Nike cobra ventaja sobre la precariedad y las urgencias de Laporta

La confirmación de las medidas cautelares contra el Barça, que no puede romper el contrato ni negociar con un tercer fabricante, sugiere que cualquier nuevo acuerdo aún queda lejos y que para aproximar posiciones el presidente de ceder a sus pretensiones: más años, menos dinero y control sobre el espacio BLM

Joan Laporta

La insólita y descabellada idea de que el Barça podía romper el contrato de patrocinio con Nike obtuvo una respuesta entusiasta y de sumiso seguidismo por parte de la mayoría de la prensa especializada azulgrana. En su momento, hasta llegaron a publicarse informaciones que, de forma precisa y contundente, detallaban qué marca iba a sustituirla, a partir de cuándo y cuánto dinero le iba a proporcionar al Barça una jugada maestra del presidente, Joan Laporta, convencido de que por el simple hecho de filtrarla y darle un empujón mediático con declaraciones desafiantes sería capaz de amedrentar a la marca americana y provocar una reacción beneficiosa para los intereses del club azulgrana.

A la hora de la verdad, sin embargo, ha resultado que ni siquiera es cierto que sea inminente la firma de una renovación del contrato con Nike, por lo menos hasta 2038, a cambio de un signing bonus de 100 millones que, anticipadamente, Laporta cobraría a cuenta del aumento de las condiciones, a razón de 10 millones por 10 años. Un dinero que se consumiría tapando parcialmente el agujero de Barça Studios y pagando la cláusula de Nico Williams, principal distracción y fantasía laportista del mercado azulgrana de este verano, marcado por la precariedad y el mayor empobrecimiento del club hasta límites nunca vistos. Ayer, la Audiencia Provincial de Barcelona estimó de manera definitiva que el FC Barcelona no pueda romper (sin indemnización) el contrato que lo une con Nike hasta 2028, confirmando así las medidas cautelares de una denuncia del contrato presentada por el Barça de Laporta contra su patrocinador técnico para conseguir la rescisión unilateral y sin penalización de su vínculo contractual.

Como se trata de una discusión previa a la vista definitiva, que sigue su curso, los tribunales aún habrán de decidir sobre el fondo de la cuestión, que es la pretensión azulgrana de conseguir la extinción del contrato alegando que por parte de Nike se ha incumplido “de forma esencial y grave” y que la demanda azulgrana no obedece a ningún capricho y está basada en apreciaciones y argumentos objetivamente justos. La reclamación también trata de impedir que Nike pueda hacer cualquier operación que impidiera al Barça ejecutar su marca propia o encontrar un nuevo proveedor a partir de 2024.

La reacción de la marca fue exigir esas medidas cautelares en base al relato y los datos históricos del acuerdo y sugerirle a la justicia que la voluntad del Barcelona es la de renegociar el actual contrato de patrocinio y que “el procedimiento es un instrumento de presión”. Solicitó que se prohibiera al Barcelona romper el contrato con Nike y llegar a un acuerdo con un tercero, que le fueron concedidas y ahora ratificadas, contra la reacción del Barça planteando judicialmente el cese provisional de la fabricación y comercialización de la ropa de la nueva temporada y la prohibición de hacer nuevos pedidos para la temporada 2024-2025. El Barça justificó esta petición por «la filtración en prensa, en enero de 2024, de la segunda *equipación del Barça para la temporada que viene». Todas las medidas cautelares reclamadas por el Barcelona fueron rechazadas.

El auto, más allá de que el juzgado mercantil deba emitir una sentencia más adelante, admite la totalidad de los argumentos de Nike y rechaza de plano los de Laporta, pues considera que el Barcelona lo que realmente persigue es presionar para llegar a un acuerdo por más dinero y más años, estableciendo que tampoco contempla esos incumplimientos esgrimidos por al Barça.

La resolución es lo bastante rotunda sobre el estado del pulso entre ambas partes como para entender que, mientras el proceso judicial se mantenga abierto, la multinacional ha cobrado ventaja en esas presuntas negociaciones de las que se viene hablando y de la que únicamente se conocen informaciones o filtraciones de parte, en este caso procedentes de la junta de Laporta, manifiestamente interesada en aparentar ante la opinión pública que, en cualquier momento, lloverán los millones desde Oregon fruto de la astucia y de la habilidad procesal para poner entre la espada y la pared a una empresa como Nike, que factura 50.000 millones de dólares.

Cuesta creerse este cuento mediático a la vista de los hechos, pues fue Nike la que en el cumplimiento del contrato le ha venido creando serios problemas al área comercial del Barça, a BLM y a las expectativas de ingresos previstas. Por ejemplo, la camiseta de este 125º aniversario azulgrana en el que hay tantas pocas cosas que celebrar aún no ha sido presentada, pendiente de una serie de dificultades que han provocado un retraso inexplicable y que el Barça haya perdido un porcentaje muy elevado de ventas que ya serán irrecuperables.

Nike no se fía de Laporta ni cree que haya motivos para ceder ante la voluntad -más bien una necesidad apremiante- de un club que, teniendo contrato en vigor, lo ha llevado ante los tribunales por incumplimiento y le plantea la exigencia de mejorar y anticipar mejoras sustanciales del contrato. Sobre todo porque las medidas cautelares aplicadas por la Audiencia Nacional respaldan la posición de ventaja y de fuerza de Nike, que difícilmente se abrirá a firmar un nuevo contrato mediando la resolución de un conflicto judicial en el que está en juego tanto dinero y la propia esencia de una relación que sigue demasiado tensa.

Ahora mismo, con independencia de que aparezca la camiseta de la temporada 2024-25 dentro de pocos días, Laporta sólo podrá firmar un nuevo acuerdo si desactiva el pleito, cede a las pretensiones de control o de explotación conjunta de BLM y, a cambio de ese adelanto de 100 millones, Nike obtiene unas condiciones inmejorables- O sea, por menos dinero, por diez años o más sobre el retail del Barça. El desenlace tiene mala pinta.

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