¿Por qué el laportismo necesita negar y ‘enterrar’ la herencia de la Masia?

Joan Laporta

La potencia del discurso único, totalitario y dominante del laportismo comienza a ser de tanto calado que, con razón, parte del entorno se refiere a él como la ‘gestapo’ por su implacable sentido del control mediático y el propagandismo.

Además, nada ni nadie escapa a su radar, infalible y preciso contra quienes se salen del guion o directamente cometen la osadía y el desacato de recurrir a la crítica, aunque sea constructiva, cuando se analiza el nuevo régimen. Con motivo de la victoria de esta pretemporada sobre el Real Madrid, por ejemplo, la explosión de otro jugador de la cantera, Fermín López, promovió algún artículo valorando la excelente cosecha de futbolistas provenientes de la etapa de técnicos como Jordi Roura, Aureli Altimira o Garcia Pimienta.

Es evidente que, de su trabajo, el FC Barcelona se ha aprovechado de futbolistas que, como Iñaki Peña, Araujo, Eric Garcia, Balde, Sergi Roberto, Ansu Fati, Lamine Yamal, Abde, Fermín López, Gavi o hasta Pedri, detectado a tiempo de prever su gran explosión, son el resultado de una acertada labor con buenos parámetros y fundamentos de scouting y de formación, por citar solo a los futbolistas que esta semana pudieron participar de un modo u otro en la gran victoria de la gira americana de verano del Barça. Hay más, como Arnau Tenas, Nico, Ilaix Moriba y otros tantos que, sin llegar a estabilizarse en el primer equipo, acreditan y refuerzan la internacionalmente reconocida y singular cátedra de la Masia, el nido y el hogar de estrellas como Guardiola, Amor, Messi, Xavi, Busquets, Iniesta o Piqué, algunos de los cuales llegado a dominar el fútbol mundial.

Sin embargo, recordarlo o subrayarlo tiene consecuencias como le ha pasado al director de Mundo Deportivo, Santi Nolla, acribillado, insultado y cruelmente maltratado y vilipendiado en las redes y por las hordas de youtubers i twitcheros laportistas. Se le ocurrió destacar que, con motivo del espectacular partido de Fermín López ante Curtois, esa continuidad y éxito de la Masia azulgrana bajo la dirección de Jordi Roura y de su equipo fueron notables, del mismo modo que, en el futuro, bajo la dirección de José Ramon Alexanco se espera y se exige que se mantenga.

El Barçagate del laportismo, ese que sí funciona realmente desde hace muchos años antes de que a Josep Maria Bartomeu se le ocurriera monitorizar las redes y contratar a Nicestream, reaccionó con una especial virulencia y agresividad contra un artículo que, en definitiva, celebraba junto con todo el barcelonismo un nuevo regalo, inesperado, como Fermín López.

Otra cosa es que, aunque no fuera esa la intención ni el subtexto del artículo, despertara cierta nostalgia de un rasgo tan identitario como el de la Masia en tiempos donde el laportismo, víctima de las urgencias de su caótico gobierno y de la mieditis de Xavi, no hace más que fichar jugadores, la mayoría veteranos, hasta un total de catorce desde que despidió a Koeman hace poco más de un año y medio. Xavi, además, insiste en que necesita todavía un lateral y dos refuerzos más, uno o dos en el centro del campo, señal inequívoca de que se cierra el paso a una regeneración con futbolistas de casa.

Sólo en la desesperación el guiño a la cantera de Xavi, con el placet de Joan Laporta, ha sido la recuperación de Oriol Romeu, por cierto, otro alumno icónico de la escuela azulgrana y de esa otra ‘herencia’ del pasado que, como es excelente, debe ser negada y denostada por el aparato laportista, el mismo que sí tuvo la ocurrencia de echar a Jordi Roura y Aureli Altimira al mismo tiempo que recuperar a Albert Benaiges.

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