El gusano de la política ha atacado fuerte a Lluís Llach, que ha renunciado a seguir el ejemplo otros cantautores emblemáticos como Joan Manuel Serrat o Raimon, que, manteniendo muy alto su compromiso con el país, han optado por vivir su incontestable gloria con discreción. Lluís Llach ha decidido involucrarse a fondo en el lodazal del proceso independentista y no dudó en presidir el fantasmagórico Foro por el Debate Constituyente, impulsado por el expresidente Quim Torra, o formar parte del Consejo de la República, creado por el núcleo de Waterloo.
Después de revolotear por la CUP y por ERC, Lluís Llach ha acabado apoyando la candidatura de Carles Puigdemont a las elecciones del pasado 12-M, y este compromiso le ha pasado factura en su última aventura política: la pretensión de devenir el nuevo presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC).
Ya tenía cuello abajo su elección, pero la facción de la ANC que promueve la creación de una lista cívica ha bloqueado su nombramiento en la reunión hecha en Vilafranca del Penedès. Los críticos, encabezados por el joven Josep Punga, acusan a Lluís Llach de ser un “submarino” al servicio de Carles Puigdemont. Un triste final para el cantautor de Verges.
