La transición energética avanza con mucho retraso en Cataluña. El Govern de Salvador Illa ha decidido desbloquear con urgencia los expedientes que se habían demorado por trabas burocráticas para acelerar la implantación de nuevos parques eólicos y fotovoltaicos.
Sin embargo, si se quieren cumplir los objetivos de descarbonización fijados por la Comisión Europea (50% de producción de energías no contaminantes para 2030 y 100% para 2050), en Cataluña no bastan los molinos de viento y las placas solares, que además generan electricidad de manera irregular, en función de la meteorología. Los ingenieros han llegado a la conclusión de que la clave de bóveda para alcanzar esta meta son las centrales hidráulicas reversibles.
Esta tecnología energética consta de dos grandes depósitos de agua –uno superior y uno inferior– que se retroalimentan. Así, el depósito superior actúa como una gigabatería que deja ir el agua para la producción de kilowatts cuando el sistema eléctrico lo necesita. El depósito inferior, que puede ser un lago o un embalse, recibe esta agua y se vuelve a bombear al depósito superior, aprovechando los excedentes eléctricos que se producen en momentos de bajo consumo.
En Cataluña ya hay dos centrales hidroeléctricas que funcionan con este sistema: la de Tavascan-Montamara, inaugurada en 1972; y la de Sallente-Estany Gento, en 1985, con una potencia conjunta de 534 MW. Pero el objetivo de la Generalitat es que, en el horizonte de 2030, la energía hidráulica reversible aporte al sistema 2.034 MW.
Por lo tanto, se ha iniciado una carrera en Cataluña para la construcción de nuevas centrales con esta tecnología, que, según un estudio del Colegio de Ingenieros, podría generar hasta 14 GW y garantizar la soberanía energética. Los dos proyectos más maduros son los que se promueven en el embalse de La Baells (Berguedà), con una potencia de 0,54 GW, y el de La Fatarella-Riba-roja (Ribera d’Ebre), de 3,4 GW. Este último ya ha recibido una subvención de 9 millones de euros del Gobierno central para salir adelante.
Pero la futura central de La Fatarella-Riba-roja merece el rechazo frontal de los grupos ecologistas y de defensa del territorio de Les Terres de l’Ebre. En un manifiesto firmado por 17 entidades, se denuncia que este proyecto provocará grandes estragos ambientales y que solo servirá para producir la energía que necesitan las grandes conurbaciones del litoral, como la zona industrial de Tarragona o la metrópoli de Barcelona. Los ecologistas se manifiestan, como es obvio, a favor de las energías renovables, pero afirman que estas deben implantarse cerca de allí donde se consume.
*Puedes leer el artículo entero en el número 1605 de la edición en papel de EL TRIANGLE.