Estos días grupos de esquiladores (xolladors) recorren las diferentes granjas del Pirineo para esquilar las ovejas de las manadas antes de subir a la montaña, un trabajo necesario para el bienestar de los animales. La lana de las ovejas, años atrás, era un complemento en la economía, pero actualmente es todo lo contrario. Los ganaderos tienen que pagar para esquilar a las ovejas y, por el contrario, la lana no tiene ningún precio, nadie la quiere comprar. A pesar de ser un tejido excelente, sostenible y biodegradable, se apuesta por otros materiales.
Son muchas las granjas que acumulan sacos llenos de lana todavía del año pasado y no encuentran quién la quiera, ni que sea a coste cero. Ahora, la lana está considerada como un material de desecho y, de forma mayoritaria en las explotaciones del Pirineo, se tira sin poderla aprovechar y sin que nadie dé salida a este producto.
Iniciativas vinculadas a la lana
La preocupación por la pervivencia de la cultura popular de montaña fue una de las claves para sacar adelante la empresa Vital Pirineus, que apuesta por aprovechar la lana de unas veinte manadas del Alt Urgell y de Andorra para confeccionar varios elementos relacionados con el oficio de pastor, como por ejemplo mantas, tapacubos, zurrones o almohadas.
Unos productos que pretenden ser austeros y sostenibles y que tienen salida en varios países del continente, como por ejemplo Francia, Alemania o los de norte de Europa, además de los Estados Unidos y Corea. La iniciativa contribuye también a poner en valor la lana, que prácticamente ha dejado de recogerse y se ve abocada a tratarse, casi, como un residuo.