Sobre el descalabro económico propiciado por Joan Laporta con base en la venta ilusoria, desproporcionada y puede que hasta fraudulenta de Barça Studios, la realidad acaba de asestarle un golpe prácticamente definitivo con la renuncia pública y ya oficial a esa descabellada idea de capitalizar Barça Media, la sociedad idealizada y ficticia en la que se iban a convertir sus activos audiovisuales y digitales de nueva generación, a través de una salida a bolsa en el Nasdaq de Nueva York. Sucesivos regates y trucos habían dejado bastante claro que la idea, además de ser desde el primer momento una fantasía, solo pretendía darle revuelo y una dimensión mediática a esa operación de venta de Barça Studios encallada y envuelta en impagos, precisamente por la ausencia de un plan de negocios real, de producción y de activos con un verdadero atractivo para cualquier inversor. Aun así, Laporta siguió dándole cuerda y, pese a la deserción masiva de los accionistas de Mountain & Co, la Spac de las Islas Caimán que tenía que servir de conducto para salir a bolsa, forzó una nueva prórroga hasta noviembre que, finalmente, ha debido resignarse a abandonar ante los evidentes indicios de que mantener abierta esa vía solo podría acarrear penalizaciones añadidas en caso de saltar del tren en marcha a más velocidad.
La deserción se ha consumado en forma de comunicado conjunto y perverso por parte de la junta de Laporta, sugiriendo que el Barça «rompe» con Mountain & Co para «centrarse en las oportunidades de negocio a corto plazo, que se abordan mejor en una estructura no cotizada. Las partes han acordado que Barça por sí solo, sin Mountain, se concentrará plenamente en aprovechar dichas oportunidades de negocio, que se prevé que impulsen sustancialmente el crecimiento de Barça Media».
Otra explicación laportista mezcla de cinismo envuelto en un nuevo embuste porque, es evidente, lo que ha fallado es que Laporta no ha podido consumar la venta societaria del 49% a nadie dispuesto a pagar los 200 millones en los que se valoró hace dos años el negocio de Barça Studios. Fue la solución desesperada a la que recurrió el presidente cuando, por las urgencias del mercado, se topó con la necesidad de inventarse unos ingresos de esa magnitud para sortear el prudente y acertado criterio de LaLiga de no permitirle vender más activos de futuro como ese 25% de los derechos de TV de la Liga y encontrarse de golpe en un callejón sin salida por haber comprometido los fichajes de Lewandowski, Raphinha y Koundé, entre otros, en el mercado de fichajes del 2022. No se parece en nada a las «buenas noticias» prometidas recientemente por el propio Laporta.
El disparate de Laporta, culpable de haberse gastado un dinero que no tenía, se ha convertido al cabo de este tiempo en una bola de nieve financiera que ahora rueda cuesta abajo en su contra y amenaza con paralizar la actividad deportiva y económica del club, camino del colapso, la insolvencia y la necesidad de vender a los mejores jugadores para tapar un agujero de 468 millones. Esta cifra se divide en los 160 millones pendientes de cobro por el 49% y el resto, 208 millones, del ingreso contable que, por equivalencia, Laporta se dio en el ejercicio 2022-23 por el 51% de la sociedad y que ahora penden de un hilo en función de que el auditor, Grant Thornton, revise el verdadero valor de la compañía a la vista de los hechos.
La evitación de males mayores ante el Nasdaq gracias a esa retirada, que no deja de ser un ridículo más de la gestión laportista y otra vergüenza para la imagen del club, se produce contradictoriamente en el momento en que desde la junta se ha venido filtrando a los medios que desde Australia, el golfo Pérsico, Europa y EE.UU estaban llegando propuestas de inversión para cancelar parcialmente el impago de Libero por los 40 millones que nunca aparecieron el verano pasado mientras LaLiga le ha admitido -o se ha creído- que Laporta cumplirá con su promesa, otra más, de pagar en septiembre los 60 millones también vencidos al 15 de junio pasado por la misma venta de Barça Studios.
Una pésima noticia que seguramente alejará a los posibles e incautos inversores presuntamente interesados y que viene a empeorar las pobres expectativas generadas por la reciente noticia de que Libero, el fondo alemán acusado por el Barça de no hacer frente a sus compromisos ha contrademandado al Barça sobre la base de un acuerdo interno por el cual Laporta se comprometió a encontrar un inversor que, en su momento, había de reponerle esos 40 millones.
Será bastante complicado encontrar un solo euro que, valientemente, quiera arriesgarse a entrar en el juego de un negocio que, por otra parte, nadie sabe de qué va y cuya facturación apenas impacta en la cuenta de resultados. Los expertos temen ahora que Laporta se invente otra pirueta contable y especulativa para salvar la situación provisionalmente, aunque LaLiga está claro que no se va a creer muchos más cuentos como el de Barça Studios ni las expectativas atribuidas a Barça Vision o Barça Media, que son iniciativas puramente artificiosas.
Las reacciones desde el entorno no se han hecho esperar. El jefe de economía de La Vanguardia, Manel Pérez, firmaba que «Laporta quería emular a Trump con una operación altamente especulativa de salida por la vía rápida. Se trataba de una operación altamente especulativa de salida a bolsa por la vía rápida y sin apenas controles. La misma elegida por Donald Trump, el expresidente de Estados Unidos, para colocar su empresa de redes sociales. Una firma sin apenas ingresos que ya cotiza por la mitad de lo que lo hacía el día del estreno en bolsa. El club de Laporta quería emular a Trump, pues comenzó con una sociedad como Barça Vision, que apenas factura 1 millón de euros y la valoró en más de 400 millones y así lo ha incluido en sus cuentas del año pasado, para soñar luego con colocarla en bolsa por los mencionados 1.000 millones. Ahora toca volver a la realidad».
Marc Ciria, por su parte, se refiere a «una operación de ingeniería financiera, puramente contable, que no aporta ningún beneficio real en el Barça, para evitar pérdidas ordinarias reales. No tener estrategia y un plan de negocio digital nos hizo llevar a cabo una operación irreal que solo servía para maquillar un balance con 300 millones de pérdidas. Un área estratégica, como es la digital, que tiene que ser esencial y transversal en el Club para generar ingresos, tiene que estar en manos de profesionales contrastados y contrastables para desarrollar un negocio desde el Barça, desde casa. Ahora nos enfrentamos a la realidad de un mercado que exige excelencia, estructura, facturación y un plan de negocio para invertir y formar parte. Solo los negocios reales obtienen inversores reales y solventes».
Víctor Font, que ahora quiere apretar el acelerador, ha salido a presumir de haber pronosticado un final tortuoso: «Tal como explicamos hace casi un año, era una operación especulativa que intentaba ser una solución a la transacción puente de Barça Studios del verano de 2022. Era y es prácticamente imposible, en el entorno de mercados actual, encontrar un inversor serio por Barça Vision que valore los activos por 400 millones de euros. Toca reconocer que esta junta se equivocó. Explicar al socio que hemos pagado en concepto de asesoramiento e intermediación para construir esta operación. Deshacerla e intentar construir el negocio audiovisual del Barça desde cimientos sólidos y con compañeros de viaje que aporten conocimiento y no solo dinero. La tentación ahora de otra fuga adelante es grande. Porque somos incapaces de mirar más allá del discurso triunfalista e irreal del corto plazo. Deseamos que durante los próximos días no anunciemos un acuerdo para tapar agujeros y para continuar vendiendo humo».
