Cuando hablamos de bullying o acoso escolar, muchas veces olvidamos el ciberbullying. Quiero destacar que, sin ir más lejos, yo mismo no viví ciberbullying siendo víctima de bullying hace relativamente pocos años. Por tanto, tengo y tenemos la obligación, en especial padres y escuelas, de reciclarse y entender que es, la rapidez de este nuevo acoso y porque es tan grave, cada vez más frecuente y salvaje. Hace pocos años que existe, se considera que aproximadamente el ciberbullying toma fuerza desde 2015, por tanto, tiempo hemos tenido, pero una vez más vamos tarde por la falta de prevención y de una ley nacional integral contra el bullying útil y contundente. No exagero cuando digo que las consecuencias del ciberbullying pueden llegar a la muerte para un menor en el peor de los casos. De hecho, ya tenemos desgraciadamente muchos casos en nuestro país.

El proceso del ciberbullying es el mismo que el común que por desgracia todos conocemos, pero mediante el uso de tecnologías para asediar, intimidar, difamar o amenazar a los demás. A diferencia del acoso tradicional, el ciberbullying ocurre en el ámbito digital, a menudo a través de plataformas de redes sociales, WhatsApp, correos electrónicos con direcciones anónimas, etc.
Hay que tener claro cuáles son las formas comunes de ciberbullying, porque mientras que los políticos no se pongan manos a la obra, irá a más ya pasos gigantes. El gran canal de este acoso como decía son las redes sociales, donde se realizan principalmente mensajes intimidatorios, insultos, difamación en plataformas como Twitter e Instagram con los ya popularmente conocidos “bots”, que son perfiles falsos donde muchas veces hay incluso suplantación de identidad, es decir crear perfiles falsos para difamar o acosar a alguien online haciéndose pasar por otra persona consiguiendo así el anonimato para el agresor y el miedo e incertidumbre por parte de la víctima.
Mediante estas redes existen mensajes amenazadores o extremadamente degradantes donde también puede haber contenido pornográfico falsificado con inteligencia artificial. Algo que, por suerte, parece ser que los dirigentes políticos y personajes mediáticos sí ven el grado de peligrosidad, principalmente porque eso sí les afecta directamente y de forma inmediata.
Otra forma de realizar ciberbullying y, de hecho, es el origen del acoso escolar, es excluir deliberadamente a alguien de grupos de whatsapp, bloqueos, virus… Al final, rápidamente podemos ver qué es lo mismo que bullying que muchos hemos vivido, pero la diferencia es que internet no descansa, son 24 horas los 365 días del año y con cientos, miles o incluso millones de personas que pueden acceder a según qué. Y esto es extremadamente peligroso.
Todo esto crea impactos profundos y puede tener efectos devastadores en la salud mental y emocional de las víctimas. La ansiedad, la depresión y el aislamiento son las consecuencias más comunes, pero triste y alarmantemente, el suicidio aumenta cada año. Además, el ciberbullying puede tener impactos duraderos en la autoestima y la confianza de las personas, afectando negativamente a su bienestar general. ¿Cuál es la solución? Evidentemente es muy complicada y no es inmediata, pero hay que empezar ya por la prevención y la concienciación, desde un artículo como éste, hasta una charla a padres y alumnos, pero sobre todo y una vez más, una formación contundente y obligatoria al profesor o profesora.
Es extremadamente importante al igual que con el bullying, que también se haga una concienciación mediante campañas públicas para sensibilizar sobre los peligros del ciberbullying. Un deber por parte de los políticos, padres y centros educativos involucrarse en la supervisión y guía de las actividades online de los niños, promoviendo un ambiente seguro y de confianza, extremando la precaución a cualquier indicio de ciberbullying. Es necesario implementar medidas claras contra este acoso, facilitar la denuncia de incidentes y tomar acciones efectivas contra los creadores y agresores antes de que sea demasiado tarde. Por eso, es necesario una vez más denunciar la necesidad de una ley nacional contra el bullying y protocolos eficaces para poder ejecutarlo.
El ciberbullying representa un reto significativo en la era digital que viven nuestros niños también, pero si los colectivos quieren, se puede trabajar hacia la creación de un entorno virtual seguro. La conciencia, la educación y la prevención son fundamentales para abordar este grave problema y proteger a las personas de las consecuencias perjudiciales del ciberbullying. Sólo mediante un esfuerzo conjunto podemos garantizar que la tecnología se utilice como una herramienta positiva para la conexión y el entendimiento entre familiares y amigos y no un nuevo canal para el acoso, persecución e intimidación. Haciendo esto, no sólo evitaremos más casos, salvaremos vidas. No olvidemos que este grave problema solo va a más y que por desgracia el suicidio acaba siendo en casos extremos la salida que eligen las víctimas para salir de este infierno.