¿El ‘junquerismo’ aún es amor?

La frase “el junquerismo es amor” la acuñó el propio Oriol Junqueras a principios de 2017 en Rac1. El entonces vicepresidente del Govern lo dijo como respuesta a la acusación de Anna Gabriel que Junts pel Sí quería eliminar la CUP: “Lo que quiero es que le vaya bien a la CUP, a los comuns, a los socialistas y a todo el mundo. El junquerismo es amor. ¡Nosotros amamos a todo el mundo! Queremos que exista el máximo de transversalidad y diversidad posible”. Y pronto se hicieron camisetas; este es un país donde cualquier excusa es buena para hacer una camiseta, o tres.

Hay estudios científicos que concluyen que la etapa del enamoramiento dura entre seis meses y dos años, no más; sin embargo, existe una pequeña parte de la población (del 15 al 30%) que, a pesar de que lleva más años de relación, todavía está enamorada, o eso dicen. Junqueras, que recientemente está más golpeado que un saco de boxeo, quiere demostrar que los científicos están equivocados y que el junquerismo es aún amor, más allá de la fecha de caducidad citada. Con este objetivo, el republicano, abrigado por su círculo de colaboradores más fieles, ha decidido realizar una gira estilo Pedro Sánchez, y buscar pueblo por pueblo los votos necesarios para recuperar la presidencia de ERC, la que cedió por presiones después de los malos resultados de las últimas elecciones catalanas.

Junqueras ha perdido la confianza de los prohombres del partido, cerca de un millar de ellos han firmado un manifiesto en el que, sin citarlo, le piden que se pliegue. Entre ellos, la secretaria general del partido, Marta Rovira, y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, dos pesos pesados republicanos que han decidido dar el ya famoso paso al lado. Junqueras confía, sin embargo, en su poder de seducción y calcula que las bases estarán con él. El republicano, encarcelado por el procés, entiende que el partido le debe una última oportunidad a ser candidato a las elecciones catalanas -ahora está todavía inhabilitado- y recuerda que el partido lo reflotó él después de que, con Joan Puigcercós al frente, tocas fondo.

Compro la idea de que ERC necesita un liderazgo nuevo, y también Junts. El procés ha desgastado a líderes como Junqueras y Carles Puigdemont. La necesidad de nuevos líderes, reclamada por Rovira y Aragonès, es real. Es más, si alguna vez ERC y Junts quieren pactar algo, eso solo podrá ser cambiando a unos interlocutores que ahora están a matar. Sin embargo, no deja de dar cierta vergüenza el ensañamiento al que ERC está sometiendo a Junqueras. ¿Hacía falta la gota malaya del manifiesto, que día a día va sumando firmas? ¿Hasta qué cifra humillante quieren llegar? ¿Mil? En baloncesto infantil existe una regla llamada cierre de acta que, para evitar resultados de escándalo que puedan humillar a los perdedores, a partir de un determinado y voluminoso resultado, se dejan de anotar los puntos de ambos equipos. No sé si Junqueras no merecería un cierre de acta

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