Entre las funciones principales del Consell de l’Audiovisual de Catalunya (CAC) está «velar por los principios del pluralismo político, social, religioso, cultural y de pensamiento», «velar por el cumplimiento de la legislación de protección de los niños y los adolescentes” y “garantizar el cumplimiento de las misiones de servicio público asignadas a los medios públicos”. Los miembros del lobby de humoristas que se ha apoderado de TV3 y Catalunya Ràdio desde hace años se permite el lujo de hacer bromas y comentarios cargados de odio y despectivos contra España, los partidos y los políticos no independentistas y varios colectivos vulnerables conscientes de que el CAC no les sancionará. La historia del CAC está plagada de denuncias por estas salidas de tono que perjudican la imagen de neutralidad de los medios públicos de la Generalitat que han sido rechazadas o ignoradas que este organismo.
El último episodio de este talante del CAC se ha producido a raíz de la petición que le hizo el secretario de Medios de Comunicación y Difusión del gobierno de la Generalitat, Carles Escolà, de que revisara si un comentario de Joel Díaz, que trabaja en varios programas de Catalunya Ràdio y TV3, bromeando sobre la violación de una hija de la líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, era compatible con los valores de respeto y tolerancia a exigir a los medios de comunicación. Díaz hizo este comentario en una tertulia del podcast La Sotana. El CAC no consideró necesario hacer pública su respuesta y decidió utilizar al periodista del diario ARA, Àlex Gutiérrez, para que publicara que no veía “ninguna vulneración de la normativa audiovisual”. No creyó que tuviera que dar ninguna explicación del porqué de esta conclusión ni si todos los miembros del CAC estaban de acuerdo con esa respuesta.
Actualmente el CAC está presidido por Xevi Xirgo, en representación de Junts per Catalunya, y su consejo de gobierno lo forman dos miembros propuestos por ERC –Laura Pinyol y Miquel Miralles– y uno del PSC –Enric Casas. Hasta septiembre había otra consejera socialista, Rosa Maria Molló, que decidió dejar el cargo y aceptar el de Defensora de la Audiencia en RTVE. Xirgo es autor de una hagiografía del ex presidente Carles Puigdemont, y uno de sus tomos apareció detrás de Joel Díaz el día que participó en La Sotana que se hizo desde el palacio de Puigdemont en Waterloo. Difícil esperar ecuanimidad y control de los exabruptos del lobby de humoristas independentistas que se han instalado en TV3 y Catalunya Ràdio.
El CAC se hizo el sueco cuando numerosos catalanes denunciaron el grito de “puta nit i bona Espanya” con el que Díaz abría cada noche el late night show Zona Franca en TV3. Tampoco se dignó recriminar a Joel Díaz que se burlara de las víctimas del holocausto en los campos de exterminio nazis o que también lo hicieran Jair Domínguez y Peyu en Està passant, también en TV3. La asociación Amical de Mauthausen aún espera que se satisfaga su queja por estas burlas. Domínguez y Peyu también se rieron mucho el día que en el programa Bricoheroes, igualmente emitido por TV3, dijeron que les hacía ilusión que la hija menor de la Reina les hiciera una mamada. El CAC no entendió que esto fuese contra la legislación de protección de los niños y los adolescentes por cuyo cumplimiento se supone que debería velar.
Colectivos como los migrantes árabes o los miembros de la comunidad gitana también han sido objetos de burla y desprecio por parte de este grupo de humoristas, sin que el CAC se viese en la obligación de llamarles la atención. La experiencia de los últimos años demuestra que los responsables del CAC consideran que su función es velar por defender a los humoristas de TV3 y Catalunya Ràdio digan lo que digan. La libertad de expresión les ampara siempre, según ese organismo. ¿Actuaría igual Xirgo si las bromas sobre violaciones y mamadas se refiriesen a las hijas de su idolatrado Puigdemont?