Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) vive sus peores momentos en décadas. La preparación de su congreso extraordinario, previsto para el 30 de noviembre, llega en un momento de profunda crisis interna, con la ruptura de la cúpula del partido y una guerra civil interna entre los partidarios de Oriol Junqueras y los de Marta Rovira. Es Militància Decidim contra Nova Esquerra Nacional (NEN). Esta última acusa a Junqueras de ser desleal y traidor, por intentar desentenderse de la gestión de ERC en los últimos años.
Las incorporaciones a NEN no esconden que es la candidatura de Marta Rovira. Se han sumado no solo antiguos dirigentes anti-Junqueras, como Joan Puigcercós, sino también las caras roviristas de la última legislatura: Josep Maria Jové, Josep Huguet, Carme Forcadell, Dolors Bassa, Ruben Wagensberg, Marta Molina, Teresa Jordà, Raquel Sans, Jordi Castellana, Pau Ricomà, Meritxell Serret, Anna Simó, Marta Cid, Agustí Cerdà, Marta Vilaret, Pilar Vallugera, Núria Cuenca o Marc Ramentol.
Sobre la mesa de ERC hay varios temas que se tienen que estudiar en profundidad. Por un lado, están las cuestiones objetivas del descubrimiento de una trama B oculta dedicada a organizar campañas de desprestigio contra rivales políticos. Por otro lado, la petición de Oriol Junqueras a Salvador Illa para que no cesara a cuatro altos cargos del Govern próximos a él. Y, finalmente, está la estrategia de los pactos con los socialistas.
“En el congreso de noviembre tenemos que abordar la estrategia del partido. Tenemos que ver si los pactos que hemos hecho con el PSOE son válidos y sirven para algo o si nos han engañado. Si funcionan o no. Y mirar también cómo recuperar a ERC de sus males y volver a recuperar votos y la confianza de la gente”, dice a EL TRIANGLE un miembro de la dirección del partido. Pero lo peor es que, afirma, esta intención “no figura de ninguna forma en la hoja de ruta de Junqueras. En su programa no se habla de nada de esto. Solo se desprende que quiere llegar al congreso como si fuera un plebiscito sobre él”. El expresidente de ERC Joan Puigcercós explicitó públicamente su rechazo a los liderazgos “mesiánicos y unipersonales” que aparecen “cuando no hay programa ni estrategia”.
Junqueras se desentendió de todo en el mismo momento en el que salió la primera noticia sobre la trama B del partido. De hecho, no es nada extraño que haya grupos más o menos organizados, controlados por los partidos, dedicados a llevar a cabo intensas campañas de erosión de los adversarios políticos. Pero esto de ERC traspasó todos los límites, porque llegó a hacer acciones de falsa bandera, es decir, simulando campañas orquestadas por enemigos políticos.
“Un auténtico traidor”
“Junqueras no puede decir que no sabía nada porque lo sabía todo. En la dirección se hablaba de todo y él se enteraba, está claro que sí. ¿Quién se puede creer que ignoraba que había un grupo que practicaba la guerra sucia? ¿O que se negociaba con Pedro Sánchez una financiación singular? ¿O que se estaba negociando la investidura de Salvador Illa al mismo tiempo que se creaban puentes con Junts? Lo que ha hecho, apartándose para que toda la responsabilidad recaiga sobre Marta Rovira y haciendo ver que la cosa no va con él, es de auténtico traidor”, dice airadamente una fuente interna de ERC.
La guerra civil en ERC ha ofrecido episodios de cainismo que hacía muchos años que no se veían: las filtraciones sobre la trama interna la vincularon directamente a Marta Rovira, a través de su hombre de confianza en Barcelona, Sergi Sabrià, que sería quién movía los hilos sobre el terreno. Sabrià se vio obligado a dimitir en mayo pasado como viceconsejero de Estrategia y Comunicación. Fue la única víctima con rango político que se cobró el escándalo.
Pero pesos pesados de ERC salieron a reprocharle a Junqueras el gesto de filtrar datos contra Rovira. Acabó viniendo a Barcelona Xavier Vendrell para llamar embustero y cobarde a Junqueras a través de Catalunya Ràdio. “Junqueras no puede decir que no mandaba”, afirmó el exsecretario de Organización. Incluso explicó que quién puso a Pere Aragonès como presidente de la Generalitat y a Laura Vilagrà como segunda fue el mismo Junqueras. “Oriol pone las peras a cuarto a Roger Torrent y le dice que ‘ni se te ocurra presentarte’. ¿Y ahora nos dice que no mandaba? ¿De verdad nos dice que no mandaba?”.
A partir de aquí se ha desencadenado una gran campaña de presión contra Junqueras. Vendrell destapó que, en octubre de 2017, Junqueras desapareció de escena y se escondió en la abadía de Montserrat. La excupera Mireia Boya, fichaje de Aragonès para su gobierno, apoyó las afirmaciones de Vendrell: “De los hechos de 2017 puedo ratificar absolutamente todo lo que ha afirmado Xavier Vendrell, yo también estaba. No todo el mundo estuvo a la altura del momento desde el 20-S. No todo el mundo quería un referéndum. Es imprescindible para el país, para la gente, tener líderes nuevos para poder continuar”.
El exconsejero Joan Manuel Tresserras fue uno de los más claros a la hora de pedir a Oriol Junqueras que se retire: “Aragonès y Rovira ya lo han hecho. A Junqueras le cuesta leer el momento político y entender que ha habido un cambio de ciclo. No se puede subordinar la necesidad de la organización política a los planes o urgencias o planteamientos particulares”, lanzó el profesor en el programa Cafè d’idees, de RTVE. Carme Forcadell también metió el dedo en la llaga. “He dicho siempre que todas las personas que estuvimos en 2017 creo que tenemos que dar un paso al lado. Y tener una cosa muy clara, porque hemos perdido 400.000 votos independentistas. No han ido a votar, y esto quiere decir que algo hemos hecho mal. ERC lleva cuatro elecciones que está perdiendo votos. Por lo tanto, quiere decir que la gente no confía en nosotros y nos ha mandado al rincón de pensar. Entonces, yo creo que tiene que haber un cambio para ver si estas personas lo hacen mejor que nosotros y pueden recuperar el voto perdido y la ilusión de que la gente vuelva a ir a votar”.
La militancia se encuentra, en buena manera, perdida. “Aquí todos hablan mucho, pero la gente es inteligente y votará en consecuencia. Todos los candidatos tienen claroscuros, pero la militancia no se dejará engañar. Confiemos en los militantes”, reclama un dirigente de Esquerra. El ambiente, sin embargo, deja mucho que desear: “Cuando la Bleda y la Estrella de Tramontana se dedican a ser amorosos y comprensivos con el PSOE y a tener una mafia B contra los independentistas, esto no genera el mejor ambiente”, decía irónicamente un activista en un foro republicano hace pocos días, refiriéndose a la cúpula de ERC.
Puedes consultar el artículo entero en la edición número 1593 del semanario EL TRIANGLE.