¡La COP, otra vez!

Estos días se está celebrando en Bakú la conferencia número 29 (llamada COP29) de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Si me permitís el cinismo, hacer una conferencia contra el cambio climático en un país como Azerbaiyán, donde se excavaron los primeros pozos de petróleo de la historia en la década de 1840 y cuya economía depende casi por completo del petróleo, viene a ser como celebrar una reunión de la Internacional Socialista en unos locales de VOX.

Siempre habrá quien, con una visión en mi opinión excesivamente optimista de las cosas, reconocerá bondades y vamos a ver si logran la conversión del país hacia una transición energética y deje de producir petróleo, aunque sea volviendo a una situación de extrema pobreza. Porque si en realidad nos creemos que los combustibles fósiles son la causa de un cambio climático que mata, no habría más camino que prohibir su uso, o al menos dificultarlo (como ocurre con el tabaco, por ejemplo). Pero desgraciadamente no creo que vayamos por este camino.

¿Qué es una COP? Miraré de explicarlo con mi experiencia de la COP15 en el año 2009 en Copenhague. Viene a ser una especie de aquelarre, que siempre se celebra antes de Navidad, donde jefes de estado y de gobierno de muchos países se encuentran unas horas, sueltan discursos y promesas, se hacen una fotografía y regresan a sus países mientras una multitud de segundos niveles de las administraciones y funcionarios, se reúnen muchas veces para arrancar siempre un acuerdo de mínimos, pocas horas antes de concluir la Conferencia.

Mientras tanto, paralelamente a los que mandan, hay actos de ONG’s ecologistas que tratan de apretar, siempre dentro de un orden. Si además aparece la Greta Thunberg, se llega a una especie de éxtasis y más si llega en velero para no emitir CO2 (como pasó en la Conferencia de Madrid en el año 2015). Pero esta vez, la COP de Bakú ha sido de grandes ausencias porque sin los jefes de estado de EEUU, China y Rusia (que en conjunto suponen alrededor del 50% de las emisiones mundiales) los acuerdos parecen más bien destinados a gestionar la miseria que a avanzar decididamente hacia la supresión de los combustibles fósiles.

Y todos contentos de lo que han conseguido vuelven hacia casa. ¿Qué se ha conseguido? Yo diría que muy poco: a pesar de las conferencias anuales, estamos a punto de superar (hay quien dice que ya ha sucedido) el umbral de 1,5ºC de calentamiento global de la Tierra, que la COP de París en 2015 acordó como límite a no superar nunca con el esfuerzo de todos los países para reducir las emisiones. Es decir, que ni los acuerdos más firmes de las propias COP’s se han respetado. Es evidente que después de 29 COP’s estamos más bien mal; claro, que sin estas COP’s, quizá todavía estaríamos peor. Es una cuestión tan sencilla como ver al vaso medio lleno o medio vacío; como estaríamos no lo sé. Como estamos, es evidente: muy lejos de lo que habría que hacer para moderar el calentamiento de la Tierra.

Al parecer, esta COP tratará fundamentalmente de cómo financiar el esfuerzo de los países pobres para conseguir hacer la transición energética. El planteamiento es muy claro: los países industrializados han alcanzado su grado de bienestar en gran parte gracias al aprovechamiento de unas fuentes energéticas de bajo coste, a lo largo de muchas décadas. Ahora estos mismos países quieren convencer a los que están en vías de desarrollo de que deben utilizar otro camino energético, en principio, más caro.

Y lógicamente estos países piden ayuda a los primeros. Ya veremos cómo acaba todo y me comprometo a comentarlo desde estas mismas páginas de EL TRIANGLE. Para terminar, unos datos para hacer reflexionar. Según estadística de 2022 y en Tm de CO2, cada qatarÍ emitió 35,52, un norteamericano 14,.4 y un español, 5,48. En cambio, un ruandés produjo 0,12, uno de Sierra Leona 0,13 y un somalí 0,06. Estas cifras creo que son bastante claras; está bien ayudar a los países pobres para que puedan hacer su transición energética, pero en términos de balance global, para evitar forzar el clima, el esfuerzo lo tendríamos que hacer fundamentalmente los países del Primer Mundo, con un cambio de modelo energético drástico y urgente.

Reaccionamos muy poco a poco ante una emergencia que produce muertes, sobre todo si está gestionada.

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