La hemeroteca retrata a Laporta: «Conmigo, el Madrid no ganaba Champions»

Las redes y la prensa le están recordando que ser fanfarrón, bocazas y oportunista sí tiene consecuencias. Laporta pierde de goleada todos los duelos contra el equipo de Florentino Pérez y también contra sus otros ‘enemigos', Rosell y Bartomeu

Joan Laporta

Joan Laporta presumió durante la campaña de algo que ahora le va a pasar factura. «En mi primer mandato, el Real Madrid no ganaba Champions», repitió en forma de puya directa y socarrona contra la etapa de Sandro Rosell y de Josep Maria Bartomeu con la única finalidad de reescribir el código de memoria de los barcelonistas y borrar de este modo que, en el mismo margen de tiempo, con Laporta y con Rosell-Bartomeu, el Barça ganó dos Champions y un triplete en cada etapa. Laporta, de forma perversa y malintencionada, buscó contrarrestar ese empate técnico mediante el efecto negativo de las Champions del Real Madrid a modo de factor reductor del balance del enemigo.

Por eso hoy las redes le están devolviendo con acritud ese mismo argumento, pues si él lo utilizó para ponerse una medalla oportunista y facilona en un momento determinado, no deja de ser legítimo, por parte del barcelonismo no fanatizado por el laportismo, advertirle sobre riesgo de acabar siendo víctima de su propia fanfarronería y de ser un poco, o bastante, bocazas.

En los tres años de su segundo mandato, el Real Madrid ha conquistado dos Champions. Es decir, un promedio de una cada temporada y media (1,5), mientras que en ese pasado demonizado por Laporta el promedio fue de una cada dos años y medio años -cuatro entre 2010 y 2020-. Eso sí, con la diferencia sustancial que, puestos a comparar, en ese mismo periodo el Barça conquistó dos Champions y un triplete, mientras que en el regreso de Laporta, a nivel europeo, su Barça ha batido un récord nefasto de eliminaciones, nada menos que cinco en tres temporadas, dos en Europa League y tres en Champions, sin haber pasado de la ronda de liguilla de la Champions en dos años consecutivos.

Laporta, en definitiva, sale vapuleado de esta competencia planteada por él mismo, con la agravante del fichaje de Neymar, que fue una bofetada histórica a Florentino Pérez, la devolución del caso Di Stéfano y, al mismo tiempo, el origen de esa extraña alianza del presidente blanco con el entorno laportista (querella de Jordi Cases por el fichaje del brasileño) y de una ofensiva interna desde ese mismo sector barcelonista, corrosivo y pertinaz, que no descansó hasta destruir el tridente formado Messi-Suárez-Neymar, hasta provocar la dimisión de Rosell y meterlo entre rejas, y hasta echar a Bartomeu de la presidencia.

También provocó una reacción desde el Bernabéu con el único propósito de no volver a perder el control sobre ninguna de las perlas brasileñas más prometedoras, como Vinicius, Rodrigo o Endrick, que ya habían sido localizadas por las redes de cazatalentos azulgrana. Laporta se ha debido conformar con Vítor Roque, un goleador que no aparece en las convocatorias de la canarinha por quien ha comprometido más de 60 millones, la mitad prácticamente en comisiones y el resto, pagado por una compulsión inexplicable. O, más bien, injustificada más allá de intereses particulares.

Por otro lado, en cuanto a Ligas en ese mismo periodo al que Laporta ha pretendido sacar brillo, el Barça conquistó seis títulos por dos del Real Madrid, que también refleja indiscutiblemente el dominio azulgrana a lo largo de esa década, una proporción superior a la de su primer mandato, con cuatro del Barça y tres del Madrid, que dejó, además, un regusto decepcionante porque en el Barça de 2007 y 2008 la autocomplacencia de la propia junta echó a perder un equipo que, entre otros, ya contaba con Ronaldinho y Messi.

En el primer mandato de Laporta, entre 2003 y 2010, el Barça ganó tantas Copas del Rey como el Espanyol, el Betis, el Mallorca, el Zaragoza, el Valencia, un título solamente, y una menos que el Sevilla (dos). Por el contrario, siendo presidentes Rosell y Bartomeu, el Barça sumó cinco trofeos, por dos del Real Madrid.

En la actualidad, para completar un panorama desolador, el Real Madrid puede reforzarse con Mbappé sin preocuparse de su margen salarial, mientras que el Barça de Laporta sufre una parálisis financiera aguda. Si el año pasado solo pudo gastar 3,5 millones en Oriol Romeu (avalando además 17 millones la directiva para poderlo inscribir) mientras su rival se reforzaba con Bellingham, de momento Laporta sigue con el fair play bloqueado y serios problemas para ir a un mercado de verano, si media un milagro, bajo la regla 1:1. Es decir, vendiendo antes jugadores o más patrimonio irrecuperable.

Tampoco los resultados económicos ordinarios avalan la gestión de Laporta, que acumula 600 millones de pérdidas en 10 ejercicios, superando de largo las de Joan Gaspart, mientras que Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu mejoraron el patrimonio neto del club gracias a que arrojaron beneficios regulares. A Laporta no le conviene compararse con nadie, ni con sus expresidentes favoritos y mucho menos con el Real Madrid. El lema de la pancarta con la que según los expertos ganó las elecciones se ha revelado una especie de talismán para Florentino. «Ganas de volver a veros», rezaba aquella lona cerca del Bernabéu que hoy suena a homenaje, reconocimiento y sumisión a la figura de Florentino Pérez, que si quisiera replicarla elegiría un eslogan inequívoco: «¡Laporta, quédate!».

 

(Visited 160 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

NOTÍCIES RELACIONADES

avui destaquem

Deja un comentario