Un dardo envenenado

Ya se ha constituido el nuevo Parlament de Catalunya después de las elecciones del 12 de mayo, que dieron la victoria a los socialistas catalanes. Pero el independentismo mantiene la mayoría en la Mesa del Parlament. Eso sí, haciendo el paripé en la primera votación. Tanto ERC como la CUP han disimulado haciendo ver que el acuerdo con Junts no estaba cerrado absteniéndose en una primera votación, lo que ha alargado innecesariamente el acto.

El partido de Carles Puigdemont había enseñado sus cartas cuando ha propuesto en público a Josep Rull para presidir la Cámara. A pesar de que Puigdemont y los suyos daban por cerrado el pacto, Marta Rovira ha descartado la presidencia de la Mesa para su partido y, a la vez, ha diseñado una maniobra de distracción, ordenando que se votara en blanco en la primera votación, igual cómo ha hecho la CUP. Rull, desde su escaño, estaba muy tranquilo. Conocía la estratagema. A continuación, los votos de ERC y la CUP se han añadido a los de Junts. Como resultado, ahora el soberanismo tiene mayoría en la Mesa del Parlament, el órgano que rige los debates, pues además de la Presidencia ha tenido una de las dos vicepresidencias y dos de las cuatro secretarías. El PSC, por su parte, tiene los otros tres asientos. Cuatro independentistas y tres socialistas. LA CUP, una vez más, ha vuelto a hacer de muleta de la derecha. Muchos discursos revolucionarios pero votan a la derecha, incluso a Rull, el gran defensor del Hard Rock.

Rull es un convergente de toda la vida. Se inició en política en su Terrassa natal y bien pronto llegó a ser el presidente de las juventudes del partido de Jordi Pujol i Miquel Roca. De carácter apacible, fue consejero de Territorio en el Gobierno de Puigdemont. Ahora, pilotará el Parlament. En su primer discurso, ha apelado reiteradamente al consenso, a construir puentes, a sumar y a ser respetuoso con la discrepancia. A diferencia de sus antecesores, ha concluido su discurso citando el poeta Salvador Espriu y no con un “Visca Catalunya lliure!”.

Eso sí. De él depende decidir quién se presenta a la investidura como presidente de la Generalitat. A estas alturas ya hay dos candidatos que han expresado su disposición: Carles Puigdemont, segundo en las elecciones, y Salvador Illa, el ganador. Rull tendrá que decidir quién se presenta. Entonces se verá si de verdad será un presidente de todos, como ha dicho, o bien pasa a ser un presidente partidista. En el supuesto de que antes del 25 de junio no haya un presidente de la Generalitat, los catalanes tendremos que volver a votar a mediados de octubre. Puigdemont tiene mucho de interés en esta segunda vuelta para acabar de hundir a su principal rival independentista. Quizás ERC no tenga tanto de interés, ahora que Oriol Junqueras ha dimitido de presidente del partido y no hay un liderazgo nuevo en Esquerra hasta que el mes de noviembre escoja una nueva presidencia. Además, ERC ve como su voto es menguante elección tras elección. Marta Rovira tiene ahora la llave pero es un dardo envenenado: el voto independentista no da la mayoría para ser investido presidente de la Generalitat. Sí que suma un acuerdo de izquierdas. En pocas semanas conoceremos la solución a la incógnita: o gobierno o elecciones.

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