cómo son de execrables, tenga intención alguna de hacer política, salvo para vender el humo de la separación con España.

De mientras se han cargado una de las medidas más valientes de la historia democrática: el abono recurrente para cercanías, que ha ahorrado miles de euros a muchos ciudadanos, ahora obligados a pagar más, mucho más, para adquirir sus tickets ferroviarios. Muchos de estos pasajeros quizá son jubilados y otros lo usan para ir al trabajo. Desde el jueves 23 todos cobran menos y a Junts le da más bien igual.

También, pues todo debe mencionarse, podríamos criticar la nulidad de los socialistas, pues si hubieran realizado bien su trabajo no se pararían todos estos dones de un día al otro. Lo que más sorprende, pues la acción de los convergentes es hasta previsible, es cómo los millones de afectados no mueven un dedo para protestar porque el Sistema ha conseguido sedar a la mayoría y propulsarla hacia un individualismo estéril, incapaz de generar un sentido crítico que le permita unirse con los demás, hacer frente común y luchar por el bien general.

Quizá algunos son viejos y expresarán su voluntad en las urnas, legales. Otros preferirán creerse revolucionarios y postean desde el sofá en las redes sociales, adictos sin muchas luces, emocionados con eso de dar batalla a Musk en su reino, una estupidez suprema sin pies ni cabeza.

La batalla, amigos y amigos, debe darse en la calle. Si todos los perjudicados por la miseria moral de Junts se movilizaran tendrían miedo y este no debe ejercerse con violencia, innecesaria si hay fuerza para caminar juntos como si fuéramos la pintura que encabeza la película Novecento, de Bernardo Bertolucci.

Algunos dirán que ha pasado mucho tiempo desde su estreno en 1976. Sí. ¿Y? También llevamos años de recortes sociales, inaugurados en Cataluña por un convergente que gracias a los mismos sacó banderas, y nadie se queja, error más que fatal, derrota colectiva que aún podemos revertir si en vez de procesos vacíos activamos la causa social, haciéndola cuajar.

Nada es instantáneo, pero sin movernos corremos el riesgo de parecer imbéciles cuando lo son otros.

(Visited 99 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario