La fortísima conexión de otros tiempos entre Joan Laporta y Johan Cruyff, en lo emocional y en lo práctico, a la hora de adoptar decisiones futbolísticas, está claro que se va perdiendo con el tiempo y por el efecto de determinadas circunstancias como la desaparición de la figura de Jaume Roures, ex-alto mando de Mediapro que tras ser invitado a abandonar el holding ha roto ese triángulo Laporta-Cruyff-Mediapro que una vez llegó ser tan poderoso.
No hace falta decir que el fallecimiento de Johan tuvo su lógico impacto, si bien el volcado del club a favor de la Johan Cruyff Foundation y posteriormente la integración de Jordi Cruyff en el staff técnico azulgrana habían mantenido ese fuerte vínculo.
Hoy en día, sin embargo, los lazos no son tan estrechos, pues en los últimos homenajes de recuerdo a Cruyff, anualmente concentrados en el partido de veteranos en Sitges una vez desaparecidas las reuniones de los Amigos de Cruyff que promovía Roures, se ha apreciado cierto desinterés institucional y hasta un poco de vacío. En el de este año, recientemente celebrado y rematado con la colocación de una placa urbana en recuerdo de Johan, no estuvieron ni el presidente Joan Laporta ni el vicepresidente Rafael Yuste, ni tampoco la vieja guardia del cruyffismo azulgrana.
En cambio, sí apareció un nuevo jugador, hasta cierto punto sorprendente. Joan Camprubí, impulsor de la plataforma Som un Clam, se supone que convocado por la organización por su pertenencia al clan Montal, como nieto del presidente Agustí Montal, que fichó a Cruyff como jugador en 1973 procedente del Ajax. Joan Camprubí, indudablemente interesado en ganar notoriedad con su presencia de cara a las próximas elecciones, no aprovechó la circunstancia para hacer demasiado ruido. Más bien hasta enfrió un poco sus propias opciones. Curiosa estrategia.
Al parecer, Laporta priorizó en su agenda presidir la inauguración de una Barça Academy en Mongolia, en línea con esa afición, tan suya y de ningún otro presidente, de abrir personalmente las Barça Academy, como ya hizo en Kirguistán en verano de 2022, dejando tirado al equipo femenino en la recogida de los premios de la UEFA tras haber conquistado la Champions. Quizá se trataba de evitar, por parte de ambos, otro encuentro Laporta-Camprubí tras la demostración de su fragilidad opositora con motivo de la asamblea del 19-O pasado. Otra demostración también de que los ismos están para algo.