Los aeropuertos no solo son las principales puertas de entrada a un país, son también unos importantes catalizadores del desarrollo económico de los territorios donde se ubican. Actúan como factores clave de conectividad y contribuyen a impulsar su crecimiento y su competitividad.
Más allá del transporte, su existencia genera riqueza, directamente con la creación de puestos de trabajo e inversiones, e indirectamente gracias a la dinamización de los sectores empresariales del entorno. En el caso de Cataluña, un estudio del Laboratorio de Economía Aplicada (AQR-Lab) de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona pone cifras a lo que supondría para la economía catalana el desarrollo del Aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat.
Según los resultados de este estudio, sólo la ejecución de las obras implicaría una creación directa de puestos de trabajo de 3.200 profesionales al año, especialmente en los sectores de servicios técnicos de ingeniería y arquitectura, a la vez que de la construcción.
Más allá, cuando el futuro aeropuerto estuviera en pleno rendimiento y el aumento de la conectividad permitiera alcanzar los 70 millones de pasajeros anuales, el impacto económico del hub sería mucho más elevado. Los cálculos del estudio indican que la cifra de empleo vinculada al aeropuerto podría más que doblarse, pasando de los 38.100 puestos de trabajo directos de 2018 a los 83.000 puestos de trabajo directos estimados. Al mismo tiempo, el desarrollo del aeropuerto permitiría aumentar el número de ocupados como efecto global, pasando de los 218.800 de 2018, a los 365.000.
Del mismo modo, las oportunidades económicas que un aeropuerto de estas características supondrían para el país implicarían que la contribución del aeropuerto al PIB de Cataluña pasara del 6,8% del PIB de 2018 a un 8,9%. Los beneficios que conllevaría el desarrollo del hub van mucho más allá de la demanda turística predominante en aquellos destinos que no pertenecen a las redes de conectividad globales.
En contra de lo que se argumenta, no hacerlo impedirá avanzar hacia el modelo de ciudad que busca atraer al mejor talento para la investigación y liderar la innovación y el emprendimiento o el establecimiento de sedes de las empresas que crearán el marco para disponer de una mejor oferta laboral.
Poder ofrecer a las aerolíneas que quieren iniciar rutas desde Asia y América a Barcelona un hub adecuado para que les resulte competitiva la elección de este aeropuerto frente a otros europeos, permitiría al país acabar de consolidar el impulso de los sectores estratégicos para la transformación económica y social necesaria de los próximos años.
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