Quedan menos de dos años para que la ciudad de Tarragona celebre los Juegos del Mediterráneo y todo está en el aire. Se han hecho pasos significativas para poder llegar a tiempo y asumir el reto de organizar con dignidad este acontecimiento deportivo, que reúne cada cuatro años a los países de la cuenca mediterránea, pero lo cierto es que las obras están todavía a medias y los interrogantes se hacen más grandes cada día que pasa.
El 30 de junio de 2017 es el día D. Esta es la fecha prevista y fijada por el inicio de los XVIII Juegos del Mediterráneo, una competición que se organiza bajo los auspicios del Comité Olímpico Internacional (COI) y que se prolongará durante diez días. Se ha anunciado la participación de 4.000 deportistas de 24 países (todos los del «lago» mediterráneo -con la excepción de Israel- además de Serbia, Macedonia, Andorra y San Marino), 1.000 jueces y miembros de apoyo de la organización, más de 1.000 periodistas y los 3.600 voluntarios que ha reclutado hasta ahora el comité organizador.
Se espera que más de 150.000 espectadores acudan a las competiciones, que tendrán por escenario la ciudad de Tarragona y 15 ciudades del territorio de Catalunya. En Barcelona, por ejemplo, se celebrarán las pruebas de hípica y en Castelldefels, las de remo.
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En un principio, se hablaba de una inversión de unos 300 millones para construir y organizar los Juegos del Mediterráneo. Después, el presupuesto se ha ido recortando y ahora se ha ajustado a 90 millones de euros, de los que 50 millones corresponden a las instalaciones necesarias para celebrar las pruebas deportivas y 40 millones, a los gastos de organización.
Se había previsto una Villa Mediterránea para alojar a los deportistas, que se tenía que construir en los antiguos terrenos de la Tabacalera en Tarragona. El proyecto se ha abandonado y ahora la «familia olímpica» se hospedará en hoteles de Salou.
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