El error estadístico más caro de la historia

La semana pasada el INE ha presentado una cuarta corrección en tan sólo dos años al alza del PIB correspondiente al trienio 2021-2023. Sólo en 2021, se habla de una desviación de 32.480 millones de euros. En 2022, el INE publicó que el crecimiento de la economía en 2021 había sido del 7,2%. Desde entonces, esta cifra ha sido corregida en varias ocasiones, hasta el 10,4%.

Las primeras estimaciones del PIB suelen basarse en datos preliminares que, con el tiempo, son corregidos a medida que se obtienen más detalles. Sin embargo, en este caso, las revisiones al alza han sido tan significativas que han alterado radicalmente la percepción de la recuperación económica de España tras la pandemia. Ahora sabemos que la recuperación fue de las más rápidas de Europa y no de las más lentas.

El error estadístico, calificado ya como el más caro de la historia, no sólo afectó a la imagen exterior de España, sino también a la gestión económica interna. Un mayor PIB significa que los indicadores relativos a la deuda y el déficit son mejores. Esto, además, afecta al margen de maniobra del Gobierno para elaborar los presupuestos y tomar decisiones de inversión.

Con un PIB mayor, el déficit como porcentaje del PIB es menor, lo que habría permitido a las administraciones públicas, tanto al Gobierno central como a las comunidades autónomas, disponer de más recursos. Este error limitó el techo de gasto y, por tanto, la capacidad de inversión en áreas clave. Las políticas sociales, las infraestructuras, la lucha contra el cambio climático y la Transición Energética podrían haber recibido mayor financiación si se hubiera contado con las cifras correctas.

Además del impacto económico, ese error estadístico ha tenido profundas implicaciones políticas. Durante los últimos años la oposición, especialmente desde la derecha, ha reprochado al Gobierno la lenta recuperación económica de España después de la pandemia. Los datos sugerían que España era el último país de Europa en recuperar su nivel de riqueza anterior a la crisis sanitaria, afirmación que, a la luz de las nuevas cifras, se muestra falsa.

Aunque la economía española registró una fuerte creación de empleo, ese error en la estimación del PIB alimentó la narrativa de un país que estaba retrasado respecto a sus vecinos europeos. Este discurso, repetido durante años, tuvo un impacto en la opinión pública y en las elecciones, donde la situación económica es siempre un factor clave en la decisión del voto.

Hoy, con las nuevas correcciones del INE, sabemos que España se comportó de forma similar al resto de Europa durante la pandemia y, en algunos casos, lo hizo incluso mejor. Este cambio de narrativa llega tarde para las decisiones electorales, pero supone un importante ajuste de cuentas con la realidad económica del país.

Pese a que las revisiones al alza del PIB mejoran la percepción del rendimiento económico de España, no cubren los problemas estructurales que todavía persisten. Uno de los más acuciantes a resolver sigue siendo el acceso a la vivienda, un desafío que será el tema central en las próximas decisiones de política económica. Además, aunque las nuevas cifras de crecimiento sean positivas, España se enfrenta a desafíos relacionados con la sostenibilidad de su deuda pública y la necesidad de mantener un crecimiento inclusivo que beneficie a todas las capas de la sociedad.

En conclusión, este error del INE y las sucesivas correcciones al alza del PIB subrayan la importancia de contar con datos económicos precisos y actualizados. No sólo porque influyen en la imagen internacional de un país, sino también porque afectan a las decisiones de política interna que impactan directamente en la vida de los ciudadanos. En un mundo globalizado, donde las empresas y los inversores comparan constantemente el rendimiento de los distintos países, ofrecer cifras erráticas puede significar perder oportunidades de inversión o limitar la capacidad de maniobra del Gobierno.

Las lecciones que dejan estos errores seguirán siendo relevantes en los próximos años. La precisión en la estadística económica no es un lujo, es una necesidad para cualquier país que quiera tomar decisiones informadas y proyectarse de forma competitiva en el escenario internacional.

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