Laporta acusa a Xavi para justificar sus errores y el fichaje de Flick

En su segundo 'Aló Presidente', reclamó un nuevo estilo que priorice la respuesta física sobre el talento, "un cambio de paradigma" que, según Lluís Carrasco, la 'voz'' del laportismo, ha de liberar al de la esclavitud del tiki-taka y de un juego que ya no es competitivo

Joan Laporta, estrenant pòdcast

Joan Laporta recurrió finalmente a la comodidad y el refugio de El Pòdcast del President para no abandonar esa zona de confort en la que llevaba instalado, o escondido, a salvo del impacto de los frentes tormentosos que han venido asolando el territorio azulgrana en este final de curso básicamente dominado por la estéril cosecha de los dos equipos de referencia, el primer equipo y la sección de básquet. «El femenino está sosteniendo al club», ha admitido Laporta como resumen de un año prácticamente en blanco y de evidente regresión en el ámbito europeo y en la proyección internacional del Barça.

Los titulares que dejó Laporta después de una entrevista a la carta, sin repreguntas ni alusiones a los temas más problemáticos y espinosos de este final de curso, se redujeron a pintar el mejor de los decorados y las más esperanzadoras e ilusionantes perspectivas de futuro sobre la base de la reestructuración de un equipo, ahora sí, con el entrenador alemán con quien el presidente soñaba, Hansi Flick, y, de algún modo, liberado de la servidumbre de esa fidelidad al ADN Barça y al estilo que ahora parece ya no ser un elemento imprescindible del relato histórico de la identidad del club ni de la larga y estirada sombra del cruyffismo. El Barça, en este sentido, parece haber entrado en una espiral de confusión, empezando, también, por esa ambivalencia de criterios que han llevado al propio presidente a renovar al entrenador el pasado 24 de abril y al cabo de un mes exacto, el 24 de mayo, echarlo bajo el argumento de un necesario cambio de sistema de juego, de enfoque filosófico y de planteamiento de preparación física.

Ahora resulta, según la nueva versión de Laporta, que Xavi es el responsable directo de la pésima temporada del equipo, lo ha señalado por la caída física de los jugadores a partir del minuto 60 de los partidos, por no saber exprimir todo el potencial de estrellas como Lewandowski o Joao Félix, por relegar a Vítor Roque al cero absoluto, y por contradecir en su gestión diaria -y hasta en su discurso ante la prensa, y también en privado- las pautas acordadas con Deco y Laporta sobre las líneas maestras de la próxima temporada y, fundamentalmente, sobre el positivismo a la hora de perfilar un horizonte competitivo entusiasta y brillante. A Xavi, en definitiva, le retiró la confianza por haber proyectado su escepticismo ante un futuro sin fichajes de refuerzo con los que hacer frente al redoble de tambor madridista tras el doblete de este año y la llegada de Mbappé.

Joan Laporta, sin embargo, en su Aló Presidente de este martes, ha dejado dicho que no haría falta una gran venta para cuadrar los números, pero también ha establecido que no habrá ningún gran fichaje al mismo tiempo que ha repetido más de 20 veces que gracias a la reducción de gastos, el aumento de los ingresos y las operaciones de inversión que espera cerrar antes del 30 de junio, el Barça volverá a un escenario de margen salarial 1:1. Es decir, que Laporta, en la misma intervención dice una misma cosa y la contraria. Parte de ella, la que hace referencia a los fichajes, igual de templada o fría que la expresada por Xavi, razón principal por la que le cortaron el cuello.

Eso sí, dejando un sustrato de transformación y de sustitución del pilar del talento futbolístico fundamental de las últimas décadas por la recuperación de una condición física que permita presionar, defender y desplegar un ataque directo a base de correr el doble del rival. Todo lo contrario de la frase más repetida por Josep Guardiola a sus jugadores en los entrenamientos a partir de 2008. «No es correr, es pensar», decía intentando afinar el juego de posición con el que ganó un sextete con una mayoría de jugadores formados en una escuela futbolística como la de la Masía, donde los pequeños, en apariencia los futbolistas con una menor respuesta atlética frente a los rivales, han sido los gigantes, los héroes y los protagonistas de una era de dominio del fútbol planetario bajo el liderazgo del más diminuto de los cracks, Leo Messi, escoltado por Xavi e Iniesta, que no eran precisamente el prototipo de gladiadores.

Correveidiles como Lluís Carrasco están estos días de campaña por todos los medios proclamando el «cambio de paradigma, el fin de la esclavitud del tiki-taka, el inicio de una nueva era de dominio del fútbol físico que deje atrás un fútbol que ya no es competitivo». «Toca -dice- superar esta etapa», porque ese es ahora el discurso oficialista y la pauta marcada por el aparato laportista para restaurar la ilusión y las expectativas. «Lo que yo sé es que esta temporada ha sido, de toda la historia, la que hemos acabado perdiendo más partidos en los que nos han remontado, esa ha sido la gran debilidad y vulnerabilidad del equipo. Y eso es lo que el nuevo entrenador puede cambiar definitivamente. Necesitamos libertad porque somos esclavos de un modelo que nos hizo grandes, pero que no podemos seguir replicando porque no tenemos ni la delantera con Messi y Suárez, ni el centro del campo del 92 con Eusebio, Bakero, Laudrup y Juan Carlos o Guardiola, ni podemos parecernos a la Holanda del 74… tenemos el equipo que tenemos y hemos traído un entrenador capaz de pasar esta página de la historia y de volver a ser competitivos con un modelo diferente», ha argumentado el comisario mediático del laportismo.

Teniendo en cuenta que Lluís Carrasco no tiene una voluntad propia barcelonista, sino que sus movimientos, apariciones mediáticas y discurso responden exclusivamente a su estrategia empresarial como ejecutivo en el ámbito de la publicidad y del aprovechamiento de este filón laportista con el que se ha encontrado, sus palabras son la repetición de aquello que escucha dentro del círculo del poder de la junta, de lo que le apuntan que ahora toca decir para justificar que el fracaso de Xavi no es de quien lo fichó, de quien lo sostuvo a pesar de los malos resultados y lo renovó emocional y caprichosamente para luego echarlo al cabo de un mes -o sea, de Laporta-, sino del estilo y del modelo.

Cabe preguntarse, así pues, si lo que tanto ha perjudicado al primer equipo, esa fidelidad a la pureza y la filosofía de la Masía y a una guía identitaria radicalmente opuesta al resto del mundo, principalmente de la escuela alemana, ese lastre que ahora parece limitar las posibilidades de la plantilla dejada por Xavi y heredada por Flick, debe aplicarse también al femenino que, precisamente, viene de ganar tres Champions, dos de ellas seguidas y de ganar tres Balón de Oro consecutivos (Alexia Putellas, 2; y Aitana Bonmatí) con esos atributos inequívocos y singulares de la escuela Barça.

¿También debe cambiar su paradigma el femenino y fichar un entrenador o entrenadora alemana que priorice la fuerza y el fondo físico para ganar Champions? La respuesta a esta pregunta, parece que incuestionable contra el manipulado relato sobre la necesidad coyuntural de enterrar todo el legado futbolístico de Xavi para maquillar la verdadera culpabilidad de Laporta, la han dado jugadores como Lamine Yamal, Cubarsí o Fermín, que han sido los MVP de la temporada por encima de Lewandowski, Gundogan, los Joaos y Vítor Roque, que son la gran apuesta del presidente.

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