Gabriel Masfurroll anuncia que Goldman Sachs será el único dueño del Espai Barça

Según el ex-directivo del Barça, el fondo norteamericano no está preocupado por las atrocidades del actual presidente, Joan Laporta, sino, al contario, confiado en recuperar su enorme inversión a base de asumir y controlar la explotación del nuevo estadio

La remodelación del estadio del Futbol Club Barcelona costará más de 2.000 millones de euros

La ociosidad y parálisis de la propia junta de Joan Laporta, que llega a esta última semana del ejercicio 2023-24 sin grandes novedades que contar, al menos de momento, en el ámbito que más interesa a los socios y a la afición, los fichajes que habrán de reforzar el Barça de Hansi Flick, han propiciado un debate abierto y profundo sobre la verdadera naturaleza y actuaciones de la directiva en el Espai Barça, con conclusiones que se alejan bastante de ese entusiasmo y optimismo del discurso institucional y oficialista promovido desde el poder.

El punto de partida que ha puesto de actualidad el Espai Barça y levantado polémicas fue un encuentro convocado días atrás por el colectivo ‘Arquitectes per l’Arquitectura’, en el que básicamente los profesionales de más prestigio y reconocimiento de Catalunya pusieron de relieve no pocas dudas sobre el desarrollo del proyecto a causa de su vulgarización, es decir de un proceso de profundos cambios sobre el original -aprobado por dos veces en referéndum y triturado por los caprichos e intereses de Laporta- con la finalidad de ahorrar costes en el diseño, la calidad, los materiales y mano de obra.

Lo significativo es que el resultado de aplicar una política salvaje de low cost no va a servir para adelantar los plazos de entrega ni mucho menos para rebajar su presupuesto, que se va a engullir bastante más de 2.000 millones, una vez añadidos los intereses, exclusivamente en la reforma del estadio, o sea sin el nuevo Palau, el resto de los equipamientos y la urbanización final del nuevo entorno del barrio. Tampoco ofrecerá, después de las atrocidades cometidas sobre los planos del proyecto ganador del concurso internacional de arquitectura, ningún atractivo especial, más allá del mantenimiento del concepto ‘sótano’ de la Primera Gradería, la controvertida situación de las zonas VIP por encima de la Segunda Gradería y la certeza de que la nueva Tercera Gradería, por altura y distancia del terreno de juego, empeorará notablemente la visibilidad, que ya constituyó su principal hándicap desde el momento de su construcción.

A este panorama se han añadido otros pronósticos sombríos y una profecía verdaderamente preocupante que, si ha podido pasar desapercibida, ha sido gracias a que la prensa en general no ha querido profundizar ni analizar. “Goldman Sachs no está preocupada por su enorme inversión en el Espai Barça porque si el Barça no puede devolver el préstamo será Goldman quien se apropie del control absoluto del estadio, es decir con su explotación. Por tanto, acabará cobrando hasta el último euro”, dijo Gabriel Masfurroll, ex-directivo del FC Barcelona y destacado empresario en el ámbito de la sanidad privada, al que se le atribuye, por su trayectoria, reconocidos contactos con las principales firmas norteamericanas del sector y, por derivación, también con las grandes financieras, entre ellas Goldman Sachs.

No parece que sus palabras hagan referencia, en ningún caso, a una hipótesis lejana o un augurio a la ligera, sino a un ejercicio de información que, como socio del Barça, ha querido compartir con el resto. Por boca de la directiva, sí es sabido que el club se ha asegurado, a partir de la puesta en marcha del nuevo estadio, 100 millones por temporada sobre su explotación, una cifra que, como se comentó en su momento, ya es inferior a los volúmenes de aprovechamiento y rentabilidad del estadio previo a las obras. El resto se destinará a la devolución y cargos de las operaciones financieras previstas, por tramos, unos de crédito directo como el que ha concedido Goldman Sachs y otros a base de la emisión de bonos.

La directiva de Laporta ya admitió en el momento de presentar InterMoney, el Fondo de Titulización suscrito con diferentes inversores, una figura jurídica que, en la práctica, recibirá la totalidad de los ingresos derivados del nuevo Spotify Camp Nou, la imposibilidad real de hacer frente a los pactos y cantidades acordados, el primero de 400 millones en 2028. Esta circunstancia obligará a que, llegado el momento,  se abra una renegociación de las condiciones y a que Goldman Sachs dé ese paso definitivo en la inevitable asunción de un control económico prácticamente total del club, pues será el responsable de regular los flujos de caja procedentes de los abonos, el ticketing, los patrocinios derivados de la rentabilidad de las instalaciones, entre ellos el Naming Right, la restauración, el Hospitality o los eventos, una parte variable clave de los ingresos de aproximadamente 350 millones, según las estimaciones.

Como que Laporta ya ha comprometido el 25% de los derechos de TV de la Liga por 24 años y el contrato de Nike tiene pinta que también será estrujado antes de tiempo, a la precariedad que se avecina, pese a las buenas expectativas que generará el estadio reformado y en pleno funcionamiento, se unirá la fiscalización de Goldman Sachs, cuya prioridad será la de asegurar la devolución de los intereses y el capital necesarios para la gran obra en marcha. Será, por tanto, inevitable que Goldman Sachs y algún otro inversor estipulen y determinen un equilibrio entre ingresos y gastos que afectará a que la disponibilidad de fondos para fichajes no esté, como ahora, a disposición de las gamberradas de Laporta y de su círculo de agentes.

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