Feijóo, el convergente

Dicen que el amago de dimisión de Pedro Sánchez acabó de empujar a Salvador Illa a la victoria en Catalunya. O que la negativa del candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano, de calificar a ETA como banda terrorista en la recta final de la campaña vasca, le costó el triunfo. A Felipe González le faltó “un telediario” para remontar a José María Aznar en 1996. Ya se sabe que en política el éxito puede venir del canto de un duro y que cualquier gesto, por insignificante que pueda llegar a parecer, puede decantar la balanza, y más en los tiempos que corren, ajenos a las mayorías absolutas. Las elecciones europeas de mañana domingo parecen también ir de un canto. Estrechez que invitaría a los políticos a ser cautos. Llama la atención así que a seis días del 9-J el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, haya abierto la puerta a una hipotética moción de censura contra el presidente Sánchez, sumando incluso el apoyo del partido de Carles Puigdemont.

La ocurrencia ha provocado vascas a media España, especialmente entre los suyos. No puedes basar gran parte de tu éxito político en arrastrar por el barro a Puigdemont, y después afirmar, tranquilamente, que estarías dispuesto a pactar con él para asaltar el poder. Sin embargo, es cierto que no es la primera vez que Feijóo lo hace. En las últimas elecciones gallegas, si bien entonces con unos pronósticos más holgados, los populares se abrían a un indulto con condiciones para Puigdemont y veían difícil probar terrorismo en sus actuaciones. En todo caso, estas declaraciones no afectaron en gran medida al resultado electoral en Galicia; el PP de Alfonso Rueda conservó la presidencia de la Xunta con mayoría absoluta, pese a perder votos respecto a las anteriores elecciones. Pero ahora la cosa parece más reñida y veremos si la confesión perjudica a los populares.

Atribuyen a Winston Chruchill la frase «Politics makes strange bedfellows» que Manuel Fraga, embajador en Londres, tradujo como «la política hace extraños compañeros de cama» con la intención de justificar aquellas alianzas extrañas de la derecha en la Transición. Lo cierto es que el mensaje original salió de la pluma de William Shakespeare cuando uno de sus personajes dice “la miseria pone en contacto a un hombre con extraños compañeros de cama”. Puigdemont no puede ser el diablo cuando pacta con Sánchez y un buen aliado cuando de lo que se trata es de expulsar el sanchismo. Difícilmente uno es algo y lo contrario, y tendrá que acabar eligiendo Feijóo.

De hecho, cuando Aznar se impone a González en 1996, el popular termina en brazos de CiU, puesto que no tenía mayoría absoluta, y firma el pacto del Majestic con Jordi Pujol. Feijóo hace tiempo que tomó buena nota de esos acuerdos. De hecho, fue Feijóo quien no hace demasiado, aun desde Galicia, dijo que lo que tenía que hacer el PP catalán era ocupar el espacio que dejaba libre Convergència… Sea como quiera y en el contexto actual, no resulta fácil pactar a la vez con Vox y Junts. Por otra parte, la repentina (?) pasión de Feijóo por Puigdemont también pone al catalán en una situación incómoda. Si Junts ha hecho siempre ascos a pactar con los socialistas por haber sido cómplices del 155, ¿cómo justificaría ahora un pacto con sus principales autores?

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