La Sociedad de Estudios Militares (SEM), think tank belicista cercano a JuntsxCat y Carles Puigdemont, considera que el pacifismo catalán es un caballo de Troya del españolismo contra el proceso hacia la independencia. Pol Molas, presidente de esta entidad, escribe en el libro “Nou estol. Restablint el poder naval català”, publicado recientemente, que “el lobby pacifista catalán –colaborador necesario en la ocupación- se ha dedicado a hacer una enmienda a la totalidad a la política de defensa beneficiándose cínicamente de los derroches del gobierno español”.
La crítica de Molas a la sociedad civil pacifista catalana no es nueva. ¡En una entrevista en la revista En Marxa! declaró el año pasado que «hasta ahora el tema de la política de defensa estaba monopolizado (o directamente anatematizado) por el movimiento pacifista». En esa entrevista, afirmaba que la inexistencia de un programa de defensa por parte del gobierno de Carles Puigdemont que proclamó la independencia hizo que internacionalmente no se considerase en serio esta proclamación. “Si tú dices que no te harás cargo de tu territorio y espacio marítimo y aéreo, nadie se arriesgará por ti. Evidentemente, nadie espera que lo tengas preparado de un día para otro, pero si no existe una declaración con planes de contingencia no se ve como serio y entienden que es un elemento de consumo interno”, decía y acusaba al conseller de Asuntos Exteriores cuando se proclamó la independencia, Raül Romeva, pacifista convencido, de no querer hablar de estos temas.
El Pleno del Parlamento de Cataluña aprobó el 25 de junio de 2003 la «Ley de fomento de la paz». Fue el resultado de dos años de trabajo parlamentario a partir de una proposición de ley de Iniciativa per Catalunya-Verds. Se consideró una ley pionera en cuya presentación se afirmaba que su difusión y aplicación efectiva que se haga de ella “serán una herramienta inmejorable para que Cataluña, como sociedad comprometida con la paz, pueda avanzar en el fomento de la cultura de la paz entre sus ciudadanos y ser un punto de referencia para otros países”. Esta ley creó el Consell Català de Foment de la Pau. Cuatro años más tarde, el Parlament creó el Institut Català Internacional per la Pau (ICIP) “con el fin de promover la cultura de paz en la sociedad catalana y en el ámbito internacional, y hacer que Cataluña tenga un papel activo como a agente de paz en el mundo”.
En Cataluña existen organizaciones pacifistas históricas, como Justícia i Pau, fundada en 1968; Fundipau y el Moviment per la Pau, fundados en 1983, la Associació Catalana per la Pau (1990) y el Centre Delàs d’Estudis per la Pau (1999). Este movimiento incorpora iniciativas como el Servei d’Informació de l’Objecció Fiscal al gasto militar (SIOF) o la Universitat Internacional de la Pau (Unipau), que cumple este año su cuarenta aniversario.
En la entrevista en En Marxa!, el presidente del SEM afirmaba que “en 2016 nos disparamos un tiro en el pie cuando el Parlament aprobó una ley para no acoger empresas de defensa” y criticaba a la CUP por oponerse a la creación de un ejército catalán. “Todo sea dicho, esto no es un problema sólo de la CUP; el tema de la defensa aún no se ha abordado a fondo desde ninguno de los partidos independentistas, y si los que deben hacerlo no lo hacen y encima subvencionan instituciones para la paz que dan una visión sesgada de lo que es el pacifismo, el problema sigue estando donde está”, lamentaba.