Por estadística, las decisiones de Joan Laporta y de su junta -suponiéndole a alguno de sus miembros la capacidad de proponer alguna, ser consultado o escuchado por el presidente- son preferentemente erróneas. Aquellas que, por la fuerza de las circunstancias, ha de tomar bajo presión y en el último minuto son inequívocamente aciagas y fatales para los intereses del FC Barcelona. En esta semana trágica, al límite de la inscripción pendiente de media plantilla, el riesgo de que Laporta cometa algún otro error irreparable aumenta exponencialmente cada minuto que pasa sin una solución.
Los precedentes avalan este peligro que se cierne de nuevo sobre el barcelonismo pese a la reiterada cantinela de la prensa laportista que, desde hace un año, se repite a diario justificando la ausencia de actuaciones eficaces y serias, las que serían propias de una entidad de la dimensión y el prestigio del Barça. “Desde el club se trabaja intensamente en acelerar la inscripción de jugadores…” o “Semana clave para resolver la cuestión del fair play financiero” suelen ser las expresiones más usadas y recurrentes, junto a esas variadas y ocasionales soluciones filtradas desde el entorno del aparato de comunicación y desde el núcleo duro del presidente para alimentar la apariencia de una actividad febril y esforzada por resolver los graves problemas de equilibrio económico y de margen salarial que han marcado la etapa de Laporta desde su regreso al palco.
A escasos días del estreno en LaLiga, esta misma prensa servil e instrumentalizada no sólo sigue de brazos cruzados, conformista e ingenuamente convencida de que Laporta tiene la situación bajo control. También tiene a punto el aplausómetro para celebrar su maniobra last minute y rendirse al genio y capacidad de gobierno porque “Laporta lo ha vuelto a hacer”.
En realidad es todo lo contrario, el Barça es cada vez más víctima de un presidente exclusivamente centrado en sus propios intereses personales y privados que, precisamente porque puede abusar de la potencia mediática de su control del entorno y de los recursos heredados gracias a la conservación patrimonial de la mayoría de los presidentes anteriores, puede permitirse el lujo de frivolizar e improvisar, dejando para el último momento la resolución de los verdaderos y más urgentes problemas de la entidad. Lo peor, cuando un presidente se mantiene fiel a una conducta tan desordenada, es el riesgo de precipitarse y de actuar sometido al calendario y al abuso de posición de quienes tienen que negociar condiciones económicas y términos financieros contra el Barça.
Laporta necesita, de aquí al domingo, rellenar el vacío de un depósito que creía haber llenado hace un año cuando, en parecidas circunstancias, se vio en la apremiante necesidad de ampliar el fondo de maniobra del margen salarial ante LaLiga con una palanca también in extremis mediante la venta del 49% de Barça Studios.
Aquella fue una operación con dos trampas manifiestas. Primero, el embuste basado en la inclusión dentro de Barça Studios de la comercialización de activos digitales como los NFT, el metaverso y el Fan Token cuando, ante la asamblea que dio luz verde a esa venta, la junta precisó que Barça Studios se dedicaba en exclusiva a la producción, difusión y venta de productos audiovisuales. El segundo engaño fue de tipo contable ya que los dos compradores (Orpheus Media y Socios.com) aceptaron unas condiciones distintas de las que Laporta explicó a los socios y a LaLiga de Javier Tebas.
Ambos firmaron una compra del 49% (24,5% cada uno) por un precio de 200 millones de los cuales aportaron sólo 20 millones (10 y 10, respectivamente), aceptando un plan de pagos a razón de 30 millones por cabeza en los siguientes años que, finalmente, Laporta accedió a retrasar hasta la próxima navidad. El problema es que LaLiga tenía asentados esos 60 millones dentro de los ingresos del ejercicio 2022-2023 originándose, por causa de ese retraso, un complejo problema de cierre y el bloqueo automático, por incumplimiento, de los jugadores pendientes de dorsal por ampliación o renovación de contrato.
Debido a que, gracias a las palancas, LaLiga registrará una recuperación de los fondos propios patrimoniales de la pasada campaña -se calcula que como resultado de unos beneficios después de impuestos de 250 millones- y una aparente, aunque falsa, bonanza económica, a Laporta se le abría un margen salarial que, por lo menos, le permitía fichar por la regla ¼ y hasta a 1/6 en función de ventas, recortes y liberaciones de fichas como la de Ousmane Dembélé.
Ahora, a cuatro días del debut en LaLiga, todas esas expectativas se han derrumbado porque en el plan de viabilidad, donde la competición no permite bromas ni mucho menos descubiertos de 60 millones por sorpresa y con efectos retroactivos, la primera exigencia es la de su reposición para desactivar el freno de emergencia activado hace unas semanas. Más allá de la dificultad de cubrir a tiempo esa cantidad, no está del todo claro que la fórmula de reventa del 16% de la parte de Orpheus Media y de Socios.com -una especie de re-palanca– pueda contabilizarse íntegramente debido al cambio de normativa que anula el impacto directo de las ventas de activos ajenos al negocio futbolístico en el margen salarial, ahora limitado al 5% del neto.
El escenario, por lo tanto, es crítico y propicio para otra gamberrada de Laporta, una de esas operaciones extrema, descuidada y frontalmente perjudicial para la estructura económica y financiera futura, uno de esos acuerdos de pan para hoy o bien un traspaso inesperado y a la carrera de alguno de esos jugadores franquicia tipo Ansu Fati, Frenkie de Jong, Raphinha, Ferran Torres, Gavi o hasta Pedri. La encrucijada genera, además, otra inseguridad añadida, ya que jugadores como Gavi, Alejandro Balde o Ronald Araújo, con contrato vigente antiguo y cláusulas de libertad asequibles, podrían ser pasto de los depredadores como ha hecho el PSG con Dembélé o Arnau Tenas.
Lo mismo ocurre con esas ventas que no se acaban de cerrar del todo porque los clubs compradores están al loro de la precariedad azulgrana y la necesidad de traspasos que, con un poco de paciencia y de largas, pueden acabar siendo más ventajosos. Cualquier salida o alternativa que Laporta invente, atrapado en su propia indolencia por no haber hecho los deberes durante el curso y por comprar anticipadamente y sin saldo suficiente, no acabará siendo, como la venta especulativa y casi simulada de Barça Studios de hace un año, más que otro parche con nuevas y más graves secuelas para el Barça.