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Las lecciones de Eduard Romeu subrayan su rol en el empobrecimiento del Barça

Eduard Romeu i Joan Laporta - Foto: FC Barcelona

La estrategia de Eduard Romeu para convertirse algún día en un socio elegible como presidente pasa por posicionarse como una especie de gurú y referente en la materia que, teóricamente, domina como es la económica y financiera. Este propósito, para alguien que ha liderado el empobrecimiento y la ruina del FC Barcelona de los últimos años, no deja de ser desconcertante e ilustrativo de la capacidad de Joan Laporta y de su junta para creerse sus propias fábulas y su fantasmagórica visión de unos estados financieros de los cuales, en un entorno social y mediático normalizado y sensible a las atrocidades en la gestión, lo más lógico es que se hubiera escondido para no ser asociado nunca más a sus disparatados resultados. El caso de Eduard Romeu es extraordinario, pues habiendo firmado gastos nunca alcanzados hasta su llegada, de 3.155 millones, a razón de más de 1.000 millones por temporada durante su vicepresidencia económica, ahora se dedica presumir de sus políticas de austeridad y a recomendarle a Laporta que fichar a Nico Williams es un exceso de riesgo e inoportuno.

Haciendo gala de la misma asombrosa capacidad de Laporta para no ruborizarse nunca y embaucar a los socios, Eduard Romeu se ha buscado una tribuna mediática en el diario Sport desde donde pretende seguir dando lecciones en el ámbito de la economía, concretamente en su artículo de esta semana para alertar de que ahora no es el momento de estirar más el brazo que la manga. O sea, que no toca realizar grandes inversiones en fichajes y, al contrario de la política laportista de su misma etapa en el club, lo aconsejable y prudente es reprimir la tentación de pagar la cláusula de rescisión de Nico Williams, el refuerzo icónico que el presidente se ha obsesionado en cerrar, aunque sea a costa, como en 2022, de otra trampa financiera que empeore las cosas, y a base de exprimir recursos que el club necesitará para su funcionamiento ordinario los próximos años.

Romeu recomienda ahora, desde fuera, establecer una línea de ahorro y de austeridad que él mismo incumplió mientras fue el teórico responsable de las finanzas azulgrana, presumiendo, además, de haber conseguido una reducción de la masa salarial histórica a base de manipular y jugar con cifras y porcentajes que, en realidad, solo demuestran la que es su verdadera habilidad: la de fantasear con la contabilidad, retorcer los números y recurrir a la economía especulativa con la finalidad de aparentar que las cuentas no son las que son, temibles y extremadamente delicadas, sino otras muy distintas, sólidas y resistentes.

Esa misma habilidad suya «para creerse sus propias fantasías», en palabras de su exjefe y avalista José Elías, fue la que le costó el puesto en Audax, de donde fue despedido hace unos meses antes de decidir abandonar también la nave laportista porque no quería que la tormenta que viene le pudiera afectar, sobre todo desde que su papel se fue reduciendo al de mero comparsa en una junta donde en realidad no pintaba nada. Su única misión era la de complacer a Laporta sirviéndole como relator oficial de los embustes y tejemanejes con las cuentas, el más osado y extremo de los cuales fue el escenificado para trolear a los socios con el plan de financiación de l’Espai Barça.

En su línea habitual, confusionista, ha escrito esta semana sobre el volumen de las nóminas: «El problema importante con la masa salarial se originó a partir de la temporada 2017-18. Desde entonces, coincidiendo con la marcha de Neymar al PSG por 222 millones de euros, la cantidad que el brasileño tenía como cláusula de rescisión, no se bajó de 600 millones de masa salarial, estando siempre por encima del 70%, llegando hasta un máximo del 98% en la temporada 2020-21. Los salarios crecientes de muchos de los futbolistas del primer equipo y el covid explican el resto».

En efecto, tras la marcha de Neymar, los movimientos del padre de Leo Messi y del resto de los jugadores, que esgrimieron la posibilidad de irse como Neymar, los blindajes aplicados a determinados contratos y la necesidad de buscar refuerzos, urgencias en las que apremiaron y presionaron el propio vestuario y sobre todo la prensa, provocaron un incremento de la masa salarial, así como un incremento paralelo de los ingresos, hasta alcanzar en la temporada 2018-19 los 990 millones de facturación -récord absoluto mundial- contra 973 millones de gastos, de los cuales 671 millones se correspondieron con la partida de gastos y amortizaciones dentro de los parámetros (68%) exigidos por LaLiga. Para la siguiente, la temporada 2019-20, ese techo de gastos en fichas se estableció en 642 millones en el presupuesto aprobado, finalmente liquidado por 636 millones sobre unos ingresos, mordidos por la primera dentellada de la covid, de 855 millones. Al no entrar en el detalle, seguramente porque así le cuadra su narración imaginaria, no tiene en cuenta que la previsión de ingresos era de 1.029 millones de forma que la ratio hubiera estado en el 65%; o sea, dentro lo correcto.

Finalmente, se muestra alarmista sobre ese 98% de salarios sobre ingresos en la 2020-21 como si ese fuera el resultado de una tendencia histórica, y, precisa, causada por culpa de los contratos crecientes y de la covid.

Romeu, desde luego, nunca fue partidario, sino al revés, de atribuir justamente el cataclismo de los ingresos de la temporada 2020-21 al hecho de que, con relación a la última temporada prepandemia, cayeran en 359 millones por culpa de sufrir las consecuencias de un año entero el estadio y el museo cerrados. De hecho, la LaLiga y el Consejo Superior de Deportes, ante el cierre esperpéntico firmado ese ejercicio por los propios Laporta y Romeu, con los 359 millones de menos en ingresos, de los cuales solo 92 se declararon como asociados a la pandemia, y la barbaridad de 1.136 millones de gastos inexplicables y tendenciosos, decidieron realizar una auditoría independiente con un resultado más lógico y coherente, estableciendo en 324 millones el impacto sufrido por el FC Barcelona justificadamente atribuible a la pandemia.

Pero eso no es lo peor de los delirios de Romeu expresados en ese último escrito: «Ante esa situación y con la necesidad adicional de renovar una plantilla inflacionada y en una franja de edad elevada, la junta directiva presidida por Joan Laporta tuvo que aplicar un plan de austeridad en todos los sentidos y que además fuese compatible con el rendimiento deportivo, pues en un club como el FC Barcelona siempre estás obligado a pelear por todos los títulos en disputa. Finalmente, tras tres años de intenso trabajo, se consiguió en la pasada temporada, la 2023-24, reconducir la masa salarial del club hasta un magnífico e histórico 60% respecto a los ingresos, situándola en 492 millones. Todo este impresionante y necesario esfuerzo supone reducir unos 180 millones la masa salarial del periodo más álgido».

El plan de austeridad al que se refiere debe ser de otro club y en una dimensión paralela, pues Romeu firmó 1.136 millones de gastos la 2020-21, 856 millones la 2021-22, y consiguió un récord insuperable la 2022-23 con 1.163 millones. Sobre la 2021-22, que parece registrar un descenso, el misterio fue que los ingresos ordinarios rondaron los 600 millones y, por tanto, los costes se superaron en más de 200 millones, de los cuales 518 millones fueron de salarios deportivos a pesar de haberse deshecho de las fichas de Messi y de Griezmann. Enigmas financieros que aún resultaron más ininteligible cuando, en el ejercicio anterior, 2022-23, fueron 676 millones los gastos salariales deportivos, prácticamente los mismos que en la 2019-20.

Lo único cierto es que LaLiga hubo de intervenir el año pasado y obligar a Laporta a pasar por el aro de un límite de gasto -razón por la que solo se fichó a Oriol Romeu- y, además, le rebajó su margen salarial a 207 millones; es decir, 285 millones por debajo de lo presupuestado porque, además, la falsa venta de Barça Studios ya no cuela como truco contable ni palanca fantasma. Si alguien le ha puesto deberes al Barça ha sido Javier Tebas, de modo que Laporta no ha tenido más remedio que cumplirlos, algo que de momento no consta.

Eduard Romeu haría bien en desaparecer de la escena barcelonista, pues en materia financiera está claro que todo lo que diga solo puede ser utilizado en su contra. También destaca que la Masía es una fuente inagotable de jugadores y de cracks. Lo dice quien más se opuso a la continuidad de Messi y quien ha promovido, a base de consumir 1.000 millones en palancas, más de 20 fichajes extranjeros y nacionales para reforzar el primer equipo.

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