Hasta la fecha, nada ni nadie desde la junta o desde el aparato de comunicación del Barça ha negado o matizado la participación de Darren Dein en el tramo final y desenlace de las negociaciones con Nike. Los términos en los que algunos medios han precisado el ámbito de esta participación, tampoco desmentida, eran los de un intermediario autorizado y expresamente designado por Laporta al que le corresponde una comisión legal por el éxito de la firma definitiva. Eso sí, con la pretensión inicial por parte del club de que su prima constara como pagada por Nike contra el montante del acuerdo. Es decir, con cargo a la multinacional que a su vez lo descontaría de los pagos al Barça. Fue, por las informaciones que han circulado, además de un evidente y consumado intento de colar a un intermediario en el último momento y sin venir a cuento, una tentativa frustrada de que la fiesta la pagara Nike para que nadie del Barça, sobre todo los socios, se enterasen del juego.
Nike, además de mostrar su extrañeza por la maniobra azulgrana y por la presencia de un interlocutor nuevo y desconocido, poco o nada versado en los tecnicismos de las negociaciones, declinó amablemente la sugerencia, del todo injustificada desde su punto de vista, para incorporar su comisión como un coste a su cargo ni que fuera, como pretendía Laporta, neutro a efecto del intercambio de golpes contables del acuerdo marco.
Los hechos conocidos determinan, pues, que Darren Dein acabará llevándose un buen pellizco de la ampliación del acuerdo, que fuentes muy próximas estiman en una cantidad de 1.700 millones entre 2024 y 2038.
¿Qué cantidad exactamente? Aunque sea entrar en el terreno de las conjeturas, pues resulta evidente que si Laporta no tiene la intención de detallar ni dar ninguna explicación a los socios sobre el convenio menos aún se abrirá a precisar el generoso regalo que le habrá hecho a su amigo Darren Dein, existen ciertas normas en el comercio que establecen el tipo y variedad de las comisiones de los agentes intervinientes en los acuerdos entre compañías, en función de su participación y posición en los negocios.
Aunque no se trate de una venta, sino de una intermediación, los expertos cifran el porcentaje en un abanico que va desde el 2% al 6% sobre una cantidad sobre la que, desde luego, se mantendrá un secreto sepulcral mientras Laporta esté sentado en el trono de la presidencia, igual que ocurrió con su primera aparición en escena con motivo del acuerdo con Spotify.
Aquella ya fue una buena sorpresa, de la que no solo se hicieron eco los medios. El propio Joan Laporta, con motivo de la asamblea que exigió estatutariamente la aprobación de un contrato de cesión de la publicidad de la camiseta del FC Barcelona, pidió para este agente especializado del fútbol inglés un aplauso y un reconocimiento públicos. Lo mismo había hecho con Pini Zahavi por su heroico papel en fichaje de Lewandowski con motivo de su presentación en Barcelona, por cierto, generosamente recompensado con una cifra que se especula próxima a los 10 millones. Lo que se llevó Darren Dein por la firma con Spotify puede que, con algo de imaginación, pueda ser incluso superior.
Si su participación ya fue escandalosamente criticada porque el Barça no necesitaba en ningún caso que alguien como él, tan ajeno a la actualidad del FC Barcelona desde el punto de vista comercial, acabara siendo el que rebañase una suculenta comisión, ahora que se ha subido al tren de Nike en el último tramo, la certeza de que se dará otro festín únicamente a costa de su buena relación con Laporta suena a una repetición indecente, y hasta obscena, de la misma película.
Puede que a los ojos de la normativa comercial sea incluso legal y es seguro que a Sergi Atienza, el compliance officer de Laporta y del club también, pues formalmente cobra por ese cometido, le parezca algo tan correcto y limpio que hasta aplauda con las orejas, entusiasmado.
Tristemente, el flirteo de Laporta con agentes e intermediarios de la peor calaña, por más que parezcan de la elite del negocio, tampoco llama la atención de la prensa especializada barcelonista, siempre servil, que ha acabado por normalizar que se haga interminable la lista de familiares y de conexiones con estos familiares del presidente y con su círculo de amigotes, amiguetes y agentes de su confianza que acaban cobrando de un modo u otro, más o menos cantidades del FC Barcelona por prestaciones que, en casos tan flagrantes como el de Darren Dein, cuesta racionalizar una proporción coherente entre sus servicios y la contraprestación.
Si ese mínimo 2% de comisión se aplica a los 1.700 millones del nuevo acuerdo Barça-Nike, la cifra resultante sería de 34 millones. ¿Sería capaz Laporta de firmar un porcentaje tan mastodóntico? Cuando menos es bien capaz de cualquier cosa. Otro posible planteamiento pasaría, por ejemplo, por comisionar el signing bonus de 100 millones al 6%, lo que le daría a Darren Dein una liquidación de 6 millones, que tampoco está nada mal, dando por hecho que no ha de repartirla con nadie. En ese supuesto, debería conformarse hasta con bastante menos atendiendo a que tampoco ha sido el hombre clave de la negociación, si no es que Laporta, siempre sensible y agradecido, opine lo contrario.