Un partido con representación en la cámara parlamentaria de un país europeo ha colgado un mensaje en la red social X proponiendo que se insulte a los periodistas de cuatro medios de comunicación y se les arranque los micrófonos. Estamos en el año 2025, estamos en la Europa de las libertades y el respeto de los derechos humanos. ¿Qué hay que hacer? ¿Cómo se debe sancionar esta actitud? ¿O hay que dejarlo pasar como si fuera lo más normal del mundo en un país democrático?
El país es España. El partido es Vox. Y los medios a los que este partido reclama que se insulte a sus periodistas y se impida su trabajo son La Sexta, TVE, la SER y el Canal Red. El mensaje está planteado como un concurso de lanzamiento de micrófonos, se dice que «el ganador se llevará el premio al periodista más violento y todos los participantes entrarán en el sorteo de una querella», que «el momento más adecuado, en directo a ser posible» y que «se puede insultar o no decir nada, lo que sea más cómodo».
Antonio Maestre, periodista que colabora en medios como La Sexta o eldiario.es, se quitó de encima a Vito Quiles, un activista ultraderechista que lo incordiaba, cogiéndole el micrófono que llevaba y lanzándolo lejos. Vox ha reaccionado en las redes con este llamamiento a atacar a los periodistas de los medios mencionados. Aquí no tenemos un Manos Limpias o un Hazte Oir que lleven una captura de pantalla a los juzgados para pedir que se procese a la dirección de Vox por incitar a la violencia contra periodistas. Tampoco hay jueces Hurtados ni Peinados, ni sin peinar, que acojan con entusiasmo las denuncias.
Santiago Abascal es un devoto seguidor de la forma de ser y hacer de Donald Trump, que odia a los medios de comunicación que no le cantan sus gracias y les hará la vida imposible tanto como pueda a partir de hoy, cuando tome posesión de la presidencia de Estados Unidos. Jeff Bezos lo ha entendido rápidamente y ha ido corriendo a agacharse ante Trump para poner The Washington Post, Amazon y lo que haga falta a su disposición. Y Trump, que es amigo de sus amigos, ha invitado a Abascal a su toma de posesión. A Pedro Sánchez no lo quiere ni ver.
La justicia de Estados Unidos no ha demostrado ser nada eficaz cuando ha permitido que el hombre que instigó el asalto al Capitolio hace cuatro años, con cinco muertos a sus espaldas, recupere ahora la presidencia. Lo han condenado por 34 delitos pero ni eso ha detenido su regreso a la Casa Blanca. Pintan bastos en la política mundial y en la nuestra.
La pregunta que debemos hacernos en todo el mundo es cómo paramos la fachosfera, la periodística, la judicial y la política. Yo empezaría por quitarles a Elon Musk y a Mark Zuckerberg sus juguetes y por cerrar las puertas físicas y digitales a los ultraderechistas que se hacen pasar por periodistas. No sé cómo pero lo veo higiénico, imprescindible y necesario para que la sociedad justa y solidaria que deseamos avance en vez de retroceder como pretenden estos ultraderechistas amantes de la violencia, la amenaza física y la querella judicial.