En el Barça actual, que ha arrancado en la Liga como un cohete sumando los 15 puntos de 15 disputados, cabe igualmente la polémica, en este caso sobre la alargada sombra de Xavi, el anterior entrenador elegido por Joan Laporta, sobre el que se están concentrando las críticas a la vista de los resultados inesperadamente satisfactorios, si se comparan con los de Xavi y en especial con el rendimiento colectivo e individual de una plantilla que, después de todo, no se ha reforzado con las estrellas previstas, sino solamente con futbolistas de filial y un interesante cambio de cromos, el de Dani Olmo por Gundogan. El debate ha surgido porque, básicamente, el equipo de Hansi Flick está controlando los partidos con una exhibición de su condición física a la hora de ejercer una presión extrema e incansable sobre la salida de su rival, nada que no estuviera inventado, pero que requiere un fondo y una resistencia considerables si se quiere extender con eficiencia y constancia a lo largo de los 100 minutos que ahora duran de media los partidos.
Parte de los parabienes y los elogios merecidamente ganados por el rendimiento del equipo de Flick han incidido en la influencia de los cambios habidos en la estructura técnica de la preparación física, ahora en manos de los especialistas españoles Julio Tous, Pepe Conde y Rafa Maldonado, incorporados antes incluso de que el entrenador alemán firmase por el Barça, y que fueron anunciados y sumados al día siguiente de la esperpéntica renovación de Xavi. De entrada, por tanto, esos refuerzos en el staff técnico los bendijo Xavi si no es que Laporta, sabiendo que al cabo de un mes se lo iba a cargar, ya contaba con que el rasgo diferencial de la nueva temporada, tras quedarse a cero títulos la pasada, sería el de una transformación radical en este aspecto concreto del trabajo diario del primer equipo.
De modo que Hansi Flick, fuera o no culpable de haber exigido revolucionar la respuesta física de la plantilla, ya se los encontró trabajando a su llegada al Camp Nou. El lío lo han provocado diversas declaraciones de jugadores y del propio presidente dejando bastante claro que el Barça ahora sí que corre y aguanta en bloque un ritmo alto de partido del principio hasta el final. El más incisivo ha sido Pedri al afirmar que «en el club trabajamos muchísimo más que antes. Creo que los preparadores físicos que han entrado nos hacen muy bien. Trabajamos muy duro y eso en el partido se nota. El equipo no baja después del minuto 70 u 80, sino que mantiene el nivel físico», una reflexión parecida a la de Robert Lewandowski y a la de Laporta que, aunque algo menos concreta, vino a decir lo mismo, que la diferencia fundamental sobre el año pasado es la capacidad de presionar alto y eficazmente sin altibajos, lo que provoca recuperaciones de balón sobre la salida del contrario y muchos más ataques sobre los espacios que en estático.
No ha faltado, claro, que a raíz de estas declaraciones -por otro lado objetivas sobre el rendimiento continuado del equipo y su traducción en victorias, la más significativa el 1-4 del Girona el domingo anterior después de los revolcones que le había dado el mismo rival entrenado por Michel el año pasado (2-4 en Montjuic y 4-2 en Montilivi)- se hayan interpretado como una crítica directa contra Xavi y se hayan utilizado como un sólido argumento que, precisamente, justificaría su destitución fulminante al mes de ser renovado a finales de abril pasado.
Siendo así, Laporta sería tan culpable de una cosa como de la contraria, pues fue el presidente quien primero salió a felicitarse por haber conseguido que Xavi cambiase de opinión sobre su anuncio de abandonar la nave, tomada cuando peor eran los marcadores, y del acierto tanto de su apuesta por el técnico de Terrassa como de su posterior destitución basada en la propia desconfianza de Xavi en el proyecto y, a su vez, de la del presidente en su entrenador. El delirante final de la película ha sido que Laporta prometió un cartel de fichajes de lujo, Nico Williams, Merino, Chiesa o Leao, que al final solo ha coleccionado negativas y fracasos, incluido el de Dani Olmo, que solo ha podido ser inscrito con trampas y provisionalmente; que el presidente ha empujado a Gundogan –el fichaje estrella de la pasada temporada- fuera del club porque reventaba el margen salarial; y que el Betis es el único beneficiado de haber pagado, el Barça, 30 millones (y comprometidos 31 millones más en variables) por Vítor Roque, un fichaje de invierno que Laporta se ha visto obligado a esconder por vergüenza propia a ajena, además de vender a varias promesas del filial por 40 millones para aliviar ese límite salarial que, de todos modos, sigue excedido.
Todo lo cual ha dado como resultado que el Barça de Flick solo dispone de 22 fichas (sobre 25) y que la plantilla se ha rellenado más que exitosamente con jugadores de la Masía. O sea, de la herencia de ese pasado (de Josep Maria Bartomeu) tantas veces demonizado por el laportismo como un lastre insuperable. Pedri, Araujo, Gavi, Lamine Yamal, Cubarsí y Balde ya son la columna vertebral de un Barça con media docena de juveniles que corren como demonios en nombre de un estilo de juego en el que circular a más velocidad e intensidad que el rival es la clave, en un club donde el que el talento ya era visible y desbordante antes de la llegada de Flick y de los devaneos e insuficiencia de Laporta para completar la plantilla.
Pedri y Lewandowski, los que han disparado ahora por elevación aunque conscientemente contra Xavi, estuvieron en el centro de la crítica el curso pasado porque desde dentro del círculo del entrenador, que disponía de su propio intoxicador mediático, se difundió que Pedri no se cuidaba lo suficiente ni dentro ni fuera de la disciplina del club, relacionando esta mala actitud con su recurrente historial de lesiones, y que Lewandowski ya no estaba, por su edad, para la exigencia de primer nivel necesaria para jugar en el Barça, apreciación que Xavi corroboró al sacarlo del campo cada vez más pronto y cuando el equipo iba perdiendo con la inequívoca intención de señalarlo ante la afición. De hecho, Xavi propuso traspasarlo tensando tanto la cuerda que al final Laporta optó por eliminar al entrenador de la ecuación.
Ambos futbolistas, por tanto, tenían cuentas pendientes que saldar con su anterior entrenador y lo han hecho a la primera oportunidad aprovechando el viento a favor de los resultados y generando, según ha trascendido, malestar en el propio Xavi, que no se esperaba estas invectivas que, por otro lado, él mismo había protagonizado como jugador cuando el entrenador, Tata Martino, comenzó a dejarlo en la suplencia y él se encargó de sembrar entre la prensa que con el entrenador argentino no se trabajaba lo suficiente el aspecto físico. Al año siguiente, con la llegada de Luis Enrique, Xavi perdió completamente la titularidad y acabó por irse a Catar, eso sí sin hacerle ningún comentario ni reproche al entrenador. No se atrevió con Luis Enrique.
Ahora, la moda es ponderar que el Barça de Flick rebosa esplendor, superioridad y frescura, sin duda al amparo de las victorias y de la incansable respuesta de sus pulmones en este arranque de temporada. Sin embargo, no falta quien se pregunta si el ritmo y la intensidad exigidos por Flick podrán sostenerse en el tiempo con una plantilla más bien escasa. Xavi Bosch ha dejado escrito en Mundo Deportivo un primer aviso al respecto: “… que nadie dé lecciones de preparación física y staff médico. ¿Qué diríamos si a Xavi, y a sus preparadores, se les hubiese roto muscularmente Olmo jugando 188 minutos con el Barça, y Fermín con solo 68, en tres ratitos?”. Ambas lesiones, musculares. Eso sin contar con la grave lesión de Marc Bernal, que será baja un año entero por una rotura total de la rodilla, hecho no atribuible directamente a la carga de trabajo, aunque algunos expertos consideran que la presión y la exigencia en futbolistas tan jóvenes debe dosificarse para evitar casos como los de Ansu Fati, Gavi o el mismo Pedri. Nadie puede, a estas alturas de la temporada, sacar conclusiones ni mucho menos precipitarse en asuntos tan movedizos, cambiantes e inesperados como son el mundo del fútbol y del Barça.