La credibilidad de Laporta pasa hoy el examen de su verano más frustrante

Comparece ante los medios después de meses de esconderse tras el delirante final de Xavi y el incumplimiento sistemático de todas y cada una sus promesas sobre fichajes, ingresos y recursos; a Flick también le ha tomado el pelo, igual que al socio y a la prensa

El presidente del Barça, Joan Laporta

El límite exacto y el alcance de la verborrea de Joan Laporta del pasado 25 de julio, el día de la presentación de Hansi Flick como entrenador para la temporada 2024-25, proyectaba al barcelonismo un escenario que, pasado por el prisma de la prensa mayoritaria bajo el control instrumental de la junta, contemplaba el fichaje de Nico Williams -para formar un tándem demoledor con Lamine Yamal-, y de Dani Olmo, porque lo pretendían el entrenador y Deco, igual que a un medio centro de nivel y un lateral por si no seguía Cancelo. En conjunto, una serie de fichajes posibles porque el Barça estaba muy cerca de recuperar todo su esplendor y poder financiero gracias a la inminente lluvia de millones procedente de nuevos inversores y del megacontrato con Nike, del cual se podía avanzar la prima de renovación por 100 millones para comprar los mejores jugadores del mercado, a elección, incluido Mikel Merino, otro objetivo en el visor de esa caza mayor anunciada y prometida.

Estas fueron exactamente las palabras de Laporta hace poco más de un mes: «El tema económico está mejor. El proceso ha sido salvar el club económicamente y después recuperarlo y ahora estamos en el camino de la normalidad. Hoy el Barça puede afrontar fichajes de la magnitud que se está hablando en la prensa porque hemos hecho un gran esfuerzo, mucho esfuerzo, contando con la paciencia de los seguidores, lo que nos ha permitido estar en situación de afrontar el mercado. Deco está trabajando con su equipo para tratar de mejorar, si es necesario, la plantilla. En este sentido iremos anunciando en breve las noticias que creamos que son relevantes. Tenemos una serie de inversores y hay un proceso de regularización del cual ya iremos anunciando que se cumplirán las inversiones y, por tanto, se mantendrá la valoración de esta compañía. En este sentido, hay que seguir los criterios de LaLiga para la relación 1:1. Sobre Nike, estamos en una negociación que mejora la posición del Barça y de las condiciones. Estamos satisfechos de cómo están yendo estas negociaciones y próximamente también tendremos noticias a medio plazo. Sobre la actualidad deportiva, Deco está trabajando en lo suyo, aunque saben que podemos hacer frente a las inversiones. Lo que no hará esta junta es realizar operaciones que desestabilicen al club ni la estructura deportiva. Seremos estrictos y seguiremos con la estabilidad y el equilibrio, pero podemos hacer frente estas operaciones y con garantías».

Difícilmente podría interpretarse de ese discurso que, de todos los fichajes, sólo se concretaría el de Dani Olmo, a plazos, ni que Laporta haría el ridículo con el frustrado refuerzo de Nico Williams, pues realmente no tenía ni para empezar con la cláusula ni mucho menos asegurarle que podía inscribirlo. Tampoco que no le llegaría para darle dorsal definitivo a Dani Olmo ni a Íñigo Martínez -provisional y ridículamente habilitados para jugar solo hasta el 31 de diciembre por lesiones de larga duración de dos compañeros- y que para conservar la plantilla había que soltar lastre invitando a salir a Gundogan, el fichaje estrella de la temporada anterior. Además, para poder disponer de 22 jugadores, tres menos de los permitidos por la Liga por culpa de Laporta y de Deco, el Barça se come los 30 millones (y 30 millones presuntos en variables) que cuesta Vítor Roque, otro crack que llegó para salvar al equipo en diciembre pasado, ahora cedido al Betis sin beneficio y sin contraprestación alguna ni impacto en el margen salarial porque ni siquiera pudo ser inscrito, lo mismo que Mika Faye, traspasado al Rennes francés por 10 millones, aunque solo a efectos de tesorería como parte del extraordinario botín de los 40 millones por su venta y las de Marc Guiu, Chadi Riad y Julián Araujo, otras cuatro perlas de la Masia heredada de Josep Maria Bartomeu que hoy son el único sostén deportivo y económico a corto plazo del precario Barça de Laporta.

A la fuerza, Hansi Flick ha tenido que echar mano de la Masía en la pretemporada y para completar un arranque más que esperanzador y brillante con pleno de puntos en la Liga, liderato en solitario y la sensación de que, por la casualidad de las circunstancias y porque Laporta sigue teniendo al club arruinado y colapsado diga lo que diga, la respuesta de esa herencia es mucho mejor que el plan A de Laporta, a base talonario y cracks mediáticos que no están al alcance de una junta que lleva cuatro veranos vendiendo motos y cuentos, pues a la hora de la verdad cada año que pasa más se complica la posibilidad de reforzar la plantilla sin hacer trampas.

Tiempo habrá, en cualquier caso, para ver si con una base de juveniles el Barça aguanta el desgaste de las competiciones y la exigencia del nivel necesario para luchar por los títulos. Ahora, hoy mismo, lo que el socio y el entorno deben analizar a fondo es el grado de credibilidad del presidente que lleva varios meses incumpliendo todas y cada una de las promesas reiteradamente hechas, engañando a jugadores, clubs y a su propio entrenador, quien también se ha visto obligado a cambiar de discurso y dar por buena una plantilla que, él sabe mejor que nadie, puede ser corta y arrastrarle a forzar la máquina de la responsabilidad y el esfuerzo de niños que, al contrario, necesitan protección y culminar su formación.

Laporta ofrece hoy una rueda de prensa, por fin, en la que admitirá, en principio, preguntas sobre el largo episodio que abarca desde el desconcertante e inexplicable quita y pon de Xavi con Flick fichado, el tormentoso e ilusorio relato laportista de un verano de ridículo, y la no menos delirante gestión del pozo de Barça Studios, que sigue ahí, o la comedia y el embuste permanente sobre el contrato de Nike, todavía por empezar y bajo la seria amenaza de complicarse extraordinariamente.

¿Se creerá otra vez el socio y la prensa nada de lo que diga Laporta? Después de ganar 7-0 al Valladolid puede que a socios y periodistas les parezca que, en el fondo, nada es tan relevante ni preocupante, si para medir la gestión de la junta se usa el marcador como único indicador fiable. Puede ser así, desde luego, aunque esa perspectiva no evitará que Laporta, una vez más, después de estar cobardemente escondido tantos meses, se harte hoy de decir mentiras, hablar desde la imaginación y felicitarse por el éxito de Flick en sus primeros meses. La realidad se obstina en demostrar que el Barça está económicamente en muy grave estado y que si se salva la temporada seguirá siendo por la herencia del fútbol base y la Masia de Bartomeu y de Rosell, que la reactivaron después de que Laporta, en su primer mandato, se olvidara de mantenerla, construir un nuevo edificio y poner al frente del mejor tesoro azulgrana de todos los tiempos otra vez a profesionales competentes y brillantes. Los mismos que Laporta echó del club nada más volver.

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