¿Vacaciones?

Otro largo, caluroso y denso día de verano. Hace horas que mi madre se ha ido a trabajar y faltan muchas más para que vuelva. Estoy solo y tengo todo un día para llenar. Estoy sola, como ayer y como mañana. Un día demasiado parecido a ayer. Igual que anteayer.

¿Qué palabra usaríamos para designar esta cadena de días?, ¿vacaciones?.

La cotidianidad de muchos menores cuando llega el verano se convierte en una rutina que no encajaría con el concepto que de la palabra vacaciones podemos tener la mayoría. No todos pueden acceder a cambiar el entorno del resto del año o a viajar a lugares donde vivir nuevas experiencias. Además, si el día a día del curso escolar asegura horas de permanencia en el centro educativo, quizás también una actividad extraescolar y, al menos una vez al día, acceso a una alimentación equilibrada y a menudo, incluso, una actividad deportiva sistemática o un refuerzo del aprendizaje académico, todo esto se desvanece en verano.

Hay familias que tienen que seguir trabajando durante estos meses, que deben invertir en tiempo de trabajo y de desplazamientos la mayor parte de las horas disponibles, que no cuentan con una red familiar de apoyo ni con los recursos económicos para garantizar ciertas condiciones dignas. Mientras hay compañeros que marchan de colonias, compañeras que disfrutan de una estancia deportiva o que viajan en familia, hay niños y niñas que sólo pueden acceder a convertirse en menor con pantalla, trasunto canicular de aquel «niño de la llave» que habíamos conocido las generaciones anteriores. Menores que se quedan solos porque en casa no hay dinero ni siquiera para acceder a un campus o a unos campamentos urbanos. Aunque fuese en la misma escuela, con compañeros del curso, con los y las mismas monitoras, y refrescarse con una manguera en el patio a media mañana o con una salida semanal a la piscina municipal de proximidad.

En cuanto a las cifras que operan en esta realidad, sólo cuatro pinceladas:

· Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat). 2024. «Encuesta de Condiciones de vida»: riesgo de pobreza y exclusión social (tasa AROPE), 24,4% de familias en riesgo de exclusión en Cataluña, 33,1% el riesgo de los menores de 16 años.

· Síndica de greuges. 2023. Informe anual: del total de menores en situación de pobreza extrema en Cataluña (140.000), el 75% son excluidos de la Renta Garantizada de Ciudadanía (102.046) y el Ingreso Mínimo Vital sólo ha llegado a 94.000 niños.

· Agència de Salut Pública de Barcelona, APE, ESF, PAH, Observatori DESC. 2022. «Estado de la exclusión residencial: impactos de la Ley 24/2015 y otras medidas de respuesta”: 1.614 familias en lista de espera para una vivienda social en Cataluña.

· Educo, ONG de cooperación por la infancia. 2024. «Los derechos de los niños no se van de vacaciones»: 34,1% de los menores de dieciocho años en España (1,7 millones de familias) no pueden permitirse ni una semana de vacaciones en el año.

Un ejemplo, a pesar de que sea caer en el barcelocentrismo: en la ciudad de los prodigios que contiene la respiración cuando acoge desfiles de moda en el parque, carreras de ricos a bordo de máquinas de Fórmula 1 o competiciones de navegación para privilegiados, existen ayudas económicas para el acceso de niños y adolescentes a actividades de verano. Claro, un ayuntamiento llega donde puede: la subvención cubre un máximo de diez días por menor y unos importes que van desde el 30% del coste de la actividad para núcleos familiares con 10.000 € de ingresos anuales hasta el 90% para ingresos inferiores a 9.000 €.

¿Debe recaer esta responsabilidad sobre los ayuntamientos?, ¿nos podemos permitir delegar, en muchos casos, en entidades del tercer sector?, ¿debemos seguir aceptando que la búsqueda de ayudas sociales sea una especie de yincana para las personas solicitantes?

La realidad que esbozamos es sobrecogedora y va mucho más allá de la infancia y los meses de verano, pues es sólo uno de los síntomas de una precarización vital que nos habla de pobreza habitacional y energética, de precariedad laboral o de vulnerabilidad social.

Hace falta una armonización de las responsabilidades de las administraciones ante la pobreza. Hace falta un pacto de país, sea lo que sea un país. Mejor, un pacto de sociedad. Un pacto para mirarnos sin tener que bajar la mirada ni girar la cara.

Y todo parece indicar que las medidas que necesitamos empiezan desde la raíz. Sí, lo que llamamos medidas radicales.¿Hablamos?

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