Laporta no sale a desmentir que la operación de Barça Studios sea un «pufo»

Víctor Font la ha calificado como un engaño de dimensión colosal que puede llegar a provocar pérdidas millonarias y devolver al Barça a una situación de fondos propios negativos comparable al desfondamiento económico de 2021

Víctor Font

La prensa barcelonista especializada le ha dedicado mucho más espacio, valoración y reacciones a la propuesta de Víctor Font de avanzar las elecciones al verano de 2025, un año antes de lo previsto, que al hecho de haber calificado de «pufo» la operación de venta de Barça Studios que el club arrastra desde el verano de 2022 y que se ha convertido realmente en un lastre para la economía azulgrana. Una afirmación grave, rotunda y reiterada que el diccionario define coloquialmente como una “deuda cuyo pago se elude de forma fraudulenta” y también con los seudónimos de estafa, engaño o petardo, contemplado como la “acción o resultado de engañar o estafar”.

No se puede expresar de forma más contundente ni más gráfica por parte del excandidato el resultado final de una maniobra contable tan peligrosa e imprudente por parte de Joan Laporta que, a día de hoy, dos años más tarde, sigue teniendo como consecuencia el bloqueo del margen salarial del FC Barcelona y es la causa de que Laporta no haya podido inscribir con todas las garantías más que a diecinueve futbolistas, dejando a Dani Olmo, Íñigo Martínez y Pau Víctor a expensas de capitalizar la sociedad matriz, Bridgeburg Invest, antes del 31 de diciembre.

Cuando se refiere al «pufo» de Barça Studios, Víctor Font no está contemplando en ningún caso la posibilidad de que Laporta, después de dos años largos de mantener la marca comercial Barça Vision en el respirador artificial, vaya a sacarla de ese estado vegetativo en el que nació y sigue estando en el balance, consumiendo por dentro 408 millones contables registrados como ingresos y gastados sin que, en realidad, la capitalización actual de la sociedad, que debía situarse en 140 millones sobre los 200 millones presuntamente obtenidos por la venta del 49% a diferentes inversores, haya alcanzado hoy apenas 55 millones según las estimaciones más entusiastas. Igualmente, Laporta no puede acreditar, más allá de un ambicioso plan de negocio, revisado fantasiosamente cada temporada para embaucar a LaLiga y al auditor, actividad comercial, productiva o facturada que justifique el valor en libros de un invento contable que, como lo define el excandidato Víctor Font, es un «pufo».

Font, además, considera que como más tarde o más temprano el auditor se verá obligado a actualizar el precio de la compañía, la reducción real de su valor podría alcanzar casi el ciento por ciento por ciento. El auditor, llegado a ese extremo, le obligaría a una provisión de tal calibre, o sea una pérdida, que devolvería al Barça de Laporta a la casilla de salida de 2021 con unos fondos propios negativos de 400 millones.

Es una previsión razonable por su parte y un escenario que realmente complicaría de un modo extraordinario el futuro económico y financiero azulgrana, no solo para ese imaginario laportista del límite salarial referido al 1:1. En ese supuesto, la propia operativa ordinaria del club, el principio de sociedad en funcionamiento, podría ser puesto en duda si a ese revés se le añade la carga financiera que supondría endeudarse aún más para salir de ese atolladero y la acumulación de los intereses del capital prestado para la ejecución del Espai Barça.

En los días posteriores a esta grave afirmación de Font, que sugiere solucionar el problema con un adelanto electoral y la entrada de un equipo de gestión nuevo y profesionalmente capacitado, la directiva de Laporta no ha salido a discutir, desmentir o negar ese calificativo de «pufo», equivalente a engaño y estafa, empleado abiertamente y sin matices para esa operación que está desgarrando la supuesta recuperación económica de la que tan exageradamente presume Laporta.

No hace falta insistir en que la precariedad del Barça a la hora de cerrar la plantilla, con solo veintidós fichas, tres de ellas provisionales, revela más bien un drama económico de fondo que un estatus de salud y recursos financieros por más que el límite salarial del Barça de Laporta haya mejorado aunque siga excedido y con serias dificultades para darle a Hansi Flick la extensión de plantilla exigible para un presupuesto como el del Barça de 859 millones.

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