Operación para destruir el liderazgo de Oriol Junqueras en Esquerra

El expresidente constata como personas de su máxima confianza le giran la espalda y quieren impedir su retorno a la dirección en el próximo congreso

El presidente de ERC, Oriol Junqueras, durante la Diada de Catalunya del 2022 (Esquerra Republicana de Catalunya)
El presidente de ERC, Oriol Junqueras, durante la Diada de Catalunya del 2022 (Esquerra Republicana de Catalunya).

“No entiendo nada. No sé donde estamos”. La frase es de un alto dirigente de ERC, desorientado después de la caótica situación a que ha llegado su partido en las últimas semanas. Esquerra pasó de estar en una situación ventajosa e incluso con una imagen de seriedad, gracias a la gestión realizada los últimos tres años al frente de la Generalitat, a caer en una anarquía absoluta. El paso all ado del presidente de la formación, Oriol Junqueras, ha marcado un antes y uno después en la formación republicana.

El partido ha caído en manos de la secretaria general, la expatriada Marta Rovira, que hace funcionar ERC a golpe de videoconferencias y de llamadas telefónicas. Lo más importante, pero, es que pactó en secreto con Carles Puigdemont y nadie sabe con certeza las condiciones que los dos discutieron en Suiza el 5 de junio pasado. “Lo lleva en secreto. No nos han explicado nada, pero tememos lo peor”, dicen a EL TRIANGLE fuentes de sectores críticos del partido republicano.

El desconcierto del alto cargo antes aludido tiene una lógica razón de ser. Un grupo de militantes confeccionó un manifiesto bajo el título “Reactivamos la izquierda nacional”, en el cual abogaban por un cambio radical de la cúpula del partido. “Los resultados del último ciclo electoral –municipales, generales, Parlament y europeas– han marcado un cambio de rasante para Esquerra Republicana de Catalunya: una década de crecimiento sostenido se ha visto restañada por una bajada estructural, cosa que indica el fin de un ciclo marcado ahora por la desmovilización y el retroceso del conjunto del independentismo y de las izquierdas. El Parlament de Catalunya ha virado hacia la derecha y hacia el españolismo, con un ascenso notable de la extrema derecha y con un PSC –abiertamente cómplice de la represión posterior el octubre del 2017– que gana las elecciones por primera vez en votos y escaños”, dice el texto.

En sus puntos, asegura que “es imperativo repensar y modernizar la organización para fortalecerla. Una insoslayable transición interna tranquila tiene que ser la semilla para un nuevo impulso para esbozar un futuro inmediato ganador. Con generosidad, apertura y voluntad inclusiva y no excluyente. Con unidad interna y contando con el enorme capital político acumulado los últimos años”. Exige “una nueva manera de hacer política” y subraya que “es urgente asumir una renovación política que, a partir del testigo de las victorias ideológicas empujadas por ERC, conduzca a nuevos consensos sociales amplios para el ejercicio del derecho a la autodeterminación nacional”. Y, consecuentemente, pide “equipos amplios, corales y horizontales”, por lo cual “es necesaria una renovación general de la cúpula dirigente, para conducir la organización hacia un modelo más coral y colectivo, más transparente y con más participación de la base militante, de la estructura territorial y de los activos del municipalismo republicano”.

El manifiesto, que exigía la renovación de la cúpula de ERC, ha tenido el aplauso entusiasta de casi todos los altos cargos del partido. Fue firmado al principio por 309 militantes, que al final se convirtieron en 849, a pesar de que todavía se van añadiendo firmas. Entre los firmantes del manifiesto hay altos cargos y ex-altos cargos, como Joan Puigcercós, Joan Ridao, Josep Huguet, Marta Cid, Ernest Benach, Xavier Vendrell, Ernest Maragall, Laura Vilagrà, Josep Maria Jové, Marta Vilalta, Roger Torrent, Alba Vergés, Teresa Jordà, Tània Verge, Montse Bassa, Laia Cañigueral, Ester Capella, Natàlia Garriga, Jordi Castellana, Oriol Amorós o Sergi Sabrià. Pero sobresalen dos nombres: los de Marta Rovira i Pere Aragonès.

Es decir: la secretaria general y el coordinador de ERC exigen la destitución de la cúpula del partido. “O es un ejercicio supino de cinismo, o, en caso contrario, no se entiende esta postura. No puede ser que la secretaria general de ERC y el coordinador del partido exijan que se sustituya la cúpula cuando ellos son el vértice de la cúpula”, alerta un miembro de ERC alineado con uno de los sectores críticos. Añade este militante: “Son precisamente ellos los causantes del actual desastre de Esquerra, y resulta que piden sus propias cabezas, una cosa totalmente absurda. Habría valido más que dimitieran y habrían quedado como unos señores”.

Ante esta situación absurda, no debe de ser extraño sentirse desubicado, como les pasa a parte de los cuadros de la formación. “El manifiesto ha sido un misil a la línea de flotación de Oriol Junqueras”, dice otra fuente republicana. De hecho, ninguno de los altos cargos considerados próximos a Junqueras ha firmado el texto. El expresidente republicano observa la situación desde la barrera, apartado de cualquier responsabilidad operativa de Esquerra. Su meta es llegar con fuerzas renovadas al congreso del 30 de noviembre y plantear un pulso a sus detractores.

“Ordeno y mando”

El objetivo del manifiesto es echar Junqueras y evitar que siga mandando al partido. Varias fuentes internas de ERC coinciden a afirmar que Junqueras no tiene muchos apoyos dentro del aparato republicano, pero otra cosa son las bases. Aquí es donde puede plantear la batalla e incluso dar una sorpresa en el congreso. En esta batalla, incluso un crítico como Joan Tardà, que no escatimó críticas internas a Junqueras, ha salido en su defensa: el manifiesto fue impulsado con intenciones políticas de hacer daño a Junqueras, y por eso Tardà rechaza la forma como se ha planteado. Otros ausentes de lujo en la lista de firmantes son líderes como Eva Baró, la presidenta de la Federació de Barcelona; Lluís Salvadó, presidente del Port de Barcelona; el ex conseller Juli Fernández; el secretario de Organización, Pau Morales, o el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián.

Junqueras ha dejado de ser el líder indiscutible para pasar a ser el enemigo a batir. Dentro de ERC se ha empezado una caza contra el expresidente, simplemente para disimular y que las bases no pidan las cabezas de quienes estaban a su alrededor y, en definitiva, lo apuntalaban y mantenían, a pesar de las protestas de los militantes. “A ERC no se consulta nada a las bases. Las decisiones son tomadas por un sanedrín encabezado por Junqueras y Rovira. Por supuesto, echamos de menos las consultas y hemos pedido muchas veces que se puedan debatir los temas importantes en las agrupaciones, pero nunca nos han hecho caso”, dice una fuente interna del partido.

El hecho que Marta Rovira fuera uno de los dos principales puntales que decidían autocráticamente lo que hacía el partido hace todavía más inverosímil su firma en el documento que pide la renovación de la cúpula. Si a esto añadimos los pactos secretos con Carles Puigdemont, se entrevé una imagen tenebrosa de la cúpula republicana, capaz de despotricar contra ella misma y de pedir su propio haraquiri. “Las decisiones que ha tomado Rovira en la última semana han añadido mucha más incertidumbre y, además, dejan el partido al cariz del abismo. No sabemos si Junts entes fagocitará o si podremos salir de esta situación. Aunque existe en las bases una gran unanimidad sobre la necesidad de variar la estrategia y de cambiar la cúpula, el paso al lado de Oriol Junqueras nos ha dejado vendidos. Rovira, desde Suiza, toma decisiones que muchos no entendemos ni queremos. No hay comunicación ni consultas a la militancia, solo el ordeno y mando de la cúpula, es decir, de Marta Rovira, que nos ha enviado una comunicación interna que no dice absolutamente nada ni desvela ninguna información sobre nuestro futuro”, afirman fuentes de la formación.

Por su parte, el Col·lectiu Primer d’Octubre también ha dejado clara su posición, tirando con bala. Bajo el lema “Por el retorno a una ERC independentista y republicana”, este grupo minoritario de perfil hiperventilado reclama “constituir una mesa de diálogo entre todos los actores políticos catalanes para consensuar unos mínimos puntos comunes con visión de Estado”. Las líneas programáticas que propone son “buscar en todo momento la unidad de acción con el resto de fuerzas soberanistas”, “plantear la relación con el Estado español únicamente de forma bilateral” y “asentar las bases de la construcción de la Constitución republicana”. Otro de sus puntos exige volver al asemblearismo como característica principal de la organización de ERC.

No tienen nada a ver un manifiesto con el otro, pero representan indicios que a ERC hay varias almas y, sobre todo, una batalla interna que promete ser muy cruel, porque habrá vencedores y vencidos. ERC, en estos momentos, está navegando sin rumbo fijo, a merced de las olas políticas que la sacuden, pero con una característica que puede agraviar la situación: si el sector rovirista se sale con la suya, el partido republicano anda hacia un entendimiento con Carles Puigdemont que podría significar su defunción definitiva, puesto que Esquerra correría el riesgo de convertirse en un apéndice de Junts, en la escobilla utilizada por los postconvergentes para recoger los votos de la izquierda independentista a quien la CUP le parece demasiado extremista o demasiado anticapitalista. El partido de Macià y Companys vive horas decisivas.

Puedes leer el artículo entero en el número 1582 de la edición en papel de EL TRIANGLE.

(Visited 144 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

avui destaquem

Deja un comentario