Los arroceros del delta del Ebro ya siembran el arroz. Lo harán hasta finales de mayo después de la inundación de los campos, este año con una inesperada y desconcertante recorte -a la mitad- de la concesión del agua de los canales de riego por parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). En el hemidelta izquierdo un 40% de los terrenos se han sembrado en seco, una proporción similar a las últimas campañas. En la derecha, en cambio, algunos campesinos se han hecho atrás y siembran por inundación porque tendrán el agua disponible de forma intermitente y temen sufrir la salinización de los campos. Tampoco saben cómo reaccionará la planta a la falta de confluencia de aguas y al uso de agua de los desagües, ni cómo podrán combatir las malas hierbas sin el manejo habitual.
Los arroceros afrontan la actual campaña conscientes de que será «diferente, compleja» y sobre todo con muchos interrogantes por la situación inédita que ha provocado la restricción de la concesión del agua de riego. La soltada y la inundación de campos se ha hecho como de costumbre, pero este lunes el agua que baja por los canales de riego de la derecha y la izquierda del delta del Ebro ya se ha reducido a la mitad.
Los payeses se ven condicionados por las diferentes estrategias que han adoptado las comunidades de regantes con la mitad del recurso: en el hemidelta izquierdo con un caudal estable de un máximo de 11 metros cúbicos por segundo -y confiando en que la CHE no cierre la aportación en julio-, y en el hemidelta derecho con 13 metros cúbicos por segundo de concesión y aportaciones «intermitentes» en los campos, abriendo y cerrando el agua cada diez días.
Esto, de entrada, ya ha hecho que los arroceros de la izquierda del Ebro mantengan «la tendencia» a sembrar cerca de la mitad de los cultivos en seco (un 40% de los campos), una gestión que se ha extendido las últimas campañas para convivir con la plaga del caracol manzana y que ahora, con el recorte de la concesión del riego, «ha beneficiado el inicio de la campaña», según el presidente de Arroceros del Delta, Jordi Casanova.
En cambio, en el hemidelta derecho, el anuncio del recorte de la concesión ha hecho que muchos arroceros, sobre todo en la zona de la Ràpita, hayan decidido sembrar por inundación en lugar de en seco, para evitar la salinización de los campos. Según ha detallado Marcel Matamoros, presidente de la Cámara Arrocera del Montsià, también confían que así la planta aguante los diez días que no entrará agua.
De hecho, en algunos cuadros donde habían sembrado en seco en la zona litoral, cuando ha entrado el agua dulce y ha subido la capa freática y salina, ya se han visto plantas secas. «Si esta agua la tienes que cerrar y dejas el campo sin agua nueva diez días, aquel arroz no lo aguantará», ha advertido Matamoros. «No sé cómo lo gestionaremos, no sabemos cuál es la solución, pero cortar el agua diez días será complejo y habrá que estar atentos para gestionar bien el agua. Es muy complicado», ha añadido.
Malas hierbas y calentamiento
La salinización por falta de agua dulce se prevé que sea una de las principales complicaciones de la campaña de este año, pero no será la única. Tanto en el hemidelta izquierdo, donde plantean reutilizar el agua de los desagües, como en el derecho, donde las aportaciones serán intermitentes, si no entra agua dulce nueva a los cuadros, continúa el calor y la sequía, y no llueve, el calentamiento del agua también puede afectar al crecimiento de la planta y el grano. Que haya escasez preocupa sobre todo a mediados de verano, «momento en que la planta necesita más agua para llenar el grano y poner kilos de producción», como ha recordado Toni Domingo, técnico de campo de Arroceros del Delta. «Si no tenemos agua dulce y fresca y usamos la de los desagües, tendremos afectaciones por salinidades», ha concluido.
Las limitaciones de manejo del agua de riego en los campos tampoco permitirán tratar bien las malas hierbas porque no se podrá rebajar el nivel del agua para aplicar correctamente los herbicidas. Las restricciones de productos fitosanitarios ya hace unas cuántas campañas que provoca muchos dolores de cabeza a los arroceros para reducir las malas hierbas y este año tendrán que temer también por «la efectividad» de los que apliquen.
Como ha explicado Domingo, hace falta una baja lámina de agua para aplicar los productos fitosanitarios. «Enjugabas, tratabas y volvías a llenar y este año nos tendremos que adaptar y tratar más bien en campos con mucha agua, pero no podemos hacerlo otra manera», ha lamentado el técnico. «Toda la hierba que no mataremos ahora, en estos próximos quince o veinte días primeros del cultivo, se nos escapará seguro», ha advertido. También el caracol manzana, ahora muy controlado después de quince años de lucha, volverá a los campos si se bombea el agua de los desagües.