El Espanyol da una lección al Barça

Los socios y aficionados del RCD Espanyol están de enhorabuena. Después de una temporada muy irregular, con tres entrenadores, y de haber conseguido entrar por los pelos en los play-offs para el ascenso a la primera división de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), el equipo dirigido por Manolo González ha sabido aprovechar la oportunidad y volver a la máxima categoría del fútbol español.

Yo, desde pequeño, soy seguidor del Athletic de Bilbao, pero no por eso quiero dejar de felicitar efusivamente  a los pericos y a los jugadores blanquiazules que han conseguido esta gesta. Merecen estar en primera: por historia y por el fuerte arraigo social que, más allá de los tópicos sectarios y supremacistas, tiene este club en Cataluña.

Como pasa con el fenómeno del deporte de masas, ser de un equipo o de otro es una opción emocional y que toca la fibra íntima e intransferible de los sentimientos. Ser del Espanyol no quiere decir ser políticamente “españolista” ni ser un “submarino madridista”, como siempre se ha acusado frívola y falsamente desde los ámbitos más radicales del Barça. Hay apasionados de los colores blanquiazul de todos los signos políticos (Salvador Illa, Jordi Turull, Xavier García Albiol…), incluyendo a muchísimos independentistas, como Gabriel Rufián.

Recordemos que el Espanyol fue fundado en 1900 por un grupo de universitarios, en contraposición y respuesta a la hegemonía de los jugadores extranjeros que había en otros clubes de la ciudad, como el FC Barcelona, fundado por el suizo Joan Gamper y con presencia de una mayoría de futbolistas foráneos. De la catalanidad del club perico es buena prueba que adoptara, en 1909, los colores blanquiazules para su camiseta, en homenaje al estandarte del almirante Roger de Llúria, legendario héroe militar de la Corona de Aragón.

Si el Espanyol ha conseguido llegar vivo hasta nuestros días –después de las convulsas etapas protagonizadas por la familia Lara, Daniel Sánchez Llibre, Ramon Condal y Joan Collet– es gracias a la valentía de un discreto empresario chino, Chen Yansheng, que en 2015 compró la mayoría de las acciones del club, a través de su emporio Rastar Group. Chen Yansheng, que vive en China, donde se dedica al negocio de los juguetes y de los videojuegos, ha invertido muchísimo dinero de su bolsillo -¡más de 200 millones de euros!- para mantener en pie al Espanyol.

No tenía ningún vínculo directo con Cataluña y no se ha comportado como el típico magnate que compra un club de fútbol para su capricho y lucimiento personal, como desgraciadamente pasa con muchos equipos europeos, que han caído en manos de los petrodólares o de oligarcas rusos. Sin ir más lejos, el celebradísimo Girona FC está controlado por el Manchester City, propiedad, a su vez, del magnate Mansour bin Zayer, miembro de la familia real de Abu Dabi.

Chen Yangsheng, que ha delegado el día a día del Espanyol en el CEOMao Ye, rehuye todo protagonismo público y se ha limitado a cumplir uno de sus sueños de niño, la pasión por el fútbol. Es de justicia reconocer que, sin la milagrosa irrupción de este empresario chino en el accionariado del Espanyol, el club estaba abocado irremediablemente a la quiebra y a la liquidación.

Esto es así y, desde esta evidencia, las feroces críticas y despiadadas invectivas de una parte de la masa social blanquiazul contra Chen Yangsheng y Mao Ye son totalmente irresponsables y desmesuradas. Se acusa al propietario de Rastar Group de gestionar el club como si fuera un “negocio”, pero si no fuera por el maná de dinero que han llegado de China, el  Stage Front Stadium de Cornellà-El Prat sería hoy un cementerio.

También es lamentable que se le quiera descalificar con desprecio xenófobo como “el chino” o “el comunista”. Chen Yansheng que, por motivos personales y empresariales, no puede viajar a menudo a Barcelona, ha procurado siempre actuar con mucho  tacto, poniendo oídos a las inquietudes de la masa social y siendo plenamente consciente de la pasión que levanta el club blanquiazul entre sus seguidores.

Las decisiones que, como máximo accionista del club (99%), ha ido adoptando, siempre han estado guiadas para garantizar la independencia y la viabilidad de la entidad, además, como es obvio, de intentar tener en cada momento la plantilla más competitiva posible, dentro de los márgenes presupuestarios, para conseguir los mejores resultados. Buena muestra de su buen tino y capacidad de escucha ha sido la renovación del entrenador Manolo González en este retorno a la primera división.

Desde determinados círculos pericos se está impulsando una campaña de odio contra este empresario chino, exigiendo que venda sus acciones y se vaya de la Stage Front Stadium. Pero el hecho es que, más allá de algunos rumores, no se ha formalizado ninguna oferta solvente para comprar el club y, por consiguiete, la única posibilidad de salvación del Espanyol pasa por la sapiencia y la solvencia de Chen Yansheng.

En el mundo del fútbol proliferan, como hemos visto y constatado, todo tipo de facinerosos y de aventureros, atraídos por las montañas de dinero que se mueven. El caso del otro gran club de la capital catalana, el FC Barcelona, es el paradigma de esta vertiente turbia y mafiosa de este deporte.

Joan Laporta es la antítesis de Chen Yansheng. La gestión absolutamente demencial y caótica del presidente del Barça, que ha llevado a esta centenaria entidad al precipicio, contrasta con el estilo empresarial del propietario del Espanyol, serio y equilibrado, sin excesos y dando confianza a los profesionales en los cuales delega las funciones ejecutivas. Destaca, en este sentido, la dirección deportiva, encabezada por Fran Garagarza.

Con modestia, sin caer en los excesos y desvaríos que se dan demasiado a menudo en la élite futbolística, hay que resaltar que en esta temporada 2023/24, el club presidido por Chen Yangsheng ha conseguido el ascenso a la primera división de los equipos masculino y femenino. Señal que, en este mundo de locos, las cosas se han hecho y se hacen bien en Cornellà-El Prat.

Después de muchas probaturas y de los inevitables errores, el CEO Mao Ye, el director deportivo Fran Garagarza y el entrenador Manolo González son la sólida columna vertebral de este nuevo proyecto del Espanyol. Ahora, solo hay que esperar aciertos en la confección de la plantilla del primer equipo y que los resultados en el terreno de juego acompañen.

En estos momentos de gran alegría para los pericos, haría falta que los socios y los aficionados reflexionaran. En vez de arremeter contra “el chino” y “el comunista”, también sería importante que valoraran la estabilidad y la proyección que, con su paciencia y generosidad, Chen Yansheng ha sabido dar a la nave blanquiazul, manteniéndose firme y sereno en los episodios de crisis deportiva que se han vivido en los últimos años.

A la vista de la pésima y dramática situación del Barça de Joan Laporta, el Espanyol de Chen Yansheng es la otra cara de la moneda: un club bien gestionado, sin delirios de grandeza, pero que sabe transmitir alegrías e ilusión a sus seguidores, como se demostró en el último partido del play-off contra el Oviedo. Tal vez sería hora de deshacer clichés y rendir homenaje a este empresario chino, gracias al cual el Espanyol continúa existiendo y siendo competitivo.

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